Chloe
Conduzco con cuidado mientras la lluvia no deja de caer, siempre he odiado conducir, pero a las malas aprendí, miro por el espejo al niño que duerme en el asiento de atrás y sonrío, duerme tan tranquilo abrazado de su peluche favorito que hasta me da envidia.
—¿Y ahora qué? —lloriqueo cuando siento un ruido en el auto y este se detiene en medio de la nada.
—¿Qué pasa? —pregunta un soñoliento niño que ahora me mira con sus grandes ojos azules.
—No lo sé Zack, quédate en el coche —bajo de este, la lluvia ha cesado un poco y abro el capó del auto, error mío, humo es lo que sale de este y comienzo a toser, ni se para que lo abrí si no sé nada de autos, malamente sé conducir, lo cierro —¡mierda!
—No digas feas palabras — me regaña Zack a mi lado que mira el auto, ¿cómo llegó hasta mi lado tan rápido?
—Tú eres quien no debe repetirlas, tráeme el mapa que está en el auto —él va rápido y me lo trae, abro este en el suelo y... bueno, debí prestar mejor atención a las clases de geografía.
—¿Estamos perdidos? —cuestiona el pequeño bostezando
—Claro que no
—¿Y por qué miras así el mapa? —miro sus ojos
—¿así cómo?
—Así como miras los números en matemáticas, sin entender nada —suspiro, es demasiado inteligente este niño.
—¿No confías en tu hermana? No estamos perdidos, solo que ahora debemos caminar —voy hacia el auto y tomo mis cosas que constan de una mochila, es poco, pero es lo esencial y lo poco que pude coger antes de salir de casa, casa, no se debería llamar hogar a algo como eso.
Mientras caminamos veo un enorme cartel diciendo el nombre de algún pueblo que queda a cinco kilómetros, suspiro deteniéndome frente a este dudando de ir o no.
—¿Vamos a ir ahí? —Zack señala el cartel
—Paraíso, así se llama, ¿quieres ir? —lo miro, él sonríe
—Suena bonito.
—ajá, sigamos caminando —lo animo a seguir, pero me mira con mala cara.
—Estoy cansado —se queja, yo entonces me agacho frente a él.
—Antes de seguir, quiero que cuando lleguemos a ese pueblo no digas que somos hermanos.
—¿Por qué no? —sus grandes ojos me miran llenos de curiosidad.
—Dirás que eres mi hijo, soy tu mamá y así me llamarás, ¿entendido?
—Pero eres mi hermana —miro sus grandes y curioso ojos y quito unos mechones mojados de su cabello de su frente
—Pero eso solo lo sabemos tú y yo, Zack, entiende, nos andan buscando, pero buscan a dos hermanos, no a una madre con su hijo —él se queda pensativo, sé que me entiende, tiene un coeficiente intelectual bastante elevado y para su edad es súper inteligente.
—Entiendo, es para que la policía no nos encuentre —yo asiento y dejo un beso en su frente.
—Así es y nuestro apellido será... —me quedo pensando
—Parker —dice sonriendo —de Peter Parker, mi superhéroe favorito —se encoge de hombros y río
—Está bien, Zack Parker y Chloe Parker, me gusta —me levanto y comienzo a caminar otra vez tomados de la mano.
—No volveremos a ver a papá ¿verdad? —la sola mención de ese hombre me eriza la piel.
—Espero que no
—¿Y si nos encuentran? ¿Qué pasará? —pienso en su pregunta, lo más seguro es que yo vaya a la cárcel, eso si Liam está muerto, en el peor de los casos si él está vivo entonces terminaré muerta y Zack, no podré protegerlo más, suspiro.
—No nos van a encontrar pequeño, no pienses en eso, comenzaremos una nueva vida lejos de todos, lejos de todo y olvidaremos el pasado porque ya no somos Chloe y Zack Alis, ahora somos Parker y somos una familia.
—Te quiero mamá —yo río y él también lo hace, continuamos caminando y a la media hora lo subo en mi espalda y continúo caminando con él, estoy cansada, con hambre y sed y puedo notar cuando Zack se queda dormido en mi espalda, sonrío al ver un local y entro en este, mala idea cuando entro y todos se nos quedan mirando como si fuéramos extraterrestres.
—¿Ya llegamos? —Zack despierta y lo bajo, camino con él bajo la atenta mirada de todos los hombres, porque solo hay hombres, me siento en una de las mesas.
—Comeremos algo y luego seguimos.
—¡Qué bueno! muero de hambre —el niño ríe, pero estoy más que nerviosa porque no dejan de mirarnos, voy hasta la barra y compro con el poco dinero que tengo par de panes y dos refrescos.
—Toma, come —dejo las cosas en la mesa
—Este pan está duro —río, pero es verdad, abro los refrescos, pero no logro probar nada porque dos sujetos se nos acercan y uno tercero se sienta a la mesa, Zack se acerca más a mí, odia a los extraños.
—¿Quiénes son ustedes? —me pregunta el que está sentado
—No queremos problemas, solo entramos a comer algo y ya nos vamos —me pongo de pie, pero alguien a mi espalda pone sus manos en mis hombros y termino sentada otra vez, el pulso se me dispara y los nervios me atacan, miro a Zack que tiene la cabeza baja y mueve nervioso sus manos.
—¿Te dije que podías irte guapa? ¿Le dije algo? —pregunta en voz alta a sus amigos, todos ríen —¿Cómo te llamas?
—Chloe —susurro, él ríe
—Bonito nombre, chica, ¿quién es el niño?
—Es mi hijo —los hombres se miran entre sí y uno de ellos se acerca a Zack.
—No le hagan daño por favor —tomo la mano de mi hermano.
—No le haremos nada —el sujeto ríe —mi amigo lo llevará a pasear mientras tú y yo hablamos belleza.
—No, por favor —uno de ellos levanta a mi hermano de la silla, este grita y patalea, me desespero cuando otro me sujeta y hace que me levante —¡Suéltenlo!
—Chloe —grita Zack, veo sus lágrimas y empujo al que me sujeta, pero el hombre que me hablaba se coloca frente a mí.
—Tranquila muñeca —toma mis manos, forcejeamos y
—¡Déjenlos! —todo parece detenerse con esa voz fría y calmada, sueltan a Zack que corre hacia mí y el que me iba a llevar se aleja.
—No es tu territorio hermano, sal de aquí —miro al extraño que acaba de salvarnos, un hombre alto, lleno de músculos y con una belleza sin igual.
—¿Es en serio Ramón? ¿Una joven y un niño? Acaso —el desconocido se acerca al sujeto que palidece —¿acaso ya no quedan hombres para que pelees con ellos?
—Solo nos divertíamos, nada más —me mira el que nos acaba de salvar
—Camioneta azul —me extiende unas llaves —espérenme ahí, salgo en unos minutos —asiento rápido, tomo las llaves y salimos sin mirar atrás escuchando los ruidos de golpes y cosas rotas, miro el auto y subo a este bastante rápido.
—Zack tranquilo —lo miro, está temblando y no deja de mover sus manos, mi hermano es inteligente, es especial, se asusta con facilidad y es bastante nervioso, no interactúa con nadie que no sea yo, no confía en más nadie —mírame hermano —tomo su rostro con mis manos y limpio sus lágrimas —estamos bien
—¿Me abrazas? —sonrío y lo abrazo fuerte sintiendo su corazón a mil, el extraño sube al auto.
—Las llaves —se las entrego y nos mira
—¿A dónde van? —pregunta sin dejar de mirarme con esos ojos verdes y expresivos
—¿Por qué nos ayuda?
—No me gusta cuando alguien abusa de su poder, ¿a dónde van?
—Iremos por nuestra cuenta —me muevo para bajar del auto, pero su voz me detiene.
—Julián Kent —lo miro —ese es mi nombre y soy policía —me enseña una placa, trago en seco, ¡qué mala suerte la mía! Ahora agradezco haber cambiado el color de mi cabello ¿y si nos están buscando y han enviado nuestras fotos a todos lados?
—Vamos por nuestra cuenta —Vuelvo a decir mientras Zack solo está abrazado a mí sin levantar la mirada
—¿Es en serio? —habla el tal Julián —esos hombres de ahí —señala el local —no son los únicos de por aquí, como ellos vas a encontrar en todo este camino por todos lados, ¿vas a arriesgar tu vida y la de ese pequeño? —miro a Zack que me abraza más fuerte, luego al tal Julián.
—¿Y por qué debo confiar en ti? —miro sus ojos, no, seguro aún no han puesto una demanda contra mí, seguro no nos buscan aún o al menos eso quiero creer.
—Están en el fin del mundo, niña y ya te enseñé mi placa, no te pido que confíes en mí, pero ¿qué te dice tu instinto?
—Mi instinto falla siempre —él ríe y me contagia su risa, es agradable.
—¿Qué haces por estos lugares? no eres de aquí
—Busco una nueva vida —asiente mirando la mochila que es lo único que traigo.
—¿Y a dónde te diriges?
—Paraíso —el sujeto ríe.
—Ahí voy yo, vivo ahí, soy el jefe de la policía en ese lugar —respiro hondo —pero si querías un retiro —él arranca el auto —entonces eliges mal lugar, niña.
—¿Por qué? Tiene un nombre bonito
—Es un pueblo pequeño y de paraíso no tiene nada, está lleno de malas personas, simplemente no te lo aconsejo, el lugar está apartado del mundo, es como un mundo aparte, con sus propias reglas —sonrío, un mundo aparte, justo lo que necesito.
—Pues ahí quiero ir y si es pequeño me gusta.
—¿No has escuchado eso de pueblo chico, infierno grande? —me mira a través del espejo— pues bienvenida al infierno.