Al día siguiente, preparé la cena después de llegar del trabajo. La serví en la mesa y sólo lo veo a él con su cara malhumorada.
— Toma estúpido. — Dije llevando el plato hasta donde él ya que ni cuenta se dio cuando llamé y cuando la coloqué en la mesa. Ya me imaginaba.... Rob debe estar aquí, no sabía porque entré por el patio trasero. — ¡Marc debe estar acá!— Dije emocionada.
Eliot frunció el ceño, a él no le agrada Marc.
Abrí la puerta y salí, caminé hasta el auto y toqué la ventana sonriendo, el salió y me observó.
— Hola Lucy. ¿Cómo estás además de hermosa?— Me hizo sonrojar.
— Bien. — Sonreí. — Vamos a cenar.
— Estoy de guardia. — Dijo serio. Siempre se toma su trabajo en serio.
— Entra. — Ordené. — Para eso quedan esos tres de allá. — Dije con el ceño fruncido.
Él se rehusaba hasta que lo obligué a caminar, lo entré a la casa y coloqué otro plato. Empecé una conversación con Marc, él es un hombre excepcional, si mi corazón no latiera por el idiota que está a mi lado, sin duda él sería el hombre perfecto.
Eliot lo observaba con desprecio, ni siquiera comió nada.
Al terminar, hice que el tarado de Eliot lavara los platos, mientras que yo atendía a Marc como merece.
Fui a buscar mi fruta, pero me di cuenta que el estúpido se la había acabó toda.
— Iré al mercado. — Dije. Nunca duermo sin comer mi manzana, específicamente verde.
— La compras mañana, ya es tarde. — Dijo Lee malhumorado.
— Tu cállate, fuiste el que se la comió. — Miré a Marc. — Quedas en tu casa.
— Te acompaño. — Respondió.
— No, iré sola, debes volver a tu puesto. — Sonreí. — A demás, queda cerca.
— Queda a 10 cuadras de aquí. — Dijo Eliot azareándome la vida.
Lo ignoré, subí a buscar mi bolso, me peiné ya que estaba despeinada. ¡Qué pena con Marc! Me coloqué labial y salí. Escuche la risa de los dos tórtolos y corrí, tanto amor me da náuseas. (Los tórtolos son Leidy y Rob).
Cuando iba a abrir la puerta, Liot no me dejó salir.
— Te dije que es muy de noche, ve mañana. — Su ceño estaba fruncido.
— Apártate, en tal caso, a ti no te incumbe idiota.
— No irás. — Dijo serio.
Me acerqué a él e intenté patearle, pero me sostuvo.
¡Bam! Cayó en mi trampa.
— ¡Marc! ¡Ayúdame, Eliot quiere abusar de mi!— Grite.
De inmediato, apareció él y golpeó al idiota quien quedó sorprendido.
— Los veo luego chicos. — Dije cerrando la puerta.
Corrí. Los engañé, no es la primera vez que lo hago, es lo mismo de siempre, pero que el pobre de Marc está tan flechado conmigo que siempre me cree las travesuras y termina peleándose con el estúpido.
Recibí un mensaje de Eliot:
"Me vengaré Lucy, no CREAS que de esta te salvarás, juro que tomaré venganza".
Sonreí, nunca puede herirme intensamente cuando me "desmayo".
La noche está fría y oscura, faltaban unas tres cuadras más, hoy todo estaba desierto, ni autos cruzan por aquí.
Llegué al mercado y mis bebés fue lo primero que vi, compré muchas manzanas verdes para no volver mañana, aunque de seguro aquel estúpido me las comerá, por eso tendré que esconderlas en mi cuarto...
Después de pagar, caminé devuelta a casa, a tres esquinas, vi a unas personas seguirme, no sabía qué hacer, no podía levantar sospechas, tomé mi celular y le envié un mensaje al ingrato para que me dijera que hacer, pero no hubo contesta, los pasos estaban más y más cerca y entré en pánico, corrí, ya sabía, eran unos matones.
Mi funda de manzanas tuve que utilizarla y lanzarla a los matones, pero no les pegué a ninguno.
Seguí corriendo y me quedé pensando... que conveniente que después de que Eliot me dijera que tomaría venganza pase esto... ya comprendo... estos idiotas trabajan para él... ¿Quiere darme un escarmiento? ¡Qué lo intente!
Dejé de correr y me enfadé bastante, gasté todo mi dinero en esas manzanas y las desperdicié en esos estúpidos...
Eran tres, así que decidí golpearlos en su parte, lo hice, cosa extraña, eso nada más lo logro por mi fruta. — . — Caminé directo a casa después de golpearlos, tomaré venganza... haré que se gaste un dineral... — . — despreciable guardaespaldas de cuarta...
— ¡Lucy!— Escuché a alguien gritar.
Alcé mi mirada y lo vi. Lo ignoré y seguí caminando.
Sentí como me haló hacia atrás y como me envolvió en sus brazos. Eso me hizo enojar aun más, primero, es un idiota que no se da cuenta de mis sentimientos y segundo, me hizo perder mi paga del mes, no... esta vez no lo perdono.
— ¿Dónde están los "matones"?— Preguntó.
— Les di una paliza. — Me solté de su agarre y seguí caminando con paso más apresurado. — Deberías pagarles el triple porque les pegué bien fuerte. — Dije.