El grito mudo (proceso)

CAPÍTULO VIII "Rick"

8:00 

RICK

-No dificil, sino imposible era dormir en esas condiciones infrahumanas a las que Rick se sometía por sus degradantes actos: se encontraba inmóvil en un cochambroso colchón perteneciente a una litera (el se encontraba en la cama de arriba) mientras oía los rugidos de sus cinco inmigrantes compañeros de piso. Sin embargo, el no dormía, llevaba ya despierto desde hace tres horas y, después de una hora más de impacto e inmovilidad observando el gotelé del techo, fulminándolo con la mirada, a las nueve de la madrugada, el sonoro y a su vez bastante escacharrado timbre retumbó por toda la casa como el gruñido de un león en mitad de la Savana. El gruñido fue seguido con unos profundos golpes  aporreados en la puerta del piso como se golpea un saco de boxeo, y era tal la profundidad de sueño que los compañeros de piso de, nuestro protagonista, (al menos en este capítulo) Rick, que ninguno de ellos, ni los cinco que se encontraban en la habitación ni los diez que también dormían en el salón, consiguió despertar ni, apenas, sobresaltarse.

Por eso fue él, que no dormía, solo pensaba detenidamente, a recibir a aquella inesperada visita.

Consiguió descender, sin producir demasiado ruido, de su colchón, lo cual era un completo mérito pues cada centímetro que movía de su cuerpo encima de la cama (si es que acaso cama sería una buena definición de la pocilga donde dormía) esta gritaba con una aguda voz y se quejaba como si alguien la estuviese vapuleando o la estuviera forzando, y apoyando el primer pie, descalzo, en el feo y desagradable mármol que tenían por suelo, no solo comprendió que estaba, desagradablemente frío, si no que también se exasperó cuando vió y notó bajo sus helados pies, que ahora ambos estaban ya en el suelo, la suciedad que ya formaba parte del suelo del "hogar". El suelo estaba lleno de colillas, tabaco, jeringuillas y múltiples drogas, obviamente, todas ilegales. También la sangre era múltiple en el suelo y paredes del piso. Pero sobre todo una profunda desesperación hinundaba todo el hogar.

El hedor del piso era igual de desagradable que la imagen y el impacto que, cada día más, asombraba a Rick. Puede que incluso peor. Penetraba en sus orificios nasales una mezcla de mierda, comida basura barata y el sudor de los muchos compañeros que allí convivían.

Sorteando, primero negros y luego "panchitos", consiguió avanzar por el salón, atravesando la cocina, para alcanzar, finalmente, la puerta que había sido aporreada hace apenas unos segundos y, a un metro de la puerta, esta volvió a ser golpeada con mayor ímpetu, pero, al acercarse a ella, lo suficiente como para abrirla de un simple tirón, y abrirla, allí no se encontraba nadie: ni rastro de quien había presionado el, apenas visible y casi roto, timbre y que había presionado con firmeza la pobre madera de muy baja calidad de la puerta. Descencendiendo la mirada hacia abajo, el suelo, vio algo que lo impactó: una caja.

El aire fresco y más  purificado, pero no limpio del todo, entró por la puerta del hogar y, apoyando cada mano a un extremo de la puerta, se dejó ver la parte superior de sus hombros por fuera del piso mientras miraba a ambos lados del pasillo en busca de la persona que había decidido entregarle aquel paquete. Nadie se encontraba allí.

Su paquete; color carne cartón, que lucía el nombre de Rick Dalton Jr en su dorso y justo debajo, usando la misma purpurina, de color oro reluciente, se dejaba ver la palabra MALTRATADOR en mayúsculas y letras pronunciadas; se encontraba frente a él a tan solo un metro de distancia, seguramente, observándolo como Rick lo observaba a el, intentando atravesar el fino cartón con su mirada para que pudiera ver lo que hay dentro.

No dudo en alejarse del paquete y cerrar la puerta y cerrarla tras de sí, olvidando el hecho de que un misterioso paquete le esperaba fuera de esta. Dentro de la casa uno de los negros ya estaba despierto y levantado y ahora, inexpresivamente, dirigió primero su mirada a la puerta de nogal y después hacia la propia mirada de Rick, componiendo así una mueca que quería decir "¿Quién era?"

- Nada importante Jacob, vuelve a la cama - gesticuló y agitó los brazos Dalton mientras recordaba que su amigo africano no hablaba su idioma - Bueno, al sofá. - señaló de nuevo.

Este sofá no era muy distinto en estética a los demás primeros: seguía siendo rojo y de largo alcance, pero este estaba rajado por todas partes y tenía varias quemaduras de colillas y manchas de alcohol y, como no, sangre. La sangre impregnaba todas las partes de la casa, desde muebles hasta camas, hasta paredes y sofás.

La puerta volvió a retumbar.

Rick, esta vez, la abrió al instante con un rápido movimiento: ahora la caja se encontraba más cerca de él, como si le estuviera llamando, como si le dijese "¡ABREME!" 

Pudo reconocer a Mónica en aquellas imágenes tan expresivas y nada censuradas.

Vió aquel vídeo en su anticuado VHS mientras una máscara de cerdo cubría su aterrado rostro.

ANGELA

-Partió a Chicago tan pronto como se enteró de la, ya famosa, noticia del asesinato de su madre en un hospital. La discusión que tanto tiempo les tomó a Morales y a Scott acabó de manera radical haciendo que Weyland, que acababa de llegar a la comisaría y ni si quiera había dejado su chaqueta de invierno en la percha de su oficina, tuviera que separarlos por la indiferencia que ambos tenían. Incluso antes de acabar la "pelea" que sucedió aquella mañana, Angela ya había partido hace tiempo hacia su hogar sin apenas equipaje. 

El ambiente relajado y familiar en el que Morales la había dejado no tardó den desaparecer cuando agarró el volante con las dos manos y aceleró dirigiéndose a su destino. 

Hacia su propia perdición.

SIMON

-Llegaron, quizá, demasiado pronto. Allí se encontraba, en todo su esplendor, el enemigo común de todos los cuerpos de policía del mundo, la prensa. Centenas de muchachos, agarrando micrófonos y portando grandes artilugios de grabación, esperando expectantes a recopilar algo de información para vender. Verlos, como discutían por un mejor puesto o una mejor toma, era lo más parecido a ir a un circo de loros: todos gritando y piando y empujándose, como animales.



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En el texto hay: crimen, novelanegra, suspenso

Editado: 30.06.2020

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