El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 4| Protegiéndolo

Jennifer

La angustia hace que mi cuerpo se sacuda en temblores que no puedo controlar. El pánico dificulta mi respiración y estar totalmente a ciegas es una sensación aterradora.

No sé quiénes son las personas que me llevan, cuando me percaté ese lugar estaba atiborrado de gente, luego un pañuelo en mi rostro y me desvanecí.

Ahora me despierto y no veo un carajo. Creo que han puesto una especie de saco sobre mi cabeza, solo logro divisar siluetas. Una a mi derecha, otra a mi izquierda y dos más frente a mí.

Esto debe ser una puta broma. ¿Dónde carajos estaba mi guardaespaldas cuando lo necesitaba?

Todo esto es culpa de él, se pasó pegado a mí todo el día, actuando como un paranoico a cada lugar que íbamos, y de un momento al otro me secuestran frente a sus narices y ni cuenta se da.

¿El mejor de todos? Lo dudo.

Llevo un día en esta jodida ciudad y ya estoy en manos de los enemigos de mi padre.

No quiero ni imaginarme lo que me harán, lo más probable es que me torturen y pidan una gran suma de dinero como recompensa a mi padre para rescatarme.

¡Maldito Kyle!

Cuando lo vi segundos antes de que todo pasara él estaba con el celular en su mano, sonriendo como un idiota por lo que sea que estaba leyendo.

Se distrajo y ahora estoy pagando el precio de su error.

— Llegaremos en veinte minutos, diles que tengan todo listo. — habla un hombre a mi derecha y me sacudo.

— ¿A dónde me llevan? — me retuerzo, mis manos están atadas a mi espalda, el mero roce hace que mi piel se lastime.

— A un lugar donde te tratarán como la reina que eres. — todos se ríen por el estúpido comentario del idiota que no conozco. Exhalo pesadamente.

— Todos ustedes se arrepentirán de lo que están haciendo, les recomiendo dejarme ir ahora si no quieren pagar las consecuencias por su estupidez. — nuevamente risas.

Para estos imbéciles soy un payaso. Y las ganas de asesinar al inepto de mi guardaespaldas crecen a cada segundo.

— ¿Para qué te dejaríamos ir si eres una minita de oro? — me exalto cuando siento una mano posarse sobre mi muslo izquierdo. — pero mira que belleza de hija ha tenido el viejo ese.

Aprieto mis labios con asco. — puede que me divierta un rato contigo, ya te me antojaste.

— No me toques puerco asqueroso. — espeto furiosa y el imbécil vuelve a reírse. Pega sus labios a mi hombro y lo besa y muerde haciéndome tensar llena de repudio.

— Todo esto es culpa de tu padre, puedes culparlo a él. ¿Cómo pudo dejarte sola sabiendo que eres el blanco de todas las personas que lo odian en esta ciudad? — cierro los ojos intentando contener mis nervios. — ¿Tan poco le importas? — dice con sorna. — ya veo que más le interesa proteger a su prometida que a su propia hija. Que ironía.

— ¡Cállate! — espeto al borde de las lágrimas. — mi padre acabará con cada uno de ustedes malditos delincuentes. — espeto y algunas gotas saladas ruedan por mis mejillas.

¡Maldito Kyle!

Lo mando al carajo por segunda vez, estoy tan furiosa que si lo tuviera al frente lo patearía en los huevos por imbécil.

El carro derrapa en la carretera en un movimiento brusco que me empuja un poco hacia adelante. Noto que todos adentro se ponen alerta. No puedo ver una mierda, y eso me desespera. Impactos de bala comienzan a escucharse, golpean la carrocería del auto y mi corazón logra latir tan aceleradamente que pienso se detendrá en algún momento.

¿Será él?

Pero… ¿Cómo logró encontrarnos tan rápido?

No me importa, nada en lo absoluto, solo que me salve de esta gente. Después, solo después me las cobraré con creces.

Otro impacto, el auto frena secamente haciendo que mi cuerpo caiga hacia adelante, una persona me empuja nuevamente a mi asiento y me quejo al sentir mis rodillas adoloridas.

Juro que me las pagará.

Dos de ellos bajan del auto y empieza una balacera. Tiemblo sintiendo el corazón en la garganta, el tipo a mi izquierda me sujeta pasándome su antebrazo por el cuello y pegándome a él.

— De esta no sales con vida princesita. — habla a mi odio.

Mi respiración se torna dolorosa, siento que hiperventilo, tener esta cosa en la cabeza que se pega a mi cara y me impide tomar aire es mucho peor.

Encima el desconocido me aprieta cada vez más, obstruye el paso del aire y por un instante me pregunto ¿Vale la pena tener todo un imperio para mí si mi vida es una constante batalla por sobrevivir?

Solo quería disfrutar de la playa junto a mi mejor amiga.

¿Es ese un pecado tan grande?

Las lágrimas bajan por mi rostro hasta empapar mi cuello. No quiero vivir así toda mi maldita vida.

Otro impacto y un sacudón en el auto.

El tipo que me tiene agarrada por el cuello coloca algo duro en mi sien. Un arma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.