El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 7| Adrenalina

Jennifer

— No entiendo por qué no puedo ir. — mi amiga hace una pataleta mientras busco que ponerme para esta noche.

— Porque tengo una cita, Meg. Y una cita es de dos. — le recalco y gruñe.

— Pero Kyle irá. — espeta irritada. — puedo acompañarlo para que no se sienta tan incómodo mientras te manoseas con otro frente a sus ojos.

Volteo a mirarla. Me cruzo de brazos escrutándola. — ¿Qué te traes con mi guardaespaldas? — la encaro, cosa que parece sorprenderla.

— Somos amigos. — afirma y arqueo una ceja, incrédula.

— Amigo el ratón del queso. — aprieto los labios y vuelvo a mi tarea.

— Lo digo en serio, solo somos amigos, ese hombre es demasiado serio, una vez intenté abrazarlo y me apartó de él como si yo tuviera lepra o alguna enfermedad contagiosa. — sonrío imperceptible, eso si lo creo, cuando lo rodee con mis brazos ese día me alejó de él como si temiera que le pasara mi peste. Oh, pero la imbécil esa si se le pega como una lapa y él no hace ni un mínimo esfuerzo por apartarla.

— Amiga. — sacudo la cabeza y volteo a mirar a Megan. Está a mi lado mirándome con curiosidad. — te desconectaste por unos minutos, ya estabas preocupándome. — me quita la prenda que mantenía arrugada en mi mano sin darme cuenta. — ¿Quieres que te ayude a escoger algo? — inquiere y asiento con una sonrisa.

— Por favor. Lo más sensual y atrevido que veas. — se carcajea y accede. Camino a la cama para sentarme y revisar mi celular. No tengo redes sociales, otra desventaja de ser la hija del senador, ni siquiera puedo subir una foto mía al internet.

Mi amiga se decanta por buscar el mejor atuendo para mí. Después de unos minutos voltea con una sonrisa pícara en el rostro.

— Lo tengo. — afirma y acomoda las prendas en la cama. Consiste en una falda de cuero negro tan pequeña que a duras penas me cubre el culo, un top rojo que deja todo mi abdomen descubierto y una chaqueta de cuero que combina con la falda, me llega solo hasta las costillas y pequeñas piedras en lo largo de las mangas le dan un brillo particular.

— Me gusta. — le sonrío cómplice. — mientras más destapado mucho mejor.

— ¿Qué estás tramando, Jenny? — entorna la mirada. — te conozco y tú no acostumbras a usar este tipo de atuendos.

Juego con la pequeña pedrería de la chaqueta. — quiero vivir al máximo y hacer lo que me dé la puta gana, Meg. — ella abre los ojos con cierta impresión. — estoy cansada de comportarme como la niña correcta, la heredera recatada que solo vive a la sombra de su poderoso padre.

Mi amiga sonríe y me abraza. — así se habla, cabrona. — me río por su apelativo. — me siento muy orgullosa de mi bebé, estás creciendo.

— Necesito unas botas muy sensuales para completar mi outfit. — ella concuerda conmigo y vuelve a mi armario. Minutos después saca unas botas color rojo que me llegan sobre las rodillas. Doy palmaditas emocionada.

— Solo sé que a Kyle esto no le gustará. — dice y entorno la mirada. — cuando se entere de que te vas a ir a una carrera clandestina con tu exnovio se volverá loco.

— Por eso es que él no lo sabrá. — me mira curiosa. — no se lo diré, él solito se dará cuenta de eso.

Se carcajea. — eres una arpía.

— Esa soy yo. — le guiño un ojo y empiezo con mi tarea de cambiarme. Cuando termino mi amiga me ayuda a arréglame. Me decido por hacerme una cola alta, sobre mi coronilla, aliso mi cabello, naturalmente es ondulado, pero para darle realce al peinado lo dejo completamente lacio. Meg me maquilla a su antojo, ella es excelente en esto.

Cuando terminamos me miro en el espejo y sonrío satisfecha. Mi atuendo grita “mírame” y eso es lo que quiero. Que él lo haga. Que me piense, inclusive en sus sueños, que no pueda dejar de mirarme, que sienta que está haciendo lo incorrecto, pero aun así no pueda contenerse.

Porque esa es parte de mi bien maquinada venganza. Tentarlo, llevarlo a su límite, hasta que ya no pueda con la ansiedad de querer asesinarme o quizás devorarme. Lo importante es joderle la vida.

Confieso que soy bastante rencorosa, cuando alguien me hace algo no se me olvida fácilmente, desquitarme es mucho más satisfactorio que perdonar, así que es lo que estoy haciendo con el pelinegro, cobrarme cada una de sus palabras.

— Te ves como toda una perra empoderada. — me carcajeo, Meg es la chispa de alegría y picardía que le faltaba a mi vida.

Me pongo perfume y me despido de ella para bajar a la estancia principal. Agradezco que mi padre no esté, tenía una importante reunión con su equipo de trabajo, así que no tengo que darle explicaciones a nadie de por qué estoy saliendo con esta ropa a una cita con mi exnovio a esta hora.

Cuando estamos en la mansión Kyle no me sigue por todos lados, hay demasiada seguridad, nadie en su sano juicio se atrevería a entrar aquí. Me acerco a la puerta principal y encuentro al cabeza de encendedor hablando con tres de sus hombres. Les da órdenes, me gusta ese gesto serio e imperturbable que tiene cuando se pone en el papel del jefe de seguridad, del militar y hombre imponente.

Salgo totalmente y camino en su dirección. Su gesto adusto se transforma al verme. Sonrío satisfecha porque la mirada que me dedica me dice que no me es del todo indiferente, y que… mi plan marcha a la perfección.




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