El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 39| Un pequeño y apartado paraíso en la tierra

Jennifer

Me muevo sintiendo la suave textura de las sábanas acariciando mi piel desnuda. Abro lentamente los ojos y observo a mi alrededor. No veo a Kyle y por un segundo temo que se haya ido y todo haya terminado más pronto de lo que empezó.

Pero mi angustia se disipa lentamente al observar una pequeña bandeja con un apetitoso desayuno y una nota a su lado. Me siento en la cama y cubro mi desnudez con la sábana. Leo la nota y sonrío.

«Salí a comprar algunas cosas, no tardo. Para que tu espera no se convierta en una larga agonía, desayuna. Desde ayer no pruebas bocado. Te amo»

Suspiro sujetando la bandeja en mis manos, como un poco de fruta y le pongo miel a los hotcakes. Mientras desayuno una estúpida sonrisa se dibuja en mi rostro. Recuerdos de la noche anterior aceleran mi corazón y estremecen mi piel.

Lo cierto es que no salimos de la ciudad, nuestras ansias por estar juntos nos hicieron terminar alquilando una habitación de hotel, eso y que Kyle asegura debemos solucionar algo antes de ir a cualquier lugar.

No tengo idea de lo que habla, pero confío en ese hombre plenamente, sé que no abandonará esta relación, primero lo haría yo y eso es…

Escucho la puerta abrirse y dirijo mi mirada a ese lugar, me encuentro con sus ojos negros y una ligera sonrisa crece en la comisura de su boca.

Me muerdo el labio contemplándolo, cargada de gozo al saber que todo eso es mío.

Se acerca a la cama y se acomoda a mi lado, sujeta mi cuello y me brinda un delicioso beso que solo logra hacerme temblar.

— Te ves hermosa en las mañanas. — susurra rozando su nariz con la mía.

— Y tú a cada segundo del maldito día. — me sonríe y se aleja mirando la bandeja al lado de la cama.

— Sí que estabas hambrienta. Pedí desayuno para los dos y no me dejaste nada. — bromea y solo ruedo los ojos.

— Eso es por tu culpa, anoche me hiciste quemar muchas calorías. — sus ojos negros detallan mi silueta cubierta por las sábanas.

— Fue demasiado tiempo sin poder tocarte. — suspira. — agradece que todavía puedes caminar.

Abro la boca con indignación y él solo ríe. Ese sonido ronco y sensual me pone ansiosa. Me arrastro a su regazo y subo sobre él. Me sujeta por la cintura y sus grandes manos recorren mi espalda desnuda.

Me aprieta contra sí mientras mi lengua recorre con placer la línea de su mandíbula.

— Debemos hablar de nuestro viaje. — lo escucho susurrar, parece más afectado que yo y solo sonrío mordiendo la piel de su cuello.

— Tenemos mucho tiempo para eso, solo… déjame compensarte un poco por todo el tiempo lejos. — lo miro a los ojos y su mirada me traspasa, sube su mano a mi mejilla y me brinda una delicada caricia que eriza mi piel.

— No dejaré que vuelvan a alejarte de mí. — pasea su mano por mi hombro y tiemblo. — tendrán que matarme para que eso pase.

— Kyle… — lo miro suplicante, odio que diga eso, yo… no me perdonaría que algo le llegara a pasar por este amor que jamás debió florecer. — Sabes que no dejaría que nada llegara a sucederte.

— Perderte sería peor que la muerte para mí ¿Puedes entenderlo? — me estrecha contra su cuerpo y suspiro apoyando mi mentón en su cabeza. — te amo demasiado, Jennifer. ¿Qué carajos me hiciste niña?

— Eso debería preguntártelo yo a ti. — lo empujo sobre la cama quedando sobre su cuerpo. — jamás había desafiado a mi padre al punto de romper por completo nuestra relación. — paseo mis manos por sus pectorales, tan duros y anchos. — y aquí me encuentro ahora, desobedeciéndolo, escapando sin importarme las consecuencias de mi decisión.

— Haré que no te arrepientas de la decisión que estás tomando. — le sonrío y le quito la camiseta para después estrechar nuestros cuerpos, lo miro a los ojos y sonrío paseando mi pulgar sobre sus labios.

— Pase lo que pase, jamás me arrepentiré de esto. — me quito la sabana quedando totalmente desnuda ante su profunda mirada.

— Eres…

— Lo sé. — sonrío y lo dejo besarme a su antojo. Me embiste y jadeo en su boca, muevo mis caderas sobre las suyas, disfruto de su rostro cargado de pleno placer, así pasa un rato hasta que me da la vuelta y su cuerpo se cierne sobre el mío, vuelve a entrar en mí, sus manos se entrelazan con las mías y disfruto de sus arremetidas sin dejar de mirarlo, sin perderme cada gesto, cada conexión de nuestras miradas cargadas de deseo y amor.

Aumenta el ritmo y tiemblo sintiendo mi éxtasis llegar a su punto máximo, pasan solo segundos y Kyle se tensa acabando en mi interior.

Nuestras respiraciones agitadas se acompasan mientras se tiende a mi lado, me jala a su regazo y pega mi figura a su costado. Su pecho sube y baja agitado y sonrío metiendo mi rostro en el hueco de su cuello.

— Podría acostumbrarme a esto. — siento su mano apretar mi glúteo y tiemblo.

— Pues tendrás que hacerlo porque no habrá día que no te haga mía. — suspiro.

— ¿Me lo prometes? — lo miro y sonríe.

— Por lo más sagrado que tengo, mi familia y tú.




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