El grupo de Apoyo

Capítulo: 2

Simone mantenía su entrecejo fruncido mientras caminaba por aquella sala en busca de un asiento disponible. Creyó que jamás volvería estar en esa situación, se sentía como si se encontrara en secundaria de nuevo.

Un escalofrío recorrió su espalda de tan solo pensarlo.

Con una mueca se dirigió a la silla que estaba desocupada al lado de una mujer castaña bastante imponente. Ni siquiera se había retirado los lentes de sol y no alzaba la vista de la pantalla de su celular.

"El lugar perfecto" pensó.

A pesar de las muchas voces que había en aquella sala, Simone solo lograba prestar atención al ruido que provocaban las uñas de la mujer sentada a su lado al golpear la pantalla del celular.

Escribía bastante rápido.

Se limitaba a pasear su mirada por el lugar, intentando no detenerse en nadie pero visualizar cada uno de los rostros. No podía evitar el que su estómago se sintiera revuelto o esas ganas de salir corriendo de ahí.

Los siguientes minutos representaron un tormento para ella. Su pierna daba brincos y no podía controlarla, sus manos sudaban y temblaban; ni hablar de lo seca que estaba su boca.

Simone estaba tan sumida en la idea de levantarse e irse que no escuchaba lo que ocurría a su alrededor. La opción de mentirle a su hermana se hizo más tentadora con cada segundo. Podía salir de aquel lugar e ir por un café y fumarse un cigarrillo en las escaleras de algún edificio.

Apareció un dolor en su pecho trayendo consigo un recuerdo de ella y Thom fumando en las escaleras de aquel museo.

Aquel recuerdo basto para sacarla de sus pensamientos.

—… Y después de vivir todo esto, decidí que lo mejor que podía hacer sería ayudar a quienes se sientan perdidos como lo hice— finalizó su discurso el hombre que estaba de pie en el centro.

Todos aplaudieron y Simone los imitó, viéndose algo desordenada y distraída al hacerlo.

—Bien, ¿Te importaría ser el primero?— el hombre de lentes le había preguntado a otro sujeto que estaba sentado.

Este asintió, lambió sus labios un poco y después empezó:

—Mi nombre es Goran, tengo treinta y tres años y tuve una adicción a las drogas— dijo removiéndose incómodo en su asiento—Llevo un año sobrio, pero últimamente siento que todo se me viene abajo. No tengo casa, perdí a mi esposa en un accidente y la idea de volver a usarlas es cada vez más tentadora—

—Es un paso enorme que estes aquí y te lo agradecemos— espetó el hombre de pie, señaló al otro que estaba al lado de Goran y agregó : —¿Puedes continuar?—

—Si— contestó él, —Mi nombre es Chris, tengo cuarenta y seis años y tengo un problema con el alcohol. Mi pareja me ha dejado porque solía ponerme demasiado violento con ella y mis hijas. Y ahora que ellas no están, mi vida ha perdido el sentido—

Así fueron. Uno por uno, hasta llegar con la mujer que estaba al lado de Simone. Para su sorpresa, desde el inicio de la sesión había soltado su celular.

—Mi nombre es Ciara, tengo treinta y cinco años. Estoy casada, mi esposo Finnegan y yo tenemos dos hermosos hijos, pero últimamente siento que abandoné mi vida…— la voz de la mujer castaña se rompió y Simone sintió un nudo en su garganta, —Sé que sueno como una mal agradecida, pero cada día que pasa siento que me he dejado de lado. ¿Me estoy dando a entender? Creo que he abandonado todo por lo que en algún momento estuve luchando y…—

Una risa la interrumpió.

Simone dirigió su mirada a donde esta provenía y Oriel se burlaba desde su silla de Ciara.

—¿Qué te da tanta gracia?— le preguntó la castaña con su entrecejo fruncido.

—Eso no es un problema real—señaló este entre risas,

—¿Solo porque no ha intentado suicidarse?— la mujer que le preguntó eso era la misma que había mencionado el divorcio tan conflictivo por el cual estaba pasando. Y sí. Oriel también se había burlado mientras ella hablaba.

—¡Es que no es un problema de verdad!— insistió —Tiene una vida perfecta que muchos de aquí desearíamos—

—Creo que estás siendo muy irrespetuoso con ella— señaló una mujer que fácilmente era la mayor en aquella sala.

—¿Cree?— Simone le preguntó, —Cada uno de nosotros está atravesando una crisis ¿Y tú vienes a juzgarnos?—

—¿Y qué clase de problema tienes tú?— ella aún no sabía si estaba preparada para hablar, pero en definitiva no lo estaba para que la pisotearan —¿Papá te canceló tu tarjeta de crédito?—

—¿Qué problema tengo yo?— preguntó con una sonrisa irónica en su rostro, —He arriesgado todo por lo que he trabajado y me quedé sin nada. Me despidieron de un trabajo que aborrecía, pero pagaba la renta y gracias a esto me quedé en la calle. No puedo pedirles ayuda a mis padres porque me reprocharan el haberme mudado de ciudad para seguir a mi novio. Quién por cierto terminó conmigo. Estoy cada día más lejos de las metas que en algún momento me fije y mis desórdenes alimenticios están cada vez más cerca de la puerta de…—

—¡Esos no son problemas!— exclamó una mujer de mediana edad, —Ven aquí cuando te hayan abusado o agredido—

Simone la miró incrédula.

—¿Solo entonces seré digna de ayuda?—

—Escucha niña, no decimos que tus problemas no existan— dijo la misma mujer rascando sus sienes, —Lo que te digo es que no son lo suficientemente serios como para que hayas venido—

—¿Y tú porque has venido?— le preguntó Ciara, —Si tus problemas son tan grandes…—

—Creo que nos hemos desviado— la interrumpió Theo con una sonrisa incómoda.

Simone puso los ojos en blanco y decidió que ya había tenido suficiente. Se puso de pie y empezó a vestir de nuevo el suéter que había dejado sobre el respaldo de su silla. No necesitaba de estar en un lugar en donde la estuvieran cuestionando, realmente era lo que menos quería en ese momento.

—¿Te vas?— le preguntó Theo sorprendido.

—Por supuesto que me voy— le contestó ella con un tono bastante agresivo. —No he venido aquí a que me juzguen porque alguien cree que mis problemas son insignificantes. Vine aquí porque quiero solucionarlos y volver a encontrarle sentido a mi estúpida vida—




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