El guardaespaldas de mi padre

Capítulo 41| Nuestro escape del mundo

Jennifer

Suspiro sintiendo la suave textura de su piel rozar mi nariz. Sonrío y me estrecho más a su regazo. Jamás llegué a creer que la compañía de un hombre me haría tan feliz. Tener a Kyle a mi lado y levantarme cada mañana abrazada a él es la mejor sensación del mundo.

— ¿Estás ronroneando? — escucho su ronca voz cerca de mi oído. — ¿Tan a gusto estás?

— No hables, quiero quedarme así un rato más. — enredo mis piernas con las suyas y siento su pecho vibrar por su risa.

— Eres tan tierna y perezosa como una linda gatita. — se mueve en la cama dejándome bajo su cuerpo. — me generas unas ansias locas de volver a hacerte mía.

Sonrío sintiendo sus labios descender a mi cuello. Sus grandes manos bajan a mi cintura y lo siento jugar con el elástico de mi braga.

— Sería la quinta vez desde que llegamos a este lugar. — me muerdo el labio mientras sus dientes se aferran a mi pezón sobre mi blusa. — No han pasado ni veinte horas… Ah…

— Tu eres la culpable, cuando te tengo tan cerca no puedo controlarme. — sus ojos encuentran los míos y suspiro enredando mis manos en su cuello. — soy adicto a ti, niña presumida.

Le saco la lengua y se ríe estremeciéndome por completo. Su blanca y perfecta sonrisa me genera cosquillas en lugares prohibidos.

— ¿Presumida yo? Ja, y tu eres un confianzudo. De seguro eres el único guardaespaldas que se mete hasta en la cama de su protegida para asegurarse de que todas sus partes se encuentran a salvo. Incluidas sus bragas.

— A esa le llamo eficiencia. — bromea y no puedo evitar reír.

— Definitivamente eres el mejor en esto. — me muerdo el labio inferior mientras me decanto en acariciar los fuertes músculos de su espalda.

— ¿Quieres saber en qué más soy el mejor? — su sonrisa perversa empapa mi centro. Siento su boca cernirse sobre la mía y una espesa bruma de deseo me absorbe en un instante.

Jadeo sintiéndolo rozar su erección contra mi entrepierna. Se contonea, tentándome, llevándome al límite. Me quejo contra sus labios y una sonrisa crece en su varonil rostro.

— Eres un poquito impaciente. — me aprieta contra sí logrando que lo sienta deliciosamente duro al tiempo que se empapa con mi humedad. — joder, Sophie. Lograrás que mi acción favorita sea permanecer dentro de ti todo el día.

Suspiro y bajo mi mano para tocar su dureza sobre su bóxer. — Todavía no entiendo por qué sigues vestido.

Se ríe y termina de desvestirse, mis bragas terminan en algún lugar de la habitación y no demora nada en poseerme con tanta pasión e intensidad como solo él sabe hacerlo.

La habitación se llena de jadeos y gruñidos que no nos molestamos en disimular. Kyle me sujeta incorporándonos en la cama sin salir de mi interior. Enredo mis piernas en su cintura y me meneo sobre él, en tanto se decanta por sacar mis pechos de mi blusa y brindarles toda la atención necesaria.

Gimo apretándome contra su cuerpo, sintiéndolo deslizarse tan exquisitamente dentro de mí. Lo aprieto y gruñe tumbándome nuevamente en la cama. Ver su torso desnudo mientras me posee es la imagen más erótica y placentera que pude alguna vez experimentar.

Su mirada oscura junto con la tensión de sus músculos mientras sujeta con ambas manos mi cintura empujándome contra sí me genera un cosquilleo intenso que inicia en mi centro y pronto se desata en todo mi sistema.

Gimo tan fuerte que si no estuviéramos en un lugar apartado de seguro alguien llamaría a la policía por disturbio público.

— Oh, Kyle. — llevo mi cabeza hacia atrás y dejo que el orgasmo se desate en mi sistema. Él sigue bombeando tan fuerte e intenso que no tarda nada en acompañarme entre gruñidos y maldiciones que me hacen sonreír.

Su húmedo torso cae sobre mi anatomía y lo abrazo dejando reposar su cabeza contra mi pecho. Nos quedamos así un par de segundos, dejando que nuestros corazones retomen su ritmo normal.

— Te amo, Sophie. — su voz apacible y cargada de afecto me hace estremecer. — no tienes idea de lo mucho que te amo.

— Kyle. — mis ojos se cargan de lágrimas.

— Lamento tanto que tengamos que escondernos para poder estar juntos. — noto la tristeza en su voz y un hueco se abre en el centro de mi pecho.

— No es tu culpa, no tienes porqué disculparte. — sujeto su rostro con mis manos. — además, no me arrepiento en lo absoluto de la decisión que he tomado, estar a tu lado es todo lo que quiero en este momento.

Kyle me mira con tanta intensidad que logra acelerar mi corazón. Se acerca y besa mis labios, esta vez con parsimonia y detalle. Abro mis labios y le permito explorar cada recoveco lugar de mi boca, nuestras lenguas danzan juntas y extendemos el beso hasta que nuestros pulmones ruegan por oxígeno.

Nos separamos y Kyle me sonríe acomodando algunos mechones rebeldes de mi cabello que reposan sobre mi rostro. — eres tan hermosa.

— Basta, que me sonrojas. — bromeo y su mirada juguetona me hace estremecer. — ahora, volvamos a dormir. — bostezo y le robo una sonrisa.

— Definitivamente eres una gatita. — besa mi nariz.




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