El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 1| Maldito destino

Jennifer

Apenas la camioneta se detiene frente a la propiedad de mi padre salgo hecha una furia con mi amiga siguiéndome los pasos y con el montón de idiotas a mi lado, escoltándome.

Subo las gradas de mármol y cuando estoy a punto de tocar el timbre la puerta se abre y mi padre aparece mirándome con preocupación.

— ¿Estás bien? Me dijeron lo del atentado. — frunzo el ceño.

— ¿Te refieres a la balacera que tuve que presenciar como una “gran bienvenida” por tu culpa? — mi padre exhala.

— No es mi culpa, al ser el senador tengo muchos enemigos, personas que buscan retirarme del cargo, sobornarme o hacerme tanto daño como para asesinar a la persona que más quiero, a ti.

Me sonríe y por unos segundos bajo la guardia. Le sonrío y me acerco para abrazarlo, — te extrañé tanto, pequeña.

— Y yo a ti, papá. — sonrío rodeando su torso con mis brazos.

— Pues no parece. — expresa con cierto reproche. — No querías venir a verme.

Hago una mueca. — No es por ti. — le digo sinceramente. — es por todo lo que sucede a mi alrededor cuando no soy la hija de Charles Campbell, sino del senador de esta ciudad, precisamente lo que acaba de pasar en el aeropuerto.

Mi padre aplana los labios en una fina línea. — prometo que intentaré que tu estancia en Miami en estos dos meses sea lo más normal posible, me aseguraré de que estés completamente protegida. — se queda pensativo por unos segundos, hago una mueca, sé que eso significa que tendré a diez gorilas vigilándome todo el día ¿Qué de normal tiene eso?

— Papá…

— Hablaremos de eso en mi despacho. — dice y no replico, conozco cuando se pone en modo mandón y justo ahora parece estarlo. Mira a mi derecha y sus cejas se arquean, supongo que ha visto a mi mejor amiga. — Tú debes ser…

— Megan. — responde precipitadamente y le doy un sutil codazo para que cierre la boca, lo que mi padre más odia es que lo interrumpan. — Megan Murphy, es un placer conocerlo señor senador.

Alzo las cejas, no estuvo tan mal su presentación para ser la loca más trastornada que conozco y que está fuera de un manicomio.

Mi padre asiente con su mirada adusta y seria. — igualmente, es un gusto que mi hija haya traído a una amiga, es la primera amiga que le conozco. — esta vez parece relajarse un poquito más. Mi amiga sonríe como el guasón. Oh justo ahora soltará una estupidez.

— Bueno probablemente es porque soy la única que aguanta a una riquilla estirada como ella, la vida le apesta, tal como a mí.

Papá endurece su expresión y suspiro. Definitivamente este será un largo verano.

— Jennifer, necesito que hablemos en mi despacho. Ahora. — se retira siendo seguido de tres de sus hombres. Miro de reojo a mi mejor amiga.

— Creo que la cagué. — se muerde el labio con ansias.

— ¿Tú qué crees? — masajeo mis sienes, creo que el estrés que me cargaré en este lugar me robará toda la energía que necesito para mi último año de universidad. — iré a hablar con mi padre. — me paro frente a ella y la miro suplicante. — por favor, no te folles a un escolta en mi ausencia.

Sonríe cínica. Esta mujer no cambia, y tampoco quisiera que eso pasara, aunque parezca irritada todo el tiempo con su inmadurez y actitud de niña rebelde, reconozco que me brinda esa frescura que mi vida necesita. La quiero realmente.

— Descuida, nena. El guardaespaldas que me interesa acaba de irse siguiendo a tu padre, quizás después lo haga. — me guiña un ojo y sonrío negando, supongo que se refiere al moreno que nos escoltó desde el aeropuerto, lo acepto, es un hombre sexy. No lo conozco, en realidad no conozco a la mayoría de los hombres que mi padre tiene a su cuidado, al parecer las cosas cambiaron mucho desde la última vez que estuve aquí hace 2 años, empezando por su personal.

Me alejo de mi mejor amiga que se queda curioseando la mansión. Para ella tanto lujo debe ser nuevo, su familia en Inglaterra no es pobre, es algo acomodada, pero nada que ver con las ostentosidades de mi familia.

Me dirijo por el largo pasillo al despacho de mi padre, voy tan distraída que choco con alguien, un pecho tan firme que hago el amago de caer, siento su mano pegarse a mi espalda salvándome de una ridícula caída.

— Cuidado. — un escalofrío me recorre el cuerpo al escuchar una voz ronca y gruesa. Subo la vista y tengo que parpadear algunas veces para asegurarme de que lo que mis ojos ven no es un más que una alucinación perfecta.

Unos grandes ojos negros me observan, fríos, inexpresivos. Miro su rostro, endurecido, con rasgos varoniles, nariz recta, labios algo gruesos, una mandíbula cuadrada adornada por una barba perfectamente cuidada, ojos oscuros, los más oscuros que he visto en mi vida, cabello negro y piel bronceada.

En una sola palabra, un maldito espécimen delicioso, el hombre más atractivo que he visto en mi puta vida.

Tan obnubilada me encuentro que no me percato de que sigue agarrándome por la cintura, gruño y lo separo abruptamente. Sacudo la cabeza y vuelvo a mis cabales, muy guapo y todo, pero por su culpa casi caigo de culo y hago el ridículo.




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