El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 33| Clark Kent de bajo presupuesto

Jennifer

Escribo distraídamente en mi libreta mientras el profesor de finanzas habla sobre algún tema que hace mucho dejé de escuchar.

Mi mente no deja de rememorar esa última conversación.

Ese maldito idiota cree que puede hablarme de esa forma y encima colgarme en medio de mi confesión.

Imbécil.

— Señorita, Campbell. — me sobresalto cuando escucho mi nombre siendo pronunciado por el profesor. — ¿Acaso mi clase le resulta extremadamente aburrida e innecesaria como para estar rayando garabatos en su cuaderno ignorando totalmente la pregunta que acabo de hacerle?

Parpadeo mirando el marco de insultos que he rayado en mi cuaderno en lo que va de la clase, todos dirigidos a un sexy pelinegro. El culpable de mi inestabilidad emocional.

— En realidad…

— Si no le molesta puedo responder a la pregunta que acaba de hacer por mi compañera, profesor. — dice el chico más matadito e insoportable del salón. — a menos que ella pueda hacerlo, si es que por lo menos sabe de qué se trata el tema de hoy.

Le dedico una mirada fulminante y su media sonrisa me irrita todavía más.

— Por favor señor Brown. Le agradecería mucho su intervención.

El idiota sonríe y comienza su cátedra de finanzas. Bostezo y vuelvo a lo mío, sinceramente me da igual, justo ahora mi cabeza está en otro lado.

Con mi insensible guardaespaldas para ser más precisa.

Cuando la clase termina recojo mis cosas con más lentitud de lo normal. Siento una presencia frente a mí y levanto la mirada para encontrarme con el mismo chico molesto de hace un rato.

— ¿Se te perdió algo en mi cara o es que te recuerdo a alguien? — le digo apretando con rabia los labios.

Sonríe. El muy imbécil se acomoda sus lentes mientras observa mi cuaderno que todavía permanece sobre el escritorio.

— Supongo que tu novio te hizo enojar. — lleva su mano al cuaderno, pero antes de que lo toque lo cierro con rapidez.

— Eso no te incumbe. — gruño. — si no tienes nada que decir, me largo.

Intento huir, pero su mano se cierra alrededor de mi muñeca.

— Unos amigos están organizando una cena de navidad. — volteo a mirarlo con el ceño fruncido. — quería saber sí…

— ¿Me estás invitando a salir contigo? — rueda los ojos con lentitud.

— No creas que me agradas o algo parecido. — arqueo una ceja. — solo que se vería muy mal que el chico más inteligente y apuesto de la clase llegara solo, así que… pensé en ti, te ves demasiado sola, y aunque no eres la más inteligente, por lo menos eres la más guapa…

— ¿Esa es tu manera de ligar con alguien? — hago una mueca de desagrado. — ahora entiendo por qué no tienes novia.

Me suelto de su agarre y camino hacia las gradas para descender.

— E-espera. — escucho su voz a un par de pasos. — está bien, quizás no me expresé de la manera más apropiada, lo lamento ¿Sí?

Frunzo el ceño y volteo a mirarlo cruzándome de brazos.

— ¿Qué pretendes Brown? — lo miro recelosa. — tú nunca me has dicho ni una sola palabra amable. Es más, hemos sido rivales durante todos estos años, siempre compitiendo por el mejor lugar…

— Te equivocas, yo jamás he competido contigo, siempre he sido el mejor y sin tener que esforzarme demasiado.

— Maldito presumido. — sonríe de lado y desciende las gradas que nos separan. — ¿Qué haces? — le digo cuando me doy cuenta de que está demasiado cerca.

— Acompáñame. — sus ojos grises me observan atentos. — por lo menos una vez baja la guardia conmigo y finjamos que nos agradamos.

— Eso es imposible, no me agradas ni siquiera un poco, es imposible que finja no odiarte cuando es todo lo contrario.

— Oh vaya… no sabía que me odiabas tanto. Eso sí que es una sorpresa.

Pasa por mi lado y el olor de su perfume me marea.

— Si cambias de opinión te espero en esta dirección. — coloca una pequeña nota en el interior de mi bolsa. — y si todavía recuerdas la vez que te rechacé en esa fiesta y por eso me odias… no lo hice porque no me gustaras, fue porque creí que solo querías burlarte de mí.

Se va dejándome consternada por su repentina confesión.

¿Burlarme de él?

Maldito imbécil. Si él realmente me gustaba.

Desde que llegué a Manchester no busqué involucrarme con nadie sentimentalmente, y mucho menos después de terminar con Jason, ya que en ese entonces creía que estaba perdidamente enamorada de él.

La primera persona que captó mi atención en este lugar fue Jareth Brown. Un chico bastante rarito y demasiado sabelotodo como para ser el chico más popular de la clase.

Y aun así lo era.

Quizás por su apariencia, o por su notable carisma.

Jareth Brown era un prodigio a su corta edad, es inclusive un año menor que yo y está adelantado a su promoción por su gran inteligencia.




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