Jaime me hizo cientos de preguntas tan pronto llegué al comedor. Desde la primera “¿Llevaba armas el Guardián?” a la última “¿Le viste nervioso por algo en concreto?” y otra que añadió más tarde Cole “¿Qué opinas de Mary?”. Les contesté una a una con toda la paciencia del mundo, pero mi fallo fue decir en voz alta que el Guardián haría un duelo con la profesora Creseida, en ese momento, perdimos a Jaime. Se había bloqueado al saber que iba a ver a su gran ídolo.
–– Hoy es un día feliz, Jaime –– comentó Alice ––. Tú verás al Guardián, yo a Charles –– se echó hacia atrás y golpeó con suavidad la mesa, con una amplia sonrisa pícara en el rostro.
–– Será la primera vez que vea usar elementos en acción –– añadí contenta.
Alice me miró alzando ambas cejas y señalándome.
–– Otra buena noticia para este maravilloso día.
Anubis resopló a mis pies, bajé la vista y sonreí al verle intentar sentarse de nuevo.
–– Has crecido en estos últimos cuatro días, amigo mío.
–– ¡Es cierto! Esta solo es la primera semana y parece que llevamos un mes –– dijo Gina ––. ¿Sigues pensando en irte mañana?
Asentí.
–– Sí, necesito ir. Está claro que tengo que saber cosas del mundo exterior, al menos, de mi mundo.
–– Ahora este también es tu mundo, Rose –– la voz de Jason enfrente de mí fue seria.
–– Es cierto, pero también tengo que saber cómo está lo que queda de mi familia.
Ninguno dijo nada más. El único que rompió el silencio fue Cole.
–– Creo que ya deberíamos ir hacia el campo de entrenamiento.
Jaime fue el primero en levantarse.
***
Había más de cuarenta Custodios, dispersos a lo largo del círculo. Era tan amplio que todos podían verlo desde cualquier parte. Vi alguna cara conocida, de haberme cruzado con ellos en el comedor, pero no había hablado con nadie más.
–– Ya llega Creseida –– dijo Jaime moviendo las piernas, ansioso.
Gina le miraba con cariño. Tenía que preguntarle más tarde, como les iba.
–– ¡Ay por mi Duobus! –– exclamó Alice ––. Allí está Charles, que bien le queda el pelo recogido.
Al lado de Charles, estaba Mary, con los brazos cruzados, charlando con su compañero. Se había cambiado de ropa, aunque iba vestida prácticamente como nosotros, solo que ella llevaba los cuatro primeros botones abiertos de su túnica negra que dejaban ver la cicatriz de su cuello. Su pelo rizado ahora estaba recogido en una gruesa trenza y le caía por un hombro, lo tenía tan largo que le llegaba hasta la altura de las costillas, se la veía descansada.
–– ¡Custodios, no esperábamos tanta presencia! Me alegra saber que os anima ver este tipo de duelos. El Guardián y yo, hoy pelearemos sin nuestros Duobus y sin armas. Solo nuestros elementos –– dijo alegremente Cresseida.
Comenzó como un murmullo que se fue extendiendo por todo el círculo, pero la entrada de Hunter, silenció al instante a todos. Se sentía la tensión en el ambiente, como si nuestro cuerpo reaccionase a ese hombre que iba vestido como nosotros. Aunque, más bien, nosotros íbamos vestidos con su color, el negro.
–– Hacía tiempo que no teníamos tanto público, Creseida –– la voz de Hunter retumbó por todo el círculo. Y eso, que nosotros estábamos fuera de él.
–– ¿Preparado Guardián? Recuerda que usamos los mismos elementos –– dijo Creseida haciendo una elegante reverencia.
Hunter la imitó con una sonrisa en los labios. Una sonrisa bonita.
–– ¡Me va a dar algo! –– exclamó Jaime pegándose más al límite del círculo. Cole, le agarró de la túnica y le empujó hacia atrás. Jaime le miró agradecido ––. Gracias, no vaya a ser que pase lo de la última vez.
Decidí no preguntar.
En ese instante, Creseida alzó ambas manos y le lanzó dos bolas de fuego a Hunter. Este las detuvo también con los brazos estirados y abrió ambas manos. Las bolas de fuego seguían enfrente de él, pero algo las tenía detenidas. Era el viento, no se veía bien, pero parecía como el humo de una vela, se veía deforme. Hunter cerró el puño y movió ambas bolas de fuego hacia la derecha. Los Custodios que se encontraban allí, muchos de ellos ni se inmutaron, pero otros por instinto se movieron al ver como las bolas de fuego chocaban con una pared invisible.
Hunter creó una bola de fuego, pero en el interior de esa bola, se veía como giraba el agua, dio un salto y se la lanzó. Creseida la detuvo estirando los brazos y con la palma de la mano hacia el frente. De ambas manos, salió fuego. Parpadeé al ver tanto poder. Hunter ni se inmutó. De sus dos manos salió lo mismo, un potente fuego donde el agua giraba protegiendo al primer elemento. Ambos debieron de aguantar así cinco minutos. Me di cuenta de que los dos estaban sonriendo, y que lo que estaban haciendo, era agotarse. Ver quién aguantaba más.
Cresseida cortó su poder y girando sobre sí misma, echó a correr hacia el Guardián aprovechando que él seguía lanzando los elementos. Y cuando ella saltó por la derecha del Guardián, estiró una mano y de la nada salió un gran torbellino. Fue imposible que Cresseida lo parase. Salió volando hacia la otra punta y chocó contra la pared invisible, pero no llegó a caer al suelo.
Editado: 16.01.2024