El sol de la ventisca iluminaba a las codornices
Agotadas por batallas perdidas y naufragios estelares
Traía con él, el rumor de una victoria
Las ávidas aves se irguieron para oír la gran historia
Aquel que había asesinado y descarnado a mil personas, se sentaba ahora en su trono con cien rosas en su rostro
Alaridos de entusiasmo y dicha colmaron sus oídos, hasta dejarlos sordos de verdad
Las codornices acomodaron sus cansadas alas y abrieron sus lechos
Y allá, en donde el sol nacía venía una nube negra cargada de agonía.