El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 23| Sueños

Soundtrack: Rihanna - Stay ft. Mikky Ekko

Jennifer

Mis días sin él se sienten más tediosos de lo común. Ha pasado una semana desde que salió del hospital. Mi padre le dio permiso para recuperarse y he estado bajo el cuidado de Michael todo este tiempo.

Solo nos comunicamos por mensajes de texto, pero juro que me muero de ganas por verlo y besarlo. Esta larga espera empieza a desesperarme.

Por lo que tengo planeado ir a verlo hoy. Para mi suerte no tengo que ocultarle nada al moreno, y con inventarle un buen pretexto a mi padre podré salir de la casa.

O eso espero. Ya que estoy maravillosamente castigada.

Así como lo leen, mi padre después de lo del secuestro me dio un sermón que duró más de tres horas. Me recalcó la importancia de mi seguridad, me mostró lo inconforme que se encuentra con mi comportamiento y que empieza a arrepentirse de haberme hecho venir.

Así es, él estaba muy raro conmigo, era como sí… no lo sé. A veces la paranoia me ataca, y empiezo a hacerme ideas en la cabeza, como que quizás mi padre empieza a sospechar de nosotros. Parece que la personalidad de ese apuesto pelinegro comienza a afectarme, pero ese pensamiento no deja de rondar en mi cabeza una y otra vez.

Sé que la decisión que Kyle y yo tomamos acarrea muchos inconvenientes. Problemas que probablemente no tengan solución, pero no me arrepiento en lo absoluto de lo que él y yo estamos construyendo.

Una relación.

Es algo increíble y que nunca llegué a creer que tendría con el pelinegro. Él no es una persona fácil, tiene un fuerte carácter y todavía le cuesta aceptar sus sentimientos y comportarse como un novio más que como un amante.

Novio.

Una sonrisa tonta se extiende en mi rostro mientras termino de cepillar mi cabello. Es jueves y hace un día maravilloso afuera. Planeo ir a ver a mi guardaespaldas y pasar con él todo el día.

Para eso debo salir de esta casa y mi padre debe permitirlo.

Lanzo un suspiro al aire y termino de arreglarme para salir de mi habitación. Camino hasta el cuarto de mi amiga y toco dos veces la puerta.

Abre y me sonríe de oreja a oreja.

Megan había vuelto a ser la chica alegre y alocada que conocía. O eso es lo que parece. Espero no equivocarme, odié verla en ese estado.

Era como si…

Imposible. Ella jamás tendría el corazón roto, algunas veces hasta pienso que no lo tiene. Es tan fría en el amor como mi pelinegro malhumorado.

— Nena. — sale del cuarto y cierra la puerta. — ¿Algún plan para hoy? — hace bailar sus rojizas cejas.

— Bueno, ahora que lo dices… — me dedica una suspicaz mirada. — quería ir a… visitar a Kyle. — sus cejas se alzan. — y…

— Quieres usarme para poder salir de esta prisión. — lo deduce cruzándose de brazos frente a mí.

— Así es, lo lamento, pero mi padre no me dejará salir sola. Necesito que me apoyes en esto, por favor. — junto mis manos suplicante y sonríe.

— Nena, sabes que haría todo por ti. No tienes ni que pedírmelo. — le sonrío y la abrazo estrechándola con fuerza.

— Te amo, te amo, te amo. — reparto besos por sus mejillas haciéndola sonreír.

— Bueno, pero aléjate. Mucho amor me empalaga. — me separo de ella y entre risas por mi parte mientras ella me cuenta de su anécdota del fin de semana con un rubio que conoció cuando fuimos a la playa llegamos al primer piso.

Michael está de pie cerca de la entrada. Me acerco a él y le sonrío amablemente.

— Buenos días, Michael. — sus ojos me miran y una sonrisa tan bonita como sexy se extiende en su rostro.

— Buenos días, señorita Campbell. — ladea el rostro y observa a Meg. — señorita Murphy. — inclina la cabeza y Meg se hace la desentendida.

Le doy un codazo para que reaccione y finalmente lo mira superficialmente. — buenos días.

Ok, esto es extraño. Hasta hace unas semanas ellos dos follaban como conejos y ahora es como si fueran un par de desconocidos.

Supongo que la diversión acabó. Mi amiga se aburrió de él, cosa bastante común para la pelirroja. Ella está acostumbrada a jugar durante un rato, a veces repite, otras veces los desecha en la primera noche.

Es bastante cruel si lo vemos desde esa perspectiva. Pero así es ella, por más apuesto y perfecto que se vea el mejor amigo de mi novio, ya logró copar el tiempo de interés que mi amiga le dedica a un hombre.

— ¿Has visto a mi padre? — inquiero para cortar el incómodo momento.

Él deja de mirar a Megan y me observa.

— Está en el área de la piscina, desayunando con su prometida. — dice y siento como si la bilis subiera por mi garganta quemando todo a su paso.

Odio a esa maldita mujer.

Faltan dos días para la boda.

¡Dos miserables días!

Y ya se cree la dueña y señora del lugar. Ha llenado esto de gente, no hay día en el que no me la encuentre por los pasillos, mientras planea con su organizadora de bodas su boda de ensueño.




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