Sonreír es la única salida a la cual siempre he recurrido desde que tengo memoria. Mi familia originalmente estaba conformada por mis padres, ambos, yo soy el mayor de tres hermanos en total, la segunda en nacer fue Jodie mi hermanita, son 4 los años que nos separan, finalmente Noel, el más reciente integrante de nuestra familia. Tanto Jodie como yo amamos mucho a nuestro tierno hermanito, nos turnamos para decidir quién será el que responderá cuando el comience a llorar por la noche dado que mamá comenzó a actuar extraña cuando él nació, por muy raro que suene, a pesar de ser su hijo, no lo ve como tal.
El día en que Noel cumplió 8 meses fue también el mismo día en que papá nos abandonó. Esa noche Jodie era quien estaba de turno para cuidar a nuestro pequeño hermanito, yo dormía plácidamente hasta que escucho un golpe muy fuerte, me despierto y corro rápidamente donde Jodie, ella estaba a un lado de la cuna sujetando a Noel entre sus brazos, lloraba tratando de controlarse para no despertar a nuestro hermanito quien había vuelto a dormir. Jodie aún no se acostumbraba a las reacciones de papá, en general era bueno con nosotros, pero, había ocasiones en que el llegaba con un aroma extraño, su voz era diferente, sonaba como si de repente su lengua se adormeciera. Esto ocurría siempre que recibía un pago exuberante cuando construía alguna cabaña o algo de madera, siempre admire a mi padre, bueno, lo que podía hacer con un simple tronco de árbol, nuestra casa, las camas en que dormimos, la misma cuna de Noel, todo fue hecho por él… aunque también era la persona a quien mas temía en el mundo.
– ¡Maldita mujer, donde esta mi cena, trabajo todo el puto día y no me esperas con un plato de comida, me tienes harto, desde que nació Noel has dejado de ser la mujer con quien me case! – Se escucha el sonido de una botella impactando contra la pared. – ¡Es suficiente me voy de esta inmunda casa!
– ¡Perdóname, no me dejes con esos niños, yo sola no puedo con ellos! – Exclama mamá.
– ¡Suéltame mierda!
Cuando papá vocifera eso último, escucho como mamá grita de dolor, ha comenzado lo que siempre hace cuando llega en ese estado.
– A…Andy, papi ha comenzado a lastimar a mami otra vez. – Jodie lo dice con una voz entrecortada.
Al verla decido actuar como siempre lo he hecho, sonrío y acaricio la cabeza de Jodie y Noel.
– Tranquilos, su hermano lo solucionará.
Digo con una gran sonrisa en mi rostro, dejo la habitación de Noel y desciendo las escaleras hasta el primer piso, tengo miedo… tengo mucho miedo de papá cuando llega de esa manera, respiro profundamente y me tranquilizo, esbozo una gran sonrisa y llego hasta donde están mis padres. Mamá se encuentra en el suelo, los muebles del comedor están rotos, mamá sangra de su labio por uno de los tantos golpes que le propinó papá.
– ¡Maldito el día en que me casé con una mujer como tú! – Grita papá mientras patea a mamá.
– ¡Lo siento, lo siento es mi culpa, lo siento! – Repetía mamá.
– Papi, tranquilo. – Digo con un tono calmado.
A pesar del miedo que me invade, sonrío para así calmar un poco la ira de papá, él deja de patearla y se centra en mí.
– Andy… pero si es mi pequeño Andy… como siempre mantienes esa radiante sonrisa para mí. – Se acerca tambaleante. – Vuelve con tus hermanos, mami y yo tenemos que hablar en privado.
– Papi, ¿estás bien?… ve a dormir y así volverás a estar tranquilo. – Debo calmarlo.
– Estoy bien Andy, ¿qué insinúas? – Escogí mal mis palabras. – Ho… ya lo entiendo, tu también piensas que solo soy un puto borracho, claro como todos los demás.
– No es eso papi, es solo que. – Mi voz demuestra mi alteración.
– ¡Cállate, tu eres igual a los demás y esta maldita mujer, solo soy el puto carpintero borracho del pueblo, no es así Andy!
– Papi no es verdad tu eres a quien más admiro.
– ¡Deja de mentir!
Con ese grito libera su ira contra mí, comienza con una patada certera a mi rostro, caigo de espaldas, duele mucho, cuando estoy en el suelo se sube encima mío y comienza a propinarme puñetazos sucesivamente, aun así sigo sonriendo, espero que así él se pueda calmar, a pesar de que puedo sentir sus golpes perfectamente… duele menos que cuando lo veo a él golpeando a mamá, quiero llorar pero no debo, solo debo esperar, aunque no se detiene, golpea y golpea hasta que poco a poco comienzo a perder la conciencia, hasta finalmente desmallarme.
No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que comencé a despertarme, cuando abro los ojos escucho unos murmullos, era mamá quien lloraba en una esquina del comedor, con sus manos comenzó a rasgarse la piel de su rostro, las gotas de sangre caían de su cara hasta manchar el suelo.
– Es culpa de esos niños, es culpa de esos niños, es culpa de esos niños. – Repetía una y otra vez. – Es culpa de esos niños… ¡es culpa de esos niños, es culpa de esos niños HAAAA malditos niños todo es su culpa!