El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 3| Niña insoportable

Kyle

Subo y bajo en la barra de acero liberando toda mi frustración.

¿Cuidar a una cría consentida e inmadura?

Oh, joder. Definitivamente cuando me hice cargo del puesto de mi padre hace más de un año nunca esperé que me designaran una tarea como esta.

Ser el guardaespaldas del senador ya es de por sí un trabajo estresante, los ataques constantes que recibe nos obligan a estar alerta cada minuto del día, su cuerpo de seguridad bordea los treinta hombres. Y yo los dirijo a todos.

Soy teniente primero de la milicia de los Estados Unidos. No recuerdo mi vida fuera de un cuartel, y apenas salí del ejército me hice cargo del cuerpo de seguridad de Charles Campbell. Me agrada trabajar para él, es un hombre altruista y excelente en su trabajo, el problema es que no supo educar a la muñeca diabólica que tiene por hija.

Confieso que a primera vista quedé impresionado con su belleza; delgada, cabello largo y rubio semejante al oro, ojos azules y labios gruesos. Divina, pero solo le bastó abrir la boca para que todo ese encanto se desvaneciera.

Una chiquilla que nada conoce de educación y modales.

Nunca me había sentido tan estresado en un solo día, ni siquiera después de estar en mitad de un tiroteo o desarmando una bomba en mitad del tráfico de Miami.

Hago doscientas flexiones más y me bajo de la barra para continuar en la caminadora. Pongo la velocidad máxima y comienzo a correr imaginándome huyendo de esa niñita insoportable. Pasa el tiempo, no sé cuánto, solo que mi cuerpo está bañando en sudor y mi frustración logra calmarse un poco.

— Amigo. — siento la palmada de Michael en mi espalda. — baja ya, llevas ahí más de cuarenta minutos.

Volteo a mirar al moreno, me bajo de la caminadora y seco mi cara y cuello con una toalla mientras bebo de mi botella de agua.

— ¿Qué te pasa? — camina a mi lado rumbo a las duchas. — desde ayer te veo más estresado de lo común, ¿Quizás es por tu nuevo trabajo de niñera?

Se burla y lo acribillo para que no espete tonterías. Bastante ya con mis ganas de dejar mi cargo.

— Vamos ya, es una broma. Además, no creo que sea tan malo cuidar a la heredera Campbell, esa chiquilla es preciosa.

— E insoportable. Sobre todo eso. — replico entrando a la ducha y abriendo un grifo. Mi amigo hace lo mismo a mi lado.

— ¿En serio es tan molesta? — pasa el jabón por su torso. — aunque en el poco tiempo que tuve que cuidarla me mandó al carajo como tres veces. Definitivamente esa mujer tiene carácter.

— Más que carácter es una grosera. — siseo lavándome la cara. — y lo peor es que no puedo hacer nada para que Campbell cambie de opinión, esa niñita es la luz de sus ojos, no confía en nadie más que en mí para cuidarla.

— Nunca había deseado con tanto fervor no estar en tus zapatos. — resoplo y termino de bañarme, tomo una toalla y la pongo en mi cintura.

Mis ojos se abren como platos al ver quien entra por la puerta, la rubia insoportable.

— Hey tú, ¿Dónde rayos te metiste? — esta niña está loca, aquí hay más de cuatro o cinco hombres desnudos y a ella le vale un carajo. — se supone que debes estar conmigo día y noche ¿No? — gruñe y mira de reojo mi torso desnudo. Alzo una ceja, por más que lo niegue sé que le atraigo. Pero con lo orgullosa que es no lo aceptara, y yo tampoco aceptaré que ella me atrae solo un poco. Casi nada. — ¿Por qué mierda no estás disponible cuando te solicito? — aprieto la mandíbula y volteo a mirar a Michael que sonríe divertido al ver la histeria de la chiquilla.

— ¿Por qué está aquí? — gruño y me acerco a ella. — ¿Quién le dijo que podía entrar a este lugar? — la tomo del brazo para sacarla antes de que su padre se entere de que su querida hija estuvo en las duchas de sus guardaespaldas, viéndolos como Dios los trajo al mundo.

— ¡Suélteme! — espeta y se zarandea. Ruedo los ojos, esta niña grita más de lo que habla. — no lo repetiré, que me suelte o no respondo. — la empujo fuera y trastabilla un poco, reprimo mi risa. — ¡Maldito! — me empuja y respiro profundo.

— Ya cálmese. — inmovilizo sus muñecas para que no siga agrediéndome. — Le hice una pregunta ¿Qué hace aquí?

— Vine a buscarlo ¿No es obvio? — me mira como si fuera un total estúpido. — además esta propiedad es de mi padre, incluido el gimnasio y la ducha, tengo todo el derecho de venir si se me pega la regalada gana.

Aprieto la mandíbula, bastante altanera me salió esta niña. Que ganas de callarle la boca de la forma en la que me gusta.

— No son ni las siete de la mañana y ya está fastidiando. — abre la boca con indignación. — dígame señorita Campbell ¿Qué se le ofrece?

— Quiero que me lleve al centro comercial. — frunzo el ceño. — necesito trajes de baño para la playa.

— Ir a la playa no es recomendable en este momento, acaba de llegar y la noticia está en boca de todo el mundo, buscarán atacarla. — ella me dedica una mala mirada.

— Me vale un reverendo rábano si quieren hacerme daño, vine a divertirme y nada me detendrá de hacerlo. Además, para esa tengo quien me defienda ¿No? ¿O es que para qué le pagan?




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