El Gran Reinicio Parte I : Despertar

Capítulo 58 : Séptimo Día

 

Si mis Maestros averiguaran lo que he hecho, estoy seguro de que sería severamente reprendido por ellos, he colocado nuevamente mi vida en peligro, Iniciación Del Vínculo, es el Hechizo con el cual se crea un enlace con tus Invocaciones, pero solo es algo superficial, es el primer paso, las Invocaciones entregan una pequeña fracción de su mana para aumentar el poder de su Mago, también puedes invocarlos directamente al plano dimensional donde se encuentre en ese momento su Amo, pero existe una manera de crear una unión la cual sobrepasa con creces cualquier tipo de aumento, Unión De Almas es el Hechizo que supera la etapa inicial, su nombre indica cual es el efecto que provoca, tanto el Mago como su Invocación se unen en un solo ser, dependiendo del tipo de compatibilidad puedes aumentar la escala de poder, están separadas desde la primera hasta la décima Etapa, en mi caso decidí usar a mi Arcángel Haniel, principalmente porque él fue el primer tipo de Invocación que obtuve, por lo tanto nuestro tiempo desde que el me acepto como su Amo es mayor, cabe recalcar que prácticamente nadie puede llegar a usar este tipo de Hechizo, depende principalmente de la confianza mutua que se tenga con una Invocación, debes de ganar un respeto tal que estaría dispuesto a entregar la vida por su Amo, obviamente esto es algo que es mínimamente posible, aunque yo soy algo singular, Torágrel se percató de mi especial afinidad con los diferentes tipos de Invocaciones existentes.

El tiempo transcurre y esta oscuridad no disminuye, espero pacientemente, hasta que finalmente ocurre, una corriente de aire muy tibia recorre todo mi cuerpo, estoy recobrando la sensibilidad de mis sentidos, por todo mi cuerpo siento diminutas manos que me tocan, el aire que ingresa hacia mis pulmones, es un hecho, despertare dentro de poco.

– Desconfía de todos, soy tu único aliado.

Escucho ese susurro, recuerdo esa voz, el ser dentro de mí me dirige estas palabras antes de que volviera a recobrar la conciencia, abro mis ojos lentamente, lo primero que observo es el techo de la habitación, mas no es el mismo que antes, no me encuentro en la posada, si bien el techo es de madera, la diferencia de altura es abismal, el techo de esta habitación se encuentra a unos 20 metros de altura, respiro profundamente, trato de levantar mi torso, pero no tengo la fuerza necesaria, alcanzo a elevarme menos de un centímetro para caer nuevamente debido a que mis brazos no soportan mi propio peso, escucho un centenar de pequeñas voces que se exaltan y contienen la respiración a causa de mi acción, estoy rodeado de pequeñas Hadas las cuales se aferran a mi cuerpo desde la altura de mi pecho hasta mis pies, todas me observan fijamente, es entonces cuando una comienza a llorar, las demás replican su gesto, un llanto generalizado entre todas esas pequeñas, estaban preocupadas por mí, cometo el mismo error de antes, pero no puedo enfadarme con ellas, las observo y sonrío, con lo cual sus llantos comienzan a disminuir.

– Hola pequeñas, tranquilas, no estoy herido de gravedad, solo necesito descansar un poco. – Dejan de llorar y se acercan a mi rostro, aunque siguen preocupadas.

Aquellas que no lograron adelantarse a las demás comienzan a revolotear sobre mí, a cada segundo que transcurren ellas se calman cada vez más, una de las pequeñas Hadas se acerca a mi oído para hablarme, pero abren bruscamente la puerta de la habitación, todos observamos en esa dirección, ingresa Guiliel quien porta una pequeña botella que resplandece de color azulado, pero no está sola, la acompaña Augus, Elena y finalmente Sylvana, esta última posee una expresión que revela su enfado.

– Mocoso, despertaste. – Dice Sylvana con un tono muy severo.

– Maestra, no es culpa de Guille él solo. – Augus se coloca entre ella y yo, es interrumpido.

– Silencio, no intervengas. – Sylvana eleva su mana, recuerdo la presión que ella puede ejercer pese a lucir como un niña.

Augus queda en silencio por el aura de Sylvana, Guiliel y Elena se mantienen en silencio, Sylvana comienza a caminar lentamente hacia mí, a pocos pasos de llegar todas las Hadas se interponen, la furia de Sylvana aumenta, pero ninguna parece ceder, debo intervenir.

– Tranquilas, dejen que siga. – Digo a las pequeñas Hadas que se mantienen en el aire estáticas impidiendo el paso de Sylvana.

Todas me observan, solo puedo mover mi cabeza mientras sigo recostado en esta cama, ellas me miran, luego de unos segundos deciden hacerse a un lado, Sylvana llega hasta mi lado.

– Mocoso, creo que no comprendes lo que has hecho, te expusiste estúpidamente, ese torneo no es un juego de niños, pese a la regla de no asesinar, no elimina la posibilidad de que más de alguno ha muerto o ha sufrido las secuelas de una lesión la cual no pueda ser sanada, tu único objetivo luego de haber aprobado el examen era descansar por esta semana, nada más, solo eso. – Sylvana aprieta su puño al mismo tiempo que eleva aún más su mana. – Los combates del torneo son grabados, llegue hasta tu penúltimo combate porque no pude seguir observando, ni siquiera quise ver el final de ese combate, me basto con ver como ese domo de huesos se desmoronaba y tú apareciste en el suelo cubierto de sangre. – Su ira incrementa, deja de hablar por unos instantes. – Reconozco que tienes talento para la magia, pero eso no quita el hecho de que no comprendes la gravedad de tus actos, arriesgar tu vida de esa manera es algo que no permitiré, en especial si estas bajo nuestro cuidado, es por eso que me obligas a hacer esto…voy a bloquear tu mana y borrar todos tus recuerdos relacionados a la magia, si sigues en este mundo es un hecho que morirás, no valoras tu vida.



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En el texto hay: tragedia, gore sangre accion, romance

Editado: 04.08.2019

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