El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 20| Un chico encantador

Jennifer

Pasan dos semanas más en las que Kyle y yo volvemos a nuestra rutina diaria. Soportarnos e intentar no matarnos en el proceso.

No niego que me afectó haber ido a su casa, haber conocido a su familia, un lado de él que desconocía y que irremediablemente terminó de encantarme.

Tuve que mantenerme firme de alguna forma para no caer en la tentación de sus labios, de esos bellos ojos negros, de su mirada suplicante, como sí… como si él sintiera algo más por mí que pura atracción física.

Es algo tonto considerar la idea de que pude llegar a generar algo en ese corazón frío, no quiero ilusionarme con un imposible y por eso… todo acabó.

Por eso lo aparté de mí.

Porque no quiero seguirme enamorando de aquel hombre imposible.

Esto solo traerá problemas para los dos. Problemas que quizás ninguno de los dos esté dispuesto a enfrentar.

Y es que ¿Cuál sería la reacción de mi padre si supiera lo nuestro?

No quiero ni siquiera imaginármelo, solo sé que sería mala. Nada bueno podría salir de algo que empezó mal.

Sin embargo, por más que quiera alejarme de él termino sucumbiendo a la tentación de todo lo que él emana y representa en mi vida; peligro, deseo intenso y prohibido, amor imposible.

Mis ojos recorren la piel bronceada de su espalda, el agua cae como una cascada empapándole el cuerpo. Suspiro mordiéndome el labio, deseando estar frente a él tocando todo eso que tiene más que bien puesto.

La respiración se me corta cuando se da la vuelta todavía con los ojos cerrados. Kyle es perfecto por donde sea que se lo mire, desde cualquier ángulo y en cualquier situación.

Me he convertido en una acosadora que lo mira desde las sombras, que aprecia su desnudez sin que él se percate de mi pequeña travesura.

Lo sé, debería sentirme avergonzada por lo que estoy haciendo, pero las ganas de verlo me ganan y termino casi babeando observándolo terminar de ducharse. Me escondo para que no me vea y lo observo una última vez mientras sale de la ducha con una toalla envuelta en su cintura y el agua recorriendo en finas gotas su grande y musculosa anatomía.

Camina a su casillero y lo abre dejándome apreciar los músculos apretados de su espalda. Mi aventura termina y me devuelvo por donde vine, esquivando las miradas curiosas de uno que otro guardaespaldas que se preguntan que hace la hija del senador saliendo del gimnasio del personal.

Deben tragarse sus dudas porque a nadie le debo explicaciones, soy una de las dueñas de este lugar y puedo entrar en donde me dé la gana, ellos lo saben así que solo me dedican una pequeña reverencia antes de abandonar el sitio colmado de testosterona y hombres calientes.

Vuelvo a la mansión que hoy está más ajetreada que de costumbre. Hay empleados caminando de aquí para allá, llevando cosas en las manos, llenando nuestro jardín de arreglos, mesas, carpas y un sinfín de decoraciones para la gala de beneficencia que ofrecerá mi padre el día de mañana.

Subo a mi habitación y me desvisto para darme un baño. Cuando salgo seco mi cabello y reviso mi celular que tiene un nuevo mensaje de Jason.

Jason: Hola hermosa, ¿Cómo amaneces?

Lo dejo nuevamente sobre la cama sin responderlo y reviso que atuendo me pondré hoy.

Con Jason vamos dos semanas en las que conversamos todos los días, prácticamente durante todo el día. Y eso empieza a… asfixiarme.

Soy sincera, no soy alguien demasiado melosa, no me gusta tampoco que mi pareja esté prácticamente vigilándome todo el día.

Jason siempre ha sido así, antes cuando éramos novios no había día en el que no nos viéramos, pasábamos todas las tardes juntos después del colegio, estudiábamos en el mismo instituto, así que teníamos el pretexto perfecto para vernos. Hacíamos trabajos juntos, estudiábamos, veíamos películas y de vez en cuando teníamos sexo.

Me acostumbré a su presencia a diario. Quizás ese fue uno de los motivos de haber decidido acabar con nuestra relación antes de partir a Manchester. No quería una relación a distancia con alguien que no soportaba tenerme lejos de él ni dos días seguidos.

Sabía que para él sería difícil superarme, y no me equivoqué. Cuando llegué a Reino Unido no había ni un solo día en el que él no me escribiera diciéndome que me amaba y me extrañaba con locura. Que me esperaría el tiempo que fuera necesario, según el rubio, él y yo estábamos destinados a estar juntos, y ni el tiempo ni la distancia podría romper ese sentimiento.

Pero fue así, con el pasar del tiempo yo superé totalmente lo que una vez tuve con él, me enfoqué en mi carrera universitaria, en mi vida de adulta, en la que algunas veces terminaba con alguien entre mis sábanas.

Tuve algunas relaciones que no tuvieron mucha relevancia, tampoco duraron más que algunos meses.

Estaba bien con ese tipo de vida, no me complicaba, vivía tranquila.

Y luego mi padre tuvo que obligarme a venir. Lo conocí y… todo mi mundo como lo conocía se desvaneció.

Ahora no puedo dejar de pensarlo en todo el día, lo deseo, lo añoro. Me muero por sentirlo, por recibir sus candentes besos, por estar entre sus fuertes brazos, recibiendo caricias y apretones de esas grandes y ágiles manos.




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