El guardián

Capítulo 2: Persigues fantasmas

Julián
Comienza a llover otra vez y vuelvo a mirar por el espejo a la chica que mira la ventanilla, el niño ha quedado dormido, la curiosidad me mata, ¿Qué hace una chica como ella por estos lugares? ¿Por qué alguien querría ir al peor pueblo que existe? Todos saben que los delincuentes más temidos se esconden ahí, las mafias más sangrientas, los narcos usan el pueblo para esconderse creando así su lugar favorito en el mundo, lugar donde la policía local va por su cuenta sin poder hacer nada, ya que un solo hombre controla todo y no es precisamente un ángel de quien hablo.

—¿Cómo te llamas? —ella me mira.

—Chloe Parker y él es... mi hijo, Zack

—¿Tu hijo? ¿Qué edad tienes? —frunzo el ceño, ella ríe.

—22 y sí, no escuché las clases de sexualidad que daban —río por su broma.

— Perdón, es que eres joven para tener un hijo.

—No es raro, incluso hay madres más jóvenes que yo —asiento, tiene razón pero...

—¿Tienes familia acá? —detengo el auto, ya hemos llegado al pueblo, ella niega.

—No, empezaré desde cero.

—Es raro —volteo hacia ella —que no tengas familia y vengas hasta acá, se nota que tampoco conoces el pueblo, comenzar de cero en el infierno es un error.

—Como notó soy madre joven y soltera, cuando quedé embarazada mis padres me echaron de casa y tuve que irme con el padre de mi hijo— ella suspira y mira al niño —pero pasaron los años y él cambió, ya no era el hombre cariñoso que solía ser, de príncipe pasó a monstruo y lo dejé, gané la custodia de mi hijo, pero entonces ya no quería seguir ahí en el mismo lugar donde todos me veían mal.

—Entiendo, pues ya llegamos —bajo del auto y la ayudo a ella a hacer lo mismo, el niño despierta pero continúa abrazado a su pierna, parece bastante tímido.

—Gracias, señor, por todo.

—Dime Julián, apuesto a que aún no sabes donde te vas a quedar— ella mira el lugar y luego a mi.

—Pues no

—Ven, comeremos algo aquí y luego los llevaré a un hotel— camino hacia el restaurante, pero cuando no me sigue volteo a verla —¿Qué?

—Ya has hecho mucho por mi —sonrío, es bastante desconfiada esta chica.

—Es mi pueblo señorita —le sonrío, es bella, no se puede negar aunque sus ojos grises muestran una profunda tristeza, no brillan y me pregunto por qué, quizás por la historia que me contó aunque cuando lo hizo no mostró ninguna emoción, ¿mentía? Diablos! estoy pensando como policía.

—Entiendo pero

—Es mi pueblo y mi deber es ayudar a todos en él, así que venga, yo invito, su hijo debe de tener hambre y usted también —entro al restaurante, me siento y a los pocos segundos ambos se sientan frente a mi.

—Gracias —murmura bastante bajo

—Zack, no hablas mucho grandullón— el pequeño ni me mira.

—Es algo desconfiado —explica ella —no le gustan los desconocidos y bueno, solo habla y se relaciona conmigo.

—Entiendo —le sonrío al chico que lo único que hace es acercarse a la madre.

—Julián guapo, ¿qué les sirvo? —la chica que nos atiende me sonríe.

—Lo mismo de siempre Elena y para ellos también.

—Caras nuevas —dice mirando a Chloe

—Vivirán en el pueblo a partir de ahora —le digo informándola.

—Ya era hora de ver gente nueva —le extiende la mano a Chloe —Elena, para servirle.

—Chloe y él es Zack, mi hijo —se presenta la chica sonriendo.

—A, pero que lindos ojos tienes guapo — Elena me guiña un ojo, luego desaparece a por lo que pedimos.

—Bueno, al parecer no todos son malas personas —comenta Chloe en mi dirección.

—Claro que no, pero— mi frase queda ahí cuando alguien coloca una rueda de auto sobre la mesa, Zack y Chloe se asustan y yo miro al sujeto con mala cara.

—Quiero que sepas —comienza diciendo mi peor enemigo —que si vuelves a mandar a tus perros a seguirme no será el auto lo próximo que rompa.

—Damon..

—Julián —me corta dando un golpe a la rueda —no me gusta que me vigilen ni que me sigan.

—Eso hago con los criminales —me pongo de pie encarándolo, él sonríe.

—Entonces deberías buscar mejores policías, al menos que sepan seguir a alguien, por cierto —saca de su bolsillo par de placas —que sean policías que no dejen caer esto —las tira a la mesa —enséñalos Julián, has tu trabajo —aprieto mi mandíbula, odio al maldito.

—Cuando estés detrás de unas rejas no dirás eso infeliz —él ríe

—Suerte con ello, solo persigues fantasmas Julián, tu odio no te deja ver bien, pero en fin, es una lástima que este pueblo tenga policías tan imbéciles — Damon pasa por mi lado y se sienta a varios metros en otra de las mesas, yo suspiro, quito la rueda que estaba sobre la mesa y miro a mis invitados.

—¿Quién es ese? —pregunta Chloe que parece asustada.

—Alguien que no quieres conocer, ya que vas a vivir aquí, te aconsejo, no te acerques a ese tipo.

—Es de los malos? —dice, yo asiento

—Se sospecha que es la mano derecha de uno de los jefes de esta ciudad o el mismo jefe.

—¿Jefes?

—Mira Chloe —respiro hondo para explicarle —en este pueblo hay dos Jefes, dos que viven en guerra, cada uno tiene su parte del pueblo y luego, aparte de ellos, estoy yo, la policía que intenta meterlos a ambos a la cárcel, ese hombre —señalo a Damon —trabaja con uno de ellos o es uno de ellos, le llaman diablo y no es en vano, es quien controla todo el pueblo, porque pertenece a la parte más temida, mi objetivo es mandarlo a él y a su jefe, si tiene uno, claro, a la cárcel para que dejen de cometer sus crímenes, pero hasta ahora no he conseguido las pruebas que necesito.

—¿Por eso lo odias?

—Así es y aunque sea lo último que haga lo mandaré a la cárcel, es un infeliz, un criminal, aléjate de él lo más que puedas Chloe.

—Pero dices que son dos Jefes, ¿solo vas a por uno? —me quedo mirando sus ojos y niego.

—Claro que no preciosa, voy por los dos, pero principalmente a por Damon, es el peor de todos.

—Lo conoces bien por lo que veo —expresa mirándome, yo sonrío

—¿Cómo no hacerlo? No solo somos enemigos, el miserable que tanto odio es mi hermano además, hijo de mi padre —la chica se queda estupefacta viéndome y luego mira hacia Damon que come feliz en su mesa.




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