El grupo de Apoyo

Capítulo: 1

Simone llevaba una semana entera de aquella manera. 

Pero no quería hacer nada más. 

El estar sentada en ese sofá, comiendo postres o cualquier comida chatarra que se le cruzara enfrente. Y ni por mencionar las botellas de vino que en menos de una hora estaban vacías. No era para menos. Realmente no creía que en ese punto de su vida existiese algo de lo cual ella tuviera el control. 

Todo pasaba demasiado rápido y fuera de su alcance. 

—Deberías estar buscando trabajo— mencionó Fay mientras comían, —No en mi sofá todo el día—

—Mandé mi curriculum a distintas empresas— Simone llevó una cucharada de nieve a su boca. 

—¿Y?—

—No he tenido respuesta alguna— 

Fay conocía demasiado a su hermana. 

Simone siempre estaba demasiado activa y moviéndose de un lado a otro. Pero últimamente era una persona completamente distinta, de acuerdo a su hermana. Inclusive la pizca pícara que siempre estaba en su mirada había desaparecido. 

Sus ojos se veían demasiado tristes o cansados, cómo si le hiciera falta dormir; a pesar de que dormía por horas. 

—Deberías intentar hacer algo nuevo— le propuso Fay, 

—¿Cómo qué?—

—Una vez mencionaste algo de repostería—

—Soy un asco en repostería— espetó —Y lo sabes—

—Entonces, ¿Qué mejor que intentar eso que nunca pudiste lograr y hacerlo bien?—

—¿Quién dice que lo haré bien?—

—Vamos Simone— intentó animarla —Será divertido—

—Quemaré tu cocina—

—Me vendría bien una remodelación—

Puede que aquella hubiese sido una actividad relajante para muchos. 

Pero no fue para Simone. 

Apenas quedó sola empezó a moverse por la cocina con la receta de brownies de chocolate en la pantalla de su celular. 

Fay sabía lo mucho que a su hermana le gustaba hornear —por más desastroso que resultara— y por ello se lo había sugerido. Cuando ambas eran pequeñas, Simone siempre mencionaba que algún día sería una chef demasiado reconocida, pero solo cocinaría postres. No más. Aquella fue la meta de la chica por más de doce años, hasta que descubrió que nunca lograba que alguna receta le quedara "decente" o "al nivel de un profesional".

Entonces se rindió. 

"Quizás en ese entonces era demasiado joven" se permitió pensar. Después de todo, era fácil, tan solo seguir unos cuantos pasos. Tan solo era mezclar huevos, cocoa, harina, azúcar, levadura y vainilla. No más. Y quizás tendría un postre que sería demasiado exquisito en cuestión de minutos. 

Sí. 

Era endemoniadamente simple todo.

La mente de Simone estaba demasiado enfocada en que todo era demasiado fácil mientras que la mezcla estaba en el horno. 

Tan sencillo y a pesar de ello se las ingeniaba para arruinarlo. El ir a la universidad, graduarse y tener un empleo fabuloso, después casarse y empezar una familia… parecía un plan asombroso. 

Pero no lo había conseguido. Se las había ingeniado para arruinarlo por completo. No tenía empleo y el último año había trabajado en un lugar que aborrecía con tal de pagar una deuda que no hacía más que crecer. 

Se seguía maldiciendo por haber creído que podía pagar aquel carro. Creyó que para ese momento tendría el empleo que tanto anhelaba y habría callado todas esas bocas que una vez le dijeron que no lo lograría. 

Se sintió tan inferior cuando se dio cuenta de que no habían estado en un error. 

Solía ser la mejor de la clase y la primera en todo. Pero apenas salió de la escuela, en su opinión, Simone había quedado en el olvido al igual que sus calificaciones sobresalientes. No importaba lo mucho que se esforzara, aquello era parte de su pasado.

Tristemente, por más que se lo propusiera, aquella "chispa" que le permitía ser un prodigio en todo lo que se proponía, había desaparecido.

Estaba frustrada. Pasó las manos por su rostro y lo restregó un poco, como si le ayudara a despejarse. Pero no. Ni siquiera aquel olor a quemado que pronto se coló por sus fosas nasales. 

—Mierda— soltó cuando recordó su intento, ahora fallido de brownies.

—¡Maldita sea!— exclamó cuando sacó la charola con fuego. 

Lo único que se le ocurrió fue lanzarla al fregadero y abrir la llave para dejar que el agua corriera sobre esta. Dos segundos después la cocina estaba empapada debido a la alarma de incendios que se había accionado. 

Cuando Fay llegó Simone no había sido capaz de deshacerse del olor a quemado. 

—Que demonios Simone— preguntó mientras agitaba frente a ella los papeles que había llevado consigo de la oficina. 

—Olvidé el horno— contestó mientras seguía intentando secar el piso. 

Lo cual no tenía sentido porque la alarma seguía encendida y el agua corriendo. 

—Tienes que oprimir el botón— mencionó Fay al subir a la isla de la cocina para alcanzar el aparato que seguía sonando. 

—¿Cuál botón?—

—¡Este!—

Y como sí de magia se tratase quedaron en silencio y el agua dejó de correr. Simone agotada y empapada se dejó caer al suelo mientras sostenía su cabeza y se reprochaba el haber sido tan tonta e irresponsable. No. Las lágrimas no hacían falta. 

—No pude hacerlo bien— se lamentó, —Lo arruiné todo—

—Solo te has distraído, levántate y ambas limpiamos—

—No me refiero solo a los estúpidos brownies— Fay se sentó a su lado y la miraba insistente, —No tengo trabajo o casa…—

—Tienes una vida por delante Simone—

—Seguiré cometiendo errores— se reprochó —¿Sabes que Thom cortó conmigo?—

—Me lo imaginaba—

—Me ha dicho que era lo mejor para ambos— mencionó Simone —Pero ha tomado la decisión solo, ¿Sabes? Si era lo mejor para ambos, ¿Por qué nunca lo hablamos?—

—Creo que te torturas demasiado al pensar en ello— espetó Fay —Además, si era lo mejor para ambos. Jamás debes conformarte con alguien que de menos de lo que das—




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