El Guardián de la luz

Capítulo 7

Volví a casa de Lily con demasiados sentimientos en el cuerpo. Anubis me seguía a mi lado, mirando hacia todas partes. Estaba tranquila porque no tendría que mentir. No sabía cómo reaccionarían Eva y Sara si les dijera que me quedaría más de un mes en Oxford. Sabían que yo no quería pasar tiempo con mi madre y sabía que pensarían que era una egoísta por dejarla, pero ella me había abandonado hacía muchísimo tiempo. Yo la quería…la quería muchísimo.

Mis padres fueron un ejemplo a seguir para mí, mi madre, tan llena de vida, tan cariñosa conmigo. No entendí cómo pudo haberme apartado de esa manera de un momento a otro.

La mañana que mi padre cogió el coche, mi madre y yo habíamos cocinado un pastel de chocolate, nos habíamos reído muchísimo haciéndolo. Supe que algo no estaba bien cuando la vi sentada en el sofá, parecía en trance, sin expresión en su rostro, fue su mirada vacía lo que me alertó. Al poco rato la policía llamó para contarnos que mi padre había fallecido en un accidente de coche. Recordé en ese momento algo que mi madre me dijo cuando tuve mi primer novio en el instituto, me contó que ella y mi padre se querían tanto que estaban conectados en cuerpo y alma, me pareció lo más bonito del mundo. Cuando mi novio me dejó, no sentí nada, ni dolor, ni rencor, nada. Ella me dijo que entonces él no sería el último, y cuando la vi, supe que tenía razón. Mi padre había sido todo para ella, pero también para mí. Eso no me pareció una excusa para abandonar a una hija.

La calidez del pelaje de Anubis me hizo volver al mundo real. Sus ojos me resultaban increíbles, tan solo mirándolos me calmaba.

–– ¿Estás preparado para comenzar nuestra nueva vida? –– le pregunté en voz baja, agachándome. Habíamos llegado a casa de mi amiga, tanto Lily como Will estaban en el salón.

Él levantó una pata y la apoyó en mi mano. Sí, lo estaba.

–– Aprenderemos muchas cosas. Te pido paciencia conmigo.

Asintió y sonreí.

Me parecía increíble que nos entendiéramos. Tenía que dejar mi mente mucho más libre que antes, y pensar mucho más allá. No quería que nada me cogiera por sorpresa. Aunque sabía que eso no lo podía controlar.

Lily me llamó desde el salón.

–– He reservado mesa en el pub –– se había cambiado de ropa, más bien un disfraz. Llevaba un vestido largo de color azul clarito con mangas largas, una capa de color blanco y una diadema de flores. Estaba fabulosa. Lily siempre tuvo la piel más bronceada que yo, a su lado me veía pálida, pero ahora mismo, mi amiga imponía. Se la veía feliz, resplandecía por cada poro de su piel.

–– ¿A dónde vas con esa ropa? Pareces una princesa –– me acerqué, le toqué las flores del pelo y ella se echó a reír.

–– A dónde vamos, querida amiga. Hay una fiesta medieval en Oxford. Y tú vas a ponerte esto –– extendió el brazo que tenía detrás de su espalda. Era un vestido como el suyo y una capa, pero de color negro.

Estallé en una sonora carcajada.

–– No voy a ponerme eso.

Anubis olisqueó el vestido que Lilly estaba sosteniendo.

–– A él le gusta. Al menos, tu perro tiene buen gusto –– alcé una ceja cuando lo llamó perro y bajé la mirada hacia el vestido. Iba a perderme muchas cosas cuando me fuera. La tristeza comenzó a invadirme, pero Lily me empujó con suavidad hacia la habitación donde yo dormía ––. Anda, póntelo ya. Que bajamos en una hora.

Agarré el vestido y la miré a los ojos. Lily tenía una amplia sonrisa. En ese instante decidí que no iba a perder mis últimos días con ella, triste. Agatha dijo que podía verla los fines de semana, así que, tampoco pasaría mucho tiempo sin estar con ella.

Cerré la puerta de la habitación, tan pronto Anubis entró.

***

Terminé de vestirme cuando Lily llamó a la puerta.

–– ¡Si no estás vestida, te visto yo! –– exclamó. Al entrar me miró de arriba abajo y sonrió ––. Estás guapísima, amiga mía. Pareces una guerrera con vestido –– Lily sabía que no creía en princesas. Para convencerme, era la mejor ––. El negro te queda muy bien, y esas hombreras que tiene esa capa, son alucinantes  –– me miró a través del espejo donde me estaba mirando cuando entró ––. ¿Vas a hacerle algo a ese pelo ondulado que tienes hoy? Deberías llevar una trenza o algo, es lo último entre las guerreras, además las guerreras celtas y vikingas las llevaban, dicen que ellas mismas tejían su propio destino –– dijo riendo.

Sabía quién le había contado eso a Lily. Mi madre.

Entrecerré los ojos y me miré en el espejo, sopesando la idea. El vestido no me quedaba nada mal, no era muy escotado. Era de manga larga, no como las de Lily que llegaban hasta casi rozar el suelo. La capa era lo más bonito del disfraz. Con las hombreras, parecía sacada de una novela.

–– Venga, hazme las trenzas –– dije convencida.

Lily aplaudió y me besó en la mejilla.

–– Ni un poquito de maquillaje te pondrás? Aunque sea un color en los labios.

Me miró alzando ambas cejas mientras comenzaba a hacerme la coleta.

–– Vale, esta guerrera tiene el día libre –– sonreí divertida.

Al terminar, sonrió satisfecha con su trabajo. Me había hecho tres trenzas finas en cada costado, para luego terminar con el pelo ondulado. Me miré en el espejo, y cambié el peso de una pierna a otra. Ahora mismo, me parecía muchísimo a mi madre. Aunque ella siempre solía llevar una única trenza––. Gracias, Lily –– sabía que entendería por qué lo decía.




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