El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 8| Un error

Mis bellas lectoras, les traje un capítulo antes porque no pude contenerme hasta mañana jaja sí lo sé, soy una fácil. Pero es que ustedes son las mejores, y con todo el amor que me brindaron no pude resistirme, gracias por todo su apoyo, es lo más bonito que tengo, espero disfruten el capítulo. las quiero :D

Kyle

Termino de lavar mi cabello hasta que el último rastro de ese jodido tinte abandona mi cabeza. Debí verme ridículo buscando en la madrugada algún producto que me ayudara a quitarme esto de encima.

Ahora que estoy en la soledad de mi departamento, mirándome frente al espejo, con mi expresión atormentada y confundida, desearía también encontrar algo que me sacara a esa niña de la cabeza.

Gruño apretando mis manos en puños.

Estos por mucho han sido los peores días de mi jodida vida. Mi trabajo se ha convertido en un chiste por su culpa, pasé de proteger a uno de los hombres más importantes de la nación, a cuidar de que su malcriada hija no se rompa el culo en una jodida carrera de autos.

Me encuentro estresado, exasperado, frustrado y confundido.

Estoy agotado, tanto física como emocionalmente.

Volteo a la ducha y abro el grifo. Son las tres de la mañana y alejarme de esa chiquilla es por mucho una sensación liberadora.

Después de lo que sucedió en ese lugar, después de haber actuado impulsivamente, cosa rara en mí, y de haber probado el manjar de sus labios. Todo se volvió más que tormentoso para mí.

Me meto bajo el agua tibia y dejo que caiga sobre mis hombros, intentando encontrar algo de tranquilidad al permanecer lo suficientemente lejos de esa caprichosa mujer.

Sé que sobrepasé una línea que nunca debí haberme permitido traspasar, desde que la vi por primera vez me percaté de que entre ambos había cierta atracción, que inevitablemente hacía que nos repeliéramos para no llegar al punto en el que nos encontramos ahora.

Ahora lo he complicado absolutamente todo. He puesto mis manos sobre la hija del senador, y no precisamente para protegerla, la toqué porque me apetecía sentir la suavidad de su piel, profané esa dulce boca y disfruté de sus aterciopelados gemidos mientras mis manos recorrían su grácil figura.

Fui un idiota al haber dejado que mi instinto de hombre me dominara. Le he fallado a mi padre, a mi profesión, al senador, pero sobre todo me he fallado a mí mismo.

Este es un monumental error y por mucho que mis deseos más oscuros me supliquen volver a probar del elixir de sus labios, tengo que remediar mi gran error.

Tengo que dejar de mirarla como un hombre y enfocarme en que soy su guardaespaldas. El hombre que la protege, más nada.

Si ella quiere acostarse con ese tipo no debo entrometerme, es su vida y su cuerpo. Que haga lo que se le apetezca.

Exhalo apoyando mis manos en la pared. El aire abandona mis pulmones agitadamente, tenso mis músculos y vuelvo a ese momento en el que su lengua batallaba con la mía, sus manos jalando mi cabello, pegándome a ella sin querer soltarme.

Sonrío. Es una loca posesiva.

Cierro la llave y tomo una toalla. Necesito sacármela de la cabeza joder.

Me seco y pongo la toalla en mi cadera, camino a la alcoba y me pongo una camiseta con una pantaloneta. Salgo nuevamente y voy al balcón. El frío azota mi piel, pero es lo que necesito para volver a poner los pies sobre la tierra y lejos de esa chiquilla problemática.

Me subo a la caminadora y comienzo un trote constante. Vivo en el séptimo piso de un edificio de departamentos, la zona en la que me encuentro no es la mejor, pero era para lo que mi presupuesto alcanzaba, no podía darme el lujo de ir a una zona residencial, costosa y opulenta, cuando mi objetivo es otro; ahorrar y crear mi propia agencia de seguridad.

Es un sueño grande y ambicioso, pero sé que con perseverancia lo alcanzaré. Siendo jefe de seguridad del senador de la Florida gano un jugoso sueldo, y excelentes beneficios. Intento gastar lo mínimo, solo me faltan siete cuotas y termino de pagar el departamento, pago los gastos de mantenimiento, y como vivo prácticamente en la mansión Campbell mi consumo aquí es mínimo.

Mi padre hizo un gran esfuerzo en brindarme la educación y lo mejor que ante sus posibilidades podía ofrecerme. Nunca hemos tenido comodidades, no provenimos de una familia rica o un apellido de renombre, nuestra vida ha sido difícil, intentando salir adelante con todas nuestras limitaciones. Algo en lo que difiero absolutamente de la rubia.

Su mundo y el mío son completamente distintos, ese es otro motivo por el que debo alejarme de ella, por lo menos en el ámbito personal. Si su padre se llega a enterar de lo que sucedió entre ambos pierdo mi trabajo, y eso implica en que mi vida se vaya al carajo al no poder solventar este lugar, los gastos y ese ambicioso sueño que guardo con recelo.

Pasa media hora aproximadamente. Mi cuerpo ya se encuentra empapado en sudor, la caminadora está en su máxima potencia. Mi corazón late aceleradamente y bloqueo cualquier tipo de pensamiento que la involucre a ella.

Por lo menos tendré dos días para desintoxicarme de su veneno. De su dulzura. De su tormentosa belleza.




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