Charlotte se dirigió al palacio, con el grimorio bajo el brazo y una determinación renovada. El clímax tuvo lugar durante la boda del William original. Charlotte debía enfrentarse a la verdad, destruir el grimorio, aceptar la pérdida de su primer amor para siempre y redimirse.
En la gran sala, el sacerdote oficiaba la ceremonia.
"Hoy estamos reunidos para presenciar la boda entre William y Elena. Quien se oponga, que lo diga ahora o que calle para siempre".
"¡Yo me opongo!", gritó Charlotte, entrando en la sala, atrayendo todas las miradas.
"¿Qué quieres, Charlotte?", dijo William, visiblemente molesto.
"Vengo a decir que cometí un grave error al querer tener de vuelta a William, sabiendo que ya tiene a alguien más, y que hice un ritual con un libro maldito". Sostuvo el libro en alto para que todos lo vieran. "¡Lo vengo a romper en frente de todos porque sé que ya no voy a poder tener el amor del príncipe William!".
Charlotte pisó el libro con todas sus fuerzas. El grimorio se partió en dos, y un humo negro y denso salió de él antes de disiparse.
Entre la multitud, la tía Silva gritó de rabia: "¡No, no! ¡Mi mayor creación ha sido destruida por una niña tonta y terca!".
Charlotte se quedó mirándola con rabia y tristeza, recordando que aquella mujer fue la única que la cuidó cuando todos le dieron la espalda.
Luego, Charlotte se giró hacia William y Elena. "Y lo de las cartas... son todas falsas". Sacó unas fotos y las tiró al suelo, mostrando a Elena escribiendo las cartas ella misma.
Sin nada más que decir, Charlotte miró a todos los presentes. "Adiós para siempre a todos y a todas. Me voy de este pueblo".
Con la cabeza alta, Charlotte se marchó, liberada de su culpa y lista para un futuro nuevo.