Todos mis Maestros quedan desconcertados por las palabras que han salido de mi boca, claramente he cambiado desde que abandone esta dimensión. No me he controlado y sencillamente dije lo que tenía en mente, provocando que aumenten su recelo hacia mí, el Viejo se acerca rápidamente y me sujeta de mis hombros.
– ¡No vuelvas a decir algo como eso nunca más! – Grita desesperadamente el Viejo.
Se provoca un silencio inquietante debido a mis acciones.
– Guille… esto nos lastima más de lo que crees así que… por protegerte no lo haremos, regresa a tu dimensión y reflexiona sobre tus palabras. Aunque deberás retornar en un mes más para así platicar más calmadamente, en tu dimensión será un día y. – Torágrel trata de aliviar esta tensión palpable que ha dominado el lugar.
Los demás tienen la misma posición, es mi culpa, aun así, no es momento de dudar debo actuar rápido, levanto la mirada, observo directamente al Viejo y hablo con una voz serena.
– Dios Sucio.
Torágrel se queda en silencio mientras que Tokral se acerca rápidamente hacia mí.
– ¿Dónde has escuchado ese nombre, por que conoces un nombre como el de aquel Dios? – Pregunta con una voz temblorosa.
Está expectantes por lo que responderé, relajo mi cuerpo y digo mirándolo a sus ojos.
– La respuesta en simple, lo conozco porque… – Contienen la respiración. – Es lo que está dentro de mí, en mi cuerpo se encuentra sellado el Dios Sucio.
El bastón de Tokral cae al suelo, el rostro del anciano refleja una tristeza muy pura al igual que los demás, el Viejo sin previo aviso toca mi frente, cierra sus ojos por unos segundos, luego los abre abruptamente dando un paso hacia atrás, el cuerpo del Viejo tiembla sin cesar.
– Es imposible.
En su voz y expresión puede apreciarse claramente la angustia que siente en estos momentos, los demás se desesperan.
– Maestro, hable de una vez. – Dice Torágrel.
El Viejo gira lentamente su cabeza para observar a los demás Espíritus Primigenios.
– El Dios Sucio esta sellado dentro de Guille.
Cuando escuchan esa respuesta quedan plenamente desolados, Torágrel ladea su cabeza y analiza mi rostro, estudia cada milímetro para buscar algo.
– Eso significa que Guille es el hijo de Diana, no existe otra razón por la cual tenga a ese ente dentro de él.
Los demás se percatan de ese hecho, suponía que ya lo deberían de saber debido al revuelo que existe en todo el mundo mágico debido a que yo mismo revele ese secreto, los Sabios no están preocupados por lo que ocurre en el resto de las dimensiones, solo se centran en las nuevas y antiguas investigaciones. Yara levanta su mano y el báculo que había dejado caer vuelve a ella, golpea el suelo provocando que los demás reaccionen.
– Yo… no… todos confiamos en Guille, somos su Maestros y antes de tomar una decisión debemos escuchar algo muy importante de nuestro Alumno. – Yara sonríe amablemente y me observa. – Guille, seguimos consternados por todo lo que está ocurriendo. Es por eso que necesitamos saber que te ha llevado a tomar esa decisión, necesitamos escuchar que ha ocurrido desde que dejaste de estar bajo nuestro cuidado.
Mis Maestros se reúnen frente a mí, el Viejo extrae 5 asientos desde su almacenamiento personal para que hablemos tranquilamente, a cada minuto que transcurre ellos comprenden más y más el motivo detrás de mis palabras, me han forzado a arrinconarme y llegar a estos extremos. He resumido mi historia pero sin dejar de lado los aspectos claves, es necesario que acepten mi petición de entrenarme, podría hacerlo solo pero no quiero únicamente desarrollar mis tres Hechizos, quiero más es por eso que necesito de su ayuda. Ya he dicho los aspectos importantes y el cómo Joseph perdió la vida frente a mis ojos, ahora ha llegado el momento de escuchar su decisión.
– Con eso concluyo, ahora que han escuchado mis motivaciones debo preguntarles. – Coloco una mirada muy seria. – ¿Cuento o no con su ayuda?
El semblante de mis Maestros demuestra muchas cosas, tristeza, rabia, impotencia, incertidumbre y otros sinónimos derivados de esas emociones, el Viejo se coloca de pie.
– Antes de nada, es necesario que escuches algo. – Observa de reojo a los demás, ellos también se colocan de pie. – A lo largo de nuestra existencia hemos acogido a tres Alumnos. El primero fue hace ya muchos eones, antes incluso de que se formara la Dimensión de los No Marcados, nuestro segundo Alumno era una pequeña niña que irradiaba una energía especial, nos convenció de que fuéramos sus guías. – Hace una pequeña pausa y continua. – Nosotros quienes habíamos jurado que no volveríamos a entrenar a nadie más, habíamos encontrado una nueva razón para volver a ser Maestros de alguien, tanto tiempo que incluso perdimos la cuenta de los años que habían transcurridos. Fuimos atrapados por una chica que no demostraba nada en especial, al menos a primera vista, su mana era débil e inestable en momentos muy poderoso y volátil, en resumen, era un caos lo que pasaba dentro de su cuerpo, lo normal era rendirse por tener tal condición natural en sus Flujos… – El Viejo sonríe al igual que los demás. – Pese a todo, ella no lo hizo y solo continúo esperanzada en lograr dominar su mana, su positivismo nos devolvió las esperanzas en creer. Esa niña era quien años más tarde sería reconocida por todo el Mundo Mágico como la Maga más poderosa y respetable de todas las dimensiones… esa pequeña era tu madre, Diana Griffin. – El Viejo se queda en silencio y aprieta su puño con fuerza. – Aun cuando éramos sus Maestros no pudimos evitar la muerte de otro Alumno, nuestro segundo Alumno también había fallecido sin que pudiéramos hacer nada… – Respira profundamente y me observa a los ojos. – No permitiremos que tú también mueras… es por eso que… tus Magias Únicas no serán suficientes necesitas algo más si quieres salir victorioso, necesitas dominar esas tres Magias que te habíamos prohibido. – El Viejo eleva su mana al igual que mis Maestros, su expresión demuestra una seguridad absoluta. – Guille, aprovecharemos el tiempo y te convertiremos en un mago que supere todos tus límites actuales, no solo cuentas con tu talento natural, posees esa masa de Mana casi ilimitado dentro de ti, deberás aprender a controlarlo, aunque solo sea una ínfima fracción, será suficiente para enfrentarte a poderosos enemigos. – El Viejo estira su mano. – Guille, de pie nuestro querido Alumno. Es momento de comenzar tu entrenamiento.