Al despertar, veo a Eliot abrazándome, él duerme y yo lo abrazaba a él. ¡¿Qué demonios...?!
¡No puede ser! ¡Me equivoqué de habitación!
Salté de la cama y corrí a mi alcoba, nadie debe saber de esto. Una vez dentro, veo que eran las 6:15 de la mañana, hoy me iré a trabajar más temprano, todo por no encontrarme con él.
Me bañé y me cambié, me coloqué mi bolso y bajé las escaleras, preparé tostadas y saqué un vaso de jugo, lo coloqué en la mesa, llevé la jarra del jugo al frigorífico, subí el pan en la despensa y al voltear, él se comía mi pan y bebía mi jugo, no apartaba su mirada de mí. ¡Diablos...!
— ¿Dormiste bien, Lucy?— Preguntó cuando bebía el jugo.
Mis nervios empezaron a arremolinarse en mi cuerpo.
— ¡¿Eh?! Yo... yo no dormí, me la pasé... en mi cuarto escuchando música. — Dije nerviosa.
— Mm... en tu cuarto escuchando música...— Dijo.
Traté de correr para escaparme de su mirada, pero él me obstruyó el paso.
— Anoche alguien entró a mi cuarto y me abrazó. — Dijo.
— ¡Anjá! ¿Qué haces trayendo novias a mi casa?— Dios... sálvame, él está muy cerca de mi rostro.
— No, no he traído novias, ¿Por qué, celos?— Preguntó.
— ¿Celos? ¡Já! No te creas importante. — Exclamé.
— Encontré una venda que había colocado a una sola persona ayer porque unos idiotas la habían herido. ¿Sabes algo al respecto?— Cuestionó.
— Jajaja ¿Habrán ratas en mi casa? Mejor voy y consigo un exterminador. — Salí corriendo, pero él es más rápido que yo y me apegó en la pared para que no escapara, traté de zafarme, pero no conseguí hacerlo, me tumbó al piso y me miró.
— Estás toda roja. — Dijo sonriendo.
— Un tonto ha hecho que mi sangre se me subiera a la cabeza. — Dije.
— ¿Te gusto, Lucy?— Preguntó serio.
— ¡¿Eh?! ¡Claro que no!— Grité.
— Tu cara te delata...— Suspiró. — ¿Por qué entraste a mi habitación anoche?
— ¡No lo hice!— Mentí.
— Ojalá supieras mentir. — Dijo. — Repito: ¿Te gusto, Lucy?
¡Diablos... diablos... diablos...!
Su cara estaba cada vez más cerca de la mía.
— Eliot... yo...— Fui interrumpida.
— ¡Waiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!— Gritó Lely. — ¿En serio salen? ¡No me digan, no me digan! Regresaré a mi habitación, no quiero presenciar lo que ustedes harán. Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii que feliz estoy por los dos... — Exclamó emocionada.
Eliot se quitó de encima de mi inmediatamente y trató de explicarle a Lely, él la ama a ella... No a mí.
Corrí hacia afuera y me fui a mi trabajo, todo es mejor que sufrir todos los días el mismo infierno de saber que vivo un amor unilateral.
Sin duda alguna Eliot es un idiota, pero... ¿Por qué siempre me fastidia? ¿Por qué me abrazó aquella vez? Últimamente lo siento muy extraño...
Hoy tendría una cita con Marc, trataré de darle una oportunidad ya que él siempre me ha demostrado el buen hombre que es.
Tomé mi tarjeta, la que tengo para una emergencia y compré un vestido después de salir del trabajo. Regresé a casa y ni Lely ni el tarado estaban, eran las 4:00 pm, la cita sería a las 4:30, me preparé y me arreglé, opté por no vestirme con un vestido muy formal sino casual, me avergonzaba, después de todo, es mi primera cita en toda mi existencia.
Minutos más tarde, bajo las escaleras y el idiota se queda mirándome.
— ¿A dónde vas?— Preguntó Eliot.
— Ese es mi problema. — Dije ignorándolo.
— Ese vestido es muy corto. — Dijo con el ceño fruncido.
— No es cierto, estás mintiendo. — Dije sonrojándome.
— Quítatelo. — Habló serio.
Me reí, ¿Qué le pasa?
Lo ignoré y me alcé para bajar un vaso de la despensa. Sentí como él bajaba mi vestido, volteé y le miré furiosa.
— ¡¿Qué haces?!— Grité.
— Te dije que es muy corto, ve y haz lo que digo, ponte otra cosa. — Exclamó con enfado.
Lo empujé al escuchar el timbre.
— Vinieron a buscarme, no me fastidies. — Caminé, pero sentí cuando me halaba hacia atrás.
— Lucy, no me hagas perder los estribos, sube y ponte algo decente. — Dijo mortificado.
— ¡¿Qué demonios te pasa?! ¿Desde cuándo te importa cómo me visto?— Pregunté.
— Haz lo que digo o juro por mi honor que te encierro acá. — Habló seriamente.
El timbre seguía sonando, lo pateé y corrí hacia la puerta, la abrí.
— Hola Lucy...— No lo dejé acabar. Lo halé y salí corriendo con él.
— ¿Dónde está tu auto?— Pregunté apresurada.
— Ahí. — Señaló al frente. Vi a Eliot correr hacia nosotros.