El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 37| Tú y yo solo somos esto

Megan

Estar en el mismo espacio reducido con el cabrón que por primera vez te rompió el corazón es más difícil de lo que creía.

Mi mirada no sabe en donde enfocarse, y más porque cada vez que miro al frente me encuentro con ese par de pozos azules que me escudriñan hasta el alma.

Sinceramente no sé qué es lo que pretende, ¿Qué objetivo tiene con arrastrarme con él cuando se supone que tenemos que mantener la mayor distancia posible?

Cosa difícil…, ya que solo permanecer en este carro con su maldito aroma varonil y su mirada ensombrecida sobre mi escote me tiene las bragas empapadas.

Puto viejo sensual e irresistible.

En otra ocasión ya le hubiera saltado encima para que me follara como solo él lo hace, pero… debo mantener un poco de mi orgullo. Si es que todavía me queda algo.

Vamos en un carro particular, con solo un guardaespaldas al volante, por supuesto que no es Michael, su jefe lo envió a otro auto junto con los otros guardaespaldas apenas salimos del edificio. Y es que… es como si quisiera alejarme lo más posible del moreno, como si los celos se lo estuvieran comiendo vivo.

No puedo entender como un hombre tan maduro como él a veces puede llegar a tener un comportamiento tan infantil.

— ¿Puedes dejar de removerte tanto en el asiento? — escucho su ronca voz y me estremezco. — me estás poniendo ansioso.

Lo miro de soslayo y una sutil y maliciosa sonrisa se extiende en mi rostro. Le doy una mirada fugaz a su entrepierna y lo apretada que se encuentra su erección amenazando con romper su bragueta.

Trago grueso y se me ocurre una de mis maravillosas ideas, ustedes saben que estoy llena de ellas. Me divertiré un rato con el senador, igual no tengo nada que perder, en cambio… él sí.

— ¿Por qué tan tenso? — inquiero con voz gatuna. — Al parecer tienes un pequeño problemilla allá abajo… ¿Quieres que te ayude con eso?

— No te traje aquí para follar contigo. — noto como afloja el nudo de su corbata sin ninguna sutilidad.

— ¿Y entonces para qué? ¿Para hablar civilizadamente y llegar a un acuerdo que nos beneficies a ambos? — me carcajeo con sorna y descruzo mis piernas captando su total atención. Al parecer mi minifalda junto con mis bragas rojas de encaje no le ayudan a su autocontrol.

— Megan… solo. Detente. — suelta el aire con tensión y solo opto por fingir inocencia.

— ¿Y qué se supone que estoy haciendo?

— Provocarme. Hacerme perder el juicio. — habla con el ceño fruncido y la mandíbula apretada.

Cualquiera que lo viera diría que está furioso, pero yo lo conozco tan bien que estoy segura solo está enojado por tener que contenerse. Él puede engañar a todos a su alrededor menos a mí. He aprendido a conocerlo lo suficiente en estos meses. No al senador, no al hombre de negocios dueño de un imperio. Solo a Charles. Al apasionado hombre que se esconde detrás de todos estos trajes elegantes y mirada fría.

— Pues, en mi defensa no estoy haciendo nada más que ser yo misma. Así soy y bien lo sabes.

Abre la boca para decir algo más, pero el auto se detiene y solo aprieta los labios. Uno de sus guardaespaldas le abre la puerta.

— Llegamos señor. — el pelinegro asiente y me da una última mirada antes de bajarse del auto.

Supongo que tengo que seguirlo. Bajo después de él y lo veo caminar hacia el jet privado que nos espera en la pista. Si es que se le puede llamar Jet a esa bestia con alas. Es tan grande y elegante como su dueño.

Vuelvo a enfocar mi mirada al hombre poderoso que todos resguardan, su espalda ancha, su altura imponente, lleva puesto un saco de piel que le llega hasta las rodillas, y un suéter que cubre su cuello tan elegante y costoso como todo lo que le rodea. Es tan malditamente sexi, cosa que hace más difícil mantener mi poca honra.

Siento una presencia muy cercana y un aroma conocido. Volteo la cara para ver a Michael de pie a mi lado. Él solo me mira y una disimulada sonrisa adorna su rostro. No sé cómo reaccionar, así que solo se la devuelvo.

Sinceramente no tengo idea de cómo quedamos él y yo. Un día follábamos y nos divertíamos. Y al otro solo me evitaba como si yo tuviera alguna enfermedad contagiosa. Dejé de acercarme cuando noté su cambio de comportamiento, pero después volvió a buscarme… ¿Todavía no le encuentro una explicación a su repentina bipolaridad?

Lo cierto es que Michael es un tipo agradable, y folla bien. No como el senador, pero… está bastante aceptable. Además, ahora estoy totalmente disponible, y no es un secreto que le encanto al moreno. Así como él a mí, quizás después de toda esta mierda…

— Michael. — escucho una voz fuerte y autoritaria justo cuando iba a entablar conversación con el moreno de ojos mieles.

— Señor. — se pone totalmente serio y me percato de que el senador se ha detenido justo antes de llegar al jet, su cara de pocos amigos logra cierta tensión en ambos, o es lo que percibo.

— Te necesito enfocado, ve con el piloto, hoy serás asistente de vuelo.

¿El moreno sabe volar? Lo miro con curiosidad, siempre tuve fantasías sexuales con pilotos, me excitaba saber que tan centrado puede estar uno manteniendo un avión en el cielo sin estrellarlo mientras le hago una…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.