El Gran Viaje

Peligros del Camino

Capítulo 3:

—Buenos días, mamá… buenos días, papá… ¿Hermano? ¿Qué pasa? ¿Por qué nadie dice nada? ¿Acaso hice algo malo? ¡¿A dónde van?! ¡No se vayan, esperen! ¡No me dejen solo…! ¡¡Nooooo…!!

¡Desperté de golpe!
Había sido la peor pesadilla.

Estaba empapado en sudor, no sabía si era por el calor del verano o por el horror que acababa de soñar. Miré a mi alrededor: Zahorí no estaba. Mi hermano, agotado, se había quedado dormido. El miedo me invadió de inmediato. En mi prisa por despertarlo, sin querer pisé su mano.

—¡Aaaaah! ¡¿Qué te pasa?! —gritó, adolorido.
—¡Perdón! Es que… ¡Zahorí no está! ¿Sabes a dónde fue?

—No… —respondió, frunciendo el ceño. Estaba tan preocupado como yo.

Comenzamos a gritar su nombre con fuerza, esperando una respuesta entre el silencio inquietante.

—¡Zahorí! ¡Zahorí!

El tiempo parecía congelado... hasta que por fin la escuchamos:

—¡Aquí estoy!

Suspiramos aliviados.

Nos contó que se había levantado muy temprano para cambiarse de ropa y hacer una tumba simbólica para sus padres. Era su forma de despedirse.

—Ahora sí… estoy lista para irme —nos dijo, con la voz entrecortada.

Cada uno tomó una mochila con lo indispensable. Nuestros hogares estaban ubicados en una colina, lejos del pueblo y de la ciudad, así que el camino hasta el parque central sería largo.

Mientras avanzábamos, revisábamos cada casa que encontrábamos, gritando con esperanza por si alguien respondía.
Pero…
Nadie respondía.

Al llegar al parque central, nos detuvimos de golpe. No estábamos solos. Vimos a otros sobrevivientes, pero algo en ellos no nos dio buena espina. Uno de ellos era un ladrón muy conocido en el sector.

Mi hermano llevaba un bate de béisbol en las manos y un cuchillo escondido en la cintura, por si acaso. No era rival para esos tres hombres, pero estaba decidido a protegernos, costara lo que costara.

Nos mantuvimos escondidos hasta que se alejaron. Era necesario atravesar el parque para llegar al mercado, así que no podíamos cambiar de camino.

Cuando todo parecía tranquilo, decidimos seguir. El silencio era abrumador… hasta que un grito desgarrador rompió la calma. Dos chicas pedían ayuda.

Corrimos de inmediato, con el corazón en la garganta.

Pero al llegar… lo que vimos nos heló la sangre.

Eran los mismos tipos que habíamos visto antes. Estaban intentando abusar de las chicas. Estaban semidesnudas, luchando por defenderse.

Mi hermano no dudó ni un segundo. Saltó al ataque, y con un golpe certero dejó a uno de ellos inconsciente con su bate. Los otros dos, furiosos, se lanzaron sobre nosotros.

Nos unimos en defensa. Aunque éramos más pequeños, éramos más. Tomamos piedras, palos, lo que fuera. El factor sorpresa nos dio la ventaja. Los agresores tomaron a su compañero y huyeron.

Las chicas, temblando, se acercaron agradecidas. Me sentí incómodo al verlas en ese estado, pero mi hermano, con toda naturalidad, le preguntó a Zahorí si tenía una manta o ropa que pudiera prestarles. Zahorí les ofreció lo poco que tenía.

Después de ayudarles a cubrirse, nos presentamos.
Se llamaban Karin y Samantha.

Ahora el grupo era más grande. Tuvimos suerte de encontrarnos, de poder ayudarnos. Tal vez habría más sobrevivientes por ahí…

Aunque esa ilusión se desvaneció un poco cuando Karin habló:

—Tal vez… seamos los únicos. El hecho de vivir en un pueblo alejado de la gran ciudad nos salvó del impacto de la bomba…

La palabra "bomba" retumbó en nuestros oídos.

—¿Entonces fue… una bomba? —pregunté, con un nudo en la garganta—. ¿Estás segura? ¿Cómo lo sabes?

Karin asintió con pesar.

—La noche anterior estuve en un baile con unos amigos… Nos quedamos bebiendo y jugando cartas. A eso de las seis de la mañana, cuando apenas salía el sol, escuchamos el sonido de unos aviones volando muy bajo. No le dimos importancia, hasta que vi uno más grande que los demás. Llevaba algo colgando… algo que parecía… una bomba.

Un silencio sepulcral cayó sobre nosotros.

Algo horrible había sucedido.
Y apenas estábamos comenzando a comprenderlo.



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En el texto hay: juvenil, postapocaliptico, supervivencia.

Editado: 22.05.2025

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