El grito mudo (proceso)

CAPÍTULO V "El grito mudo"

-Despertó en una posición distinta a la que tenía cuando cayó rendida en su cama, ahora la puerta del cuarto estaba abierta y bajo sus hombros todo su cuerpo estaba cubierto por las sábanas. Una agradable sensación abordó su interior al ver como los rayos de luz del sol de la mañana atravesaban la ventana y sus cortinas para iluminar la habitación. El dulce olor de tortitas con puro chocolate entró en la habitación y consiguió dibujar una sonrisa en el aquel rostro tan desperdiciado, tan solo había sonreído unas tres veces desde que vino aquí. Por primera vez desde que llegó, Ángela se sentía cómoda, se sentía segura.

Quería levantarse lo más rápida posible, pero tras intentarlo un par de veces comprendió que era imposible para ella hacerlo. Recuerdaba haber soñado, también recordaba haber gritado y llorado mientras lo hacía. Gritaba alto pero nadie podía oírla. Es como si ese grito no existiese. Un grito mudo. El psicópata de la noche pasada estaba a tan solo un metro de ella, tenía frío. Estaba desnuda. Tenía el cuerpo magullado y arañado. La sangre goteaba de sus muslos, de sus caderas, de su cuello y de sus pechos. Tenía mordiscos por todo su cuerpo y sangraba por ellos. No recordaba mucho más, no quería hacerlo.

- Tan solo ha sido un sueño Ángela - se erigió para si misma intentando tranquilizarse.

Primero posó un pie en el suelo y puso su mano sobre la su rostro, se notaba más joven que ayer. Tras apoyar el primero, fue el segundo y un desconcertante mareo se sumó a cómo se sentía aquella mañana la joven inspectora de Chicago. 

Consiguió levantarse. Nunca pensó que le costaría tanto esfuerzo, pero al final lo consiguió y tras haber estado poco más de tres segundos en pie, Ángela tuvo que apollar una mano en la pared para no caer de nuevo, si cayese podría no levantarse en mucho tiempo. Seguía apoyada en la pared cuando salió al salón: allí estaba Morales cocinando, las tortitas apiladas en forma de torre y un agradable ambiente de piso familiar. Ángela pensó en su madre.

- Venga jefa, siéntate en la mesa - dijo él mientras se acercaba a Ángela. La ayudó a llegar a la encimera de la cocina y la subió al taburete de madera que ahí había. - Se te enfriarán si no las comes.

Iba vestido con ropa informal, nada de atuendo de agente de policía ni de formalismos. Llevaba un jersey marrón  largo y grande de cuello ancho y unos pantalones vaqueros color azul marino, al principio Ángela lo obvio pero Morales era atractivo. Llevaba un llamativo delantal color rosa claro. Todo indicaba a que era muy ordenado o eso parecía al menos.

Jason sacó la última tortita de la sartén y la apartó del fuego, recogió la cocina y, viendo que Ángela no se acercaba a la mesa, fue él quien lo hizo, levantando el taburete lentamente con la joven sentada; le puso un plato con dos tortitas bañadas en chocolate delante sus ojos. Ella, sorprendida, dijo:

- ¿Has sido tú? 

Morales se extrañó y respondió con una mueca de desconcierto.

- ¿Has sido tú quién me ha arropado mientras dormía? - continuó la inspectora.

El dejó caer una grave y pronunciada  carcajada mientras limpiaba la sartén con la que había cocinado las tortitas. Intento expresarse agitando una mano mientras que con la otra ponía una tortita más en el plato, aún intacto, que Ángela mantenía delante suyo y analizaba con su mirada.

- Bueno, - dijo entre carcajadas mientras se secaba las manos en su delantal - si. Cambié las sábanas mientras dormías, estaban sudadas, ¿una mala noche? 

Asintió con vehemencia y Jason cambió notablemente la felicidad de su rostro por preocupación.

Sean no estaba en el piso, había puesto rumbo a la comisaría para comenzar la jornada antes de tiempo. Ángela solía ir la primera a su trabajo, pero esa mañana se retrasó considerablemente.

- ¿No vas a comer? - continuó Morales. Ella asintió y rauda agarró el tenedor y se lanzó a su plato: erigió un gracias mientras engullía una tortita con chocolate en dos bocados. - Vaya, tranquila jefa.

Tardó poco en acabarse la primera mitad de la torre y ahora comenzaría con la segunda no sin antes agradecer de nuevo a su acompañante todo lo que ha hecho por ella: el tan solo decía que era lo menos que podía hacer. Algo alteraba a Morales.

- ¿Te encuentras mejor Ángela? - se acercó a ella y apoyó su mano en el hombro de esta y lo acaricio como muestra de afecto. Jason tomó asiento en el taburete, aún peor conservado que el de Ángela, que estaba a tan solo un par de centímetros del otro.

Era posiblemente la primera muestra de afecto y aprecio que Morales le había mostrado a Ángela desde que se habían conocido en la comisaría, ella se sintió muy bien tras Jason hacerlo. Analizando como si fuera un caso de el crimen de una mujer embarazada o el robo un banco, la inspectora observaba con detenimiento el rostro de Morales y el poco y nulo cambio que había cometido desde la primera vez que lo vio: no había cambiado nada y ella sin embargo se encontraba más vieja y decaída. 

- ¿Lo oíste? - dijo Ángela con la cabeza gacha y avergonzada de haber llorado la noche anterior y de haber hecho esa pregunta.

Morales asintió. El también tenía vergüenza, pero ¿de qué podría tenerla? Se acercó más a Ángela y acaricio su barbilla con su mano mientras ella seguía agachando su cabeza cada vez más. 

Se sentía mucho mejor después de que Morales la ayudase y la tranquilizase. Le estaba muy agradecida pero no sabía cómo podría ella compensarselo. Al rato de estar ambos sentados el uno frente al otro, se levantaron decididos a ir a la comisaría para empezar el turno. 

Ángela no podía creerlo, sería la primera vez de toda su vida que llegaria tarde a su trabajo y no le importase en absoluto. 

Cada uno de los dos entró en sus respectivos dormitorios para vestirse con ropa de trabajo, y al cabo de un par de minutos salió primera Ángela, sorprendida de ser la primera pues se maquilló antes de salir; y luego salió Morales, llevaba una camisa blanca metida en su pantalón y unos vaqueros color negro a juego con sus zapatos de punta, unas gafas de sol y, como no, su delantal color rosa. Ángela rio y le preguntó si se lo iba a dejar puesto.



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En el texto hay: crimen, novelanegra, suspenso

Editado: 30.06.2020

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