El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 26| Tú y yo

Soundtrack: Dua Lipa - Love Again

Jennifer

Me despierto sintiéndome extrañamente rara. Al fin me había decidido por confesarle a Kyle mis sentimientos. Pero un sin sabor me recorrió cuando él no dijo nada.

Sé que esto es complicado, y que para Kyle no es fácil asimilar que ahora se encuentre en una relación, experimentando sentimientos que jamás había tenido.

Pero… ¿Ni siquiera una sonrisa o alguna respuesta de su parte?

Cuando se lo dije se quedó literalmente en blanco. Nunca me había sentido tan incómoda con él. Creo que terminar el acto sexual fue un real tormento. Cuando todo acabó solo nos vestimos y regresamos por el bosque en total silencio.

No habló sobre el tema, y yo ya estaba lo suficientemente dolida como para intentar arreglar la situación.

— Cariño. — escucho el toque en la puerta. Es mi padre.

— Pasa. — digo y me acomodo en la cama. Entra a la habitación y lo miro fugazmente. Mi padre lleva jeans y camiseta. Es raro verlo en esta faceta, debo aceptar que se ve muy apuesto. Mi padre siempre ha sido un hombre atractivo, no heredé mucho de sus rasgos, a excepción del color de sus ojos. A la edad que tiene está en su etapa en donde los hombres son maduros y el sueño de muchas mujeres, de cualquier edad, mi padre puede alterar las hormonas de toda mujer sin excepción.

Y decidió casarse con la peor arpía de todas. Qué desperdicio de belleza, inteligencia y talento. Tanto que me ha recalcado que merezco a alguien a mi altura, que no debo conformarme con menos.

En fin, la hipocresía.

— Venía a despedirme. Me voy a mi luna de miel. — dice con media sonrisa en el rostro. Hago una mueca que no le pasa desapercibida. — no cambiarás esa actitud conmigo ¿Verdad? — suelta el aire con cansancio.

— Te casaste con una oportunista, papá. No me pidas que esté saltando de felicidad cuando sé que esa mujer te desgraciará la vida.

Papá entorna la mirada y se acerca a la cama. Se sienta a mi lado y sujeta mis manos entre las suyas.

— Cariño, créeme que eso no pasará. — arrugo mi entrecejo. — sé como hago mis cosas, muevo las fichas a mi favor, y Miranda es una ficha más de mi juego. Más nada.

— ¿No la amas? — inquiero sorprendido. Por mucho tiempo creí que él…

— En lo absoluto. — me sonríe como si me estuviera contando algo sin importancia. — la única mujer a la que he amado y amaré siempre es a tu madre. — afirma, pero noto algo de vacilación en sus ojos.

— ¿Entonces por qué te casaste con ella? — pregunto intentando entender.

— Conveniencia. — me dice. — no podía decírtelo antes porque quizás hubieras usado eso para intentar impedir mi matrimonio, — sonrío, sí eso hubiera sido precisamente lo que hubiera hecho. — No me equivoco ¿Verdad?

— Pues no. — acepto. — pero es que… no le encuentro sentido a esto, ¿En qué podría beneficiarte casarte con una mujer así?

Mi padre suspira.

— Miranda es una mujer con mucha influencia en las redes sociales, tiene poder de persuasión, puede conseguir lo que quiera con sus atributos, inclusive hacer que me case con ella. — alzo las cejas. — necesito de ese carisma natural que posee para aumentar mi popularidad.

— ¿Por qué tú…?

— No puedo decirte nada más. — dice tornándose serio. — pero ten por seguro que yo no doy un paso sin haber estudiado todo con anterioridad. Soy muy meticuloso y lo sabes.

— Eres raro. Un padre fuera de lo común. — se ríe.

— Eres lo que más me importa en la vida y lo sabes. ¿No es así? — asiento. — no dejaría que nadie afectara tu futuro, este imperio será tuyo pronto.

— Hablas como si fueras a morirte en un par de años. — me río.

— No, pueda que viva mucho más que eso… — me sonríe. — sin embargo, tengo planes para ti. Grandes planes.

— ¿Qué clase de planes?

— Eres muy curiosa pequeña. — acaricia mi mejilla. — lo sabrás todo a su tiempo. — suspira. — por ahora, debo irme a la dichosa luna de miel, ya sabes, las apariencias.

Niego bajando la mirada.

— Siempre he tenido una duda con respecto a ti y a tu ahora esposa. — me mira inquisitivo. — ¿Ustedes… tienen intimidad?

Mi padre se pone serio, parece que mi pregunta ha logrado incomodarlo.

— Por supuesto que sí, somos una pareja. — alzo las cejas.

— Pues… como ella no duerme contigo ni tú la vas a ver a su departamento, y además pasas la mayoría del día lidiando con el mandato de todo un estado, no lo sé, se me pasó por la cabeza que tú…

— Tengo una vida sexual muy activa, hija. — dice frunciendo el ceño. — pero eso es algo que no debería estar hablando contigo.

— Oh, por favor. Estamos en otra época, la sexualidad ya no es un tabú. Y tú te ves muy apetecible como para no darle uso a todo ese atractivo que posees.

— Jennifer. — me reprende y sonrío al notar como traga saliva nerviosamente. — no puedo creer que mi propia hija me esté diciendo esto.




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