Pensar que he logrado abrir mis ojos gracias a esta niña, aunque hubiera preferido un método menos doloroso, aun así, ella me ha salvado y eso jamás lo voy a olvidar, ahora, regresando al presente. Estoy herido, incluso casi me ahogo con mi propia sangre. Los otros cinco están alrededor mío mientras estoy en el piso de esta habitación elegante.
—Maestra si bien estoy agradecido con que lo ayudara. Creo que tal vez exageró un poco con ese golpe, si bien es un Renacido, hasta hace solo algunas horas atrás era solo un Humano No Marcado.
La niña fija su mirada en Augus.
—Este mocoso deseaba morir, y yo muy amablemente lo estaba ayudando a cumplir con su cometido, nada más —pronuncia esas palabras con un tono muy dulce, contrasta claramente con la frase que dice —. Aunque, fíjate bien en su rostro. —Los cuatro observan la expresión que mantengo en este momento, una sonrisa espontánea se gesticula en cada uno de ellos —. Ahora es alguien que puede avanzar, alguien que quiere vivir, así que, no hay nada malo con la lección que le proporcioné.
No sé que expresión mantengo en este momento, sin embargo según el ambiente, es muy diferente a la que tenía desde que me conocieron. Lentamente siento que puedo respirar más tranquilo, poco a poco la sangre de mi boca comienza a ser menor, en poco tiempo las heridas de mi cuerpo han desaparecido por completo.
Me levanto del suelo e inmediatamente comienzo a palpar por todos lados para comprobar el estado en el que estoy, pero, es como si nada hubiera ocurrido, tan siquiera una cicatriz, no hay nada que demostrara todo lo ocurrido hace poco en esta habitación, ya no siento dolor alguno, además de que la sangre ya no emerge de mi boca.
Los cuatro desvían su mirada hacia la pequeña niña, por ende, yo también lo hago.
—Sí, yo te he sanado dado que es lo más lógico, después de todo fue mi responsabilidad dejarte en ese estado. —La forma en como lo dice me hace pensar que es una especie de disculpa —. Nuevamente esa cara de imbécil, tranquilo, te lo explicaré todo. —Entrecruza sus brazos —. Lo primero es explicar lo que has estado observando, con esto ya tendrás una idea general sobre lo que ocurre.
La niña junta sus manos, es la postura de manos en la cual la gente suele rezar. Gradualmente comienza a alejar sus palmas una de la otra, al mismo tiempo que lo hace, aparecen cinco esferas de diferentes colores entre sus manos, estas son rojo, azul, amarillo, café y blanco.
Giran lentamente haciendo una perfecta circunferencia entre ellas.
—Mocoso, observa bien, esto es lo que llamamos… ¡Magia!
Alza ambas manos y las esferas crecen abruptamente. Ahora no son simples esferas de colores, poseen el poder de los elementos.
La esfera de color rojo ahora es una bola de fuego que emana un calor sofocante. La esfera azul es agua estática en medio del aire, puedo escuchar el sonido del agua fluyendo calmadamente. Aquella de color amarillo, es un cúmulo de pequeños relámpagos reunidos en un solo lugar, cada cierto tiempo desde su interior escapa un tenue rayo, el sonido es algo ensordecedor, como si varias tormentas se juntaran en un solo y reducido sitio. La esfera café es una gran roca que parece resquebrajarse, no, más bien es como si temblara desde el interior. Finalmente la de color blanco, es una especie de tornado muy pequeño el cual gira a incontables revoluciones, su sonido es el que escuchas cuando el viento rosa contra tus orejas, una especie de silbido muy extenso.
Observo esta magnética escena con la boca abierta, toda la lógica que generalmente utilizo comienza a desmoronarse. Es imposible no admitirlo, esto es real, está ocurriendo justo frente a mis ojos, incluso puedo percibirlo con todo mi cuerpo, el poder de los elementos reunidos sobre esta niña. Quiero saber más de este tema, por primera vez desde hace mucho tiempo, anhelo aprender sobre algo.
—¿Y, que opinas mocoso, te interesa? ¿Quieres que siga, o me detengo?
Tardé unos segundos en despegar la vista de aquellas formas que danzaban sobre la niña, la miro a los ojos y no puedo ocultar mi clara emoción desbordante.
—Sigue, quiero saber más, lo llamaste magia. ¿Eso es magia, aquello que leía en novelas y veía en películas, todo es cierto, existe en realidad?, ¿cómo lo usas, como lo dominas?, ¿puedo aprender a usarlo, me puedes enseñar?
Hablo cada vez más rápido, no logro contener mi emoción. La curiosidad dentro de mí emerge violentamente, la llama de querer descubrir nuevas cosas ha surgido, estaba extinta desde los 7 años y ahora brota incandescentemente. Mi emoción es tal que los demás en la habitación se sorprenden por mi actitud, es como ver a otro individuo delante de ellos.
La niña sonríe dado que ella también se emociona por el semblante que emito.
—Bien mocoso, ya tienes lo primordial, el hambre insaciable de conocimiento, no dejes que esa hambre se extinga, nunca estés satisfecho. Si mantienes esa determinación vas a lograr llegar alto en este mundo, aunque, también debes de conocer tus límites, recuerda esto, aliméntate lo suficiente más no dejes que esa hambre te domine, de lo contrario, vas a ser tú el que termine devorado por tu propio poder.