El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 17| Me hace daño

Soundtrack: This Love - Camila Cabello

Jennifer

Apenas llego a la mansión me encuentro con mi padre que se levanta rápidamente del sofá y viene a mi encuentro.

— Jennifer, ¿A dónde fuiste? — me mira ceñudo.

— Necesitaba… despejarme un rato. — intento caminar hasta las gradas, pero me detiene tomándome del brazo.

— Nuestra conversación no ha terminado. — gruñe. — saliste sola, violaste mi seguridad, y encima mira como vienes. ¿Qué está pasando contigo, hija?

— Papá… te lo suplico, por favor. Solo quiero irme a dormir, mañana puedes regañarme todo lo que quieras.

— Cariño, solo estoy preocupado por ti. — cierro los ojos y un par de lágrimas se me escapan. — ¿Qué te pasa, linda?

Enmudezco sintiendo un gran nudo acentuarse en mi pecho. ¡Maldito idiota!

No quiero sentirme de esta manera, pero no puedo evitarlo, sus palabras se reproducen una y otra vez en mi cabeza.

Su frialdad. Su poca importancia. Su crueldad.

— Te lo suplico, padre. Solo… déjame ir a descansar, mañana hablaremos.

Frunce los labios y asiente soltando mi brazo.

Subo las gradas rápidamente y me encierro en la habitación. Sollozo entrando a mi baño. Me desnudo y entro a la ducha. El agua tibia cae por mi cuerpo, mis lágrimas se mezclan con ella y me quedo en ese baño, llorando y maldiciéndolo por desgraciado.

Había comprobado que para él no fui más que una aventura más. Y sé que él me dijo que lo nuestro no podía pasar del sexo, pero joder… quizás lo confundí todo; sus miradas cómplices, sus sonrisas, sus caricias después de entregarme a él.

Fui tan estúpida, Kyle nunca me vio como algo más que la niña que se follaba.

Jugo conmigo y yo dejé que lo hiciera, le permití entrar a mi corazón para que lo destruyera como le dio la gana. Yo soy la culpable de que esto haya sucedido, nunca debí enamorarme de él.

Nunca debí dejarme envolver por su increíble atractivo o personalidad misteriosa.

No debí perderme en esos ojos negros, en sus labios o en su cuerpo.

No debí.

Escucho toques en la puerta y salgo de la ducha poniéndome un albornoz. Camino a la puerta y me encuentro con Meg que me mira alarmada por mi deplorable aspecto.

— ¿Qué pasó? — mi mentón tiembla y la mirada se me nubla. Ella abre los ojos como platos. — Oh, no esto es malo.

Entra a la habitación y cierra a la puerta. Se acerca y me rodea con sus brazos. Lloro sobre su hombro dejando salir todo mi dolor. — cariño, ¿Qué sucede? ¿Es Kyle?

— Estaba con esa mujer. — mi voz se escucha ahogada. — se metió con ella, aunque yo le pedí que no lo hiciera.

— Cabrón. — acaricia mi cabeza y me guía a la cama. Se sienta en ella y me invita a que apoye mi cabeza en sus piernas. Acaricia mi cabellera mientras lloro en silencio. Nunca había tenido un sentimiento como este, jamás algo me había dolido tanto.

Kyle me había roto totalmente. ¿Cómo mierda dejo de sentir este sofocante dolor que aprieta mi pecho?

— Te enamoraste de él. ¿No es así? — hago una mueca triste.

— Soy una tonta, ¿Verdad?

— No lo eres, solo fue algo inevitable. No eres de piedra, linda, no todos somos un ser sin corazón como ese idiota.  — me muerdo el labio soltando mis lágrimas.

— Me duele mucho, Meg. Esto no es normal, no debería importarme tanto lo que él haga. Al final de cuentas nunca fue mío, todo fue una ilusión que creé en mi cabeza para proteger mi corazón.

— Cariño, te importa porque lo quieres. Te enamoraste de ese imbécil. — la miro desde mi altura. Ella me sonrío condescendiente. — es normal que duela, aunque nunca me haya enamorado, sufrí el abandono de mi padre, y sé cómo se siente que alguien que amas te decepcione. — acaricia mis mejillas quitándome las lágrimas que no dejan de salir. — tienes derecho a gritar, a llorar, a extrañarlo. Puedes insultarlo, y planear su muerte y como desaparecer su cuerpo sin que nadie lo sospeche, todo eso puedes hacerlo a mi lado, porque yo jamás te juzgaré, y estaré contigo siempre, — le sonrío soltado un sollozo que se convierte en un grito desesperado. Me mira con el rostro contraído, suelta una lágrima que limpia rápidamente. — ese cabrón se ha ganado todo mi odio, puede estar muy bueno, pero nadie hace llorar a mi amiga y sale ileso. Me encargaré de cobrarle todas las lágrimas que estás derramando por él.

— No… — ella me mira con los ojos abiertos como platos. — estoy cansada de esta guerra entre ambos, no quiero pasármela cobrándole todo lo que me haga, me siento agotada, Meg. — hace una mueca triste. — simplemente quiero olvidar todo lo que pasamos juntos, quiero sacármelo del corazón, y que sea el hombre que me protege, más nada.

— Me parece bien. — me sonríe. — estás madurando. — la miro con los ojos entrecerrados. — ¿Necesitas que haga algo por ti?

— Quiero helado, mucho helado. — asiente.

— Iré por todo el helado que haya en la refrigeradora. Espera aquí. — asiento. — y por favor no te tires por la ventana en el proceso. — me río.




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