El grito mudo (proceso)

CAPITULO IV "Beethoven"

MONICA

-Mónica no había parado de pensar en su hija desde que esta se marchó hacia Wellyng, el pueblo del que tanto habia oído por la televisión, y solo esperaba que su hija no fuese una de las mujeres que aparecío en pila formando una cruz en mitad de la plaza del pueblo.

La señora, no solo se sentía sola, se sentía angustiada por lo que le podría pasar a Angela ahora que esta estaba lejos de sus brazos.

Parte de Mónica pensaba que el caso no iba demasiado bien, pero Angela tenía la casi certeza de que iba bien hasta que apareció la segunda catástrofe, la cruz, lo que se convirtió en el comienzo de días consecutivos apareciendo cadáveres por las calles.

La madre de la inspectora pensaba que se había librado de las llamadas de la policía para que Angela hablase con Rick, pero ese mismo día, nadie llamó al teléfono, pero si al timbre de la casa.

Al abrir la puerta, Mónica, pudo ver a un policía alto y raquítico y a Rick.

No pudo evitar preocuparse y cayó desplomada al suelo.

CARNICERO

La novena sinfonía de Beethoven. Esa era la canción que sonaba mientras un hombre cubierto con una cabeza de cerdo decapitada sostenía un largo cuchillo, el cual podría hacerse pasar por un machete perfectamente, y lo acariciaba con ambas manos. El hombre iba desnudo, su flacido miembro dejaba caer goteando un translucido y espeso líquido que podría ser semen o babas.

Con dos pasos para adelante, el alto hombre, se acercó a unas cadenas al lado de unas cortinas de carnicero. Al estirar de un extremo de la cadena, las cortinas de duro plástico se corrieron para la derecha. "El hombre cerdo" levantó sus brazos al son de la música de su vinilo y observó a las dos mujeres que gritaban y lloraban mientras colgaban del techo por las muñecas.

-Vamos a hacer arte, pero para ello hay que ensuciarse antes las manos, ¿verdad?- replicó el chico.

Levantó su machete y comenzó a golpear con él a la chica de la izquierda en las caderas mientras ella gritaba y sangraba hasta que esta se desmayó y dejó caer su cuerpo de caderas para abajo al suelo. La compañera de al lado comenzó a gritar aterrorizada.

-Tranquila cariño, no te voy a hacer daño.- el maniaco acarició el rostro de la chica- Tu eres mi cuadro, y ella mi lienzo.

Levantó el machete de nuevo y separó ambos brazos, de la mujer desmayada y sin piernas, de las cadenas, de un tajo en cada antebrazo de esta.

-Me gustaría follar vuestros cadaveres, pero ya tengo una mejor opción.

El maniaco, dejando caer su cuchillo al suelo y dando vueltas hacia si mismo con ambos brazos abiertos y estirados, comenzó a reir mientras observaba todas las fotos que tenía en la pared de esa sala.

Todas ellas de una sola persona.

Todas ellas de una sola chica.

Todas ellas de una sola inspectora.

Angela Murkoff.

ANGELA

Angela ahogó un pequeño grito al ver la cruz humana en mitad de la plaza de Wellyng, quería llamarse inutil al pensar que el caso iba sobre ruedas. Ella no podía hacerse a la idea, pero el caso iba peor de lo que ella se imaginaba.

Diez cadáveres en un día, y un maniaco suelto por el pueblo. Si todo esto siguiera así, ¿qué podría hacer Angela para detener al capullo que cometió los crímenes?

La inspectora hizo una rápida llamada a analítica, los cuales dijeron que la sangre de la caja y el brazo pertenecían a la muñeca. Angela afirmó que ella y su equipo irían en un par de minutos a recoger toda la información y a avisarles de que tenían más y nuevo trabajo.

Cuando la inspectora dió por hecho que la mujer que gritó la noche anterior en dos calles atrás, y a la cual pudo ver el rostro cuando el asesino se la llevó, no se encontraba allí, ni viva ni muerta. Simplemente desaparecida, como las diez chicas que formaban la cruz humana.

María Averton.

Lucie Jenner.

Juliet Parson.

Alison Tennet.

Karen Louis.

Rosemary Kurt.

Jennifer Ford.

Natalie Jones.

Erika Pliskin.

Liz Caesar.

Todas mujeres desaparecidas en un plazo de tiempo.

Tras ir a analítica a recibir los resultados que tanto esperaban, Angela y su equipo irían a hablar con parientes y familiares de la niña desaparecida con el brazo amputado  y con los de cada mujer muerta y expuesta en esa cruz.

-Morales, pide una cita para hablar con los padres y familiares de las jóvenes, Sean, Scott, venid conmigo.

Angela, el periodista y el oficial, partieron camino hacia analítica para recibir la información sobre el brazo, la foto y la caja.

GERARD

Veinte años atrás, Gerard entablaba una conversación con su compañero de policía.

-Ese cabrón lleva suelto tan solo dos días y ya ha cometido cuatro crímenes, Dalton, cuatro.

Una pequeña Angela de siete años jugaba con una revolver de plástico malo, mientras Mónica, ahora más jóven, trataba de hacer de comer para todos.



#10532 en Thriller
#4226 en Suspenso
#6025 en Misterio

En el texto hay: crimen, novelanegra, suspenso

Editado: 30.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.