Fue imposible llegar antes a la puerta que el fantasma. Me había acostumbrado a verla como un fantasma divertido y astuto, pero si ella también era un Guardián, sería mejor comenzar a llamarla por lo que realmente era. Esa mañana no fue distinta al resto de mi primera semana, pero en esa ocasión, estaba nerviosa por mi primer duelo. Nunca imaginé que esa palabra estaría en mi vocabulario común, al decirla en voz alta, me transportaba inmediatamente a la época medieval. Me había pasado una hora, después del desayuno, abriendo y cerrando la mano para intentar comprender más mi elemento. Tenía que reconocer, que el fuego era el elemento que más me gustaba, el fuego siempre me había dado respeto e incluso miedo. En verano, en mi tierra…Vaya, tenía que comenzar a llamarla por el nombre que usaban aquí. La Tierra Cálida.
Me sentía un poco nerviosa por ver a Lily, ansiosa en realidad por saber si de verdad creía que había hablado conmigo recientemente.
–– Rose, no te preocupes por si pierdes. Prometo vengarte si a Jason le quedan fuerzas para combatir después contra mi –– dijo Jaime con una sonrisa en el rostro. Llevaba eléctrico toda la mañana. Estaba claro que le gustaba pelear.
–– El lunes voy a empezar a salir a correr con Hannah –– Alice estiró las piernas como si le dolieran ––. El camino del comedor hasta el campo de entrenamiento me ha dejado agotada –– Coincidía con ella. Yo también debía comenzar a salir a correr.
Los otros Custodios con los que solía coincidir en las clases, ya estaban en el campo de entrenamiento. Alice me había contado que ellos habían nacido cerca de aquí, y solo se relacionaban entre ellos.
Vi a Jason agachado, hablando con su Duobus. Anubis le miró con cara de pocos amigos.
–– ¿Estamos preparados para hacer el ridículo? –– pregunté más bien a todos.
Gina se echó a reír y Anubis me dio la espalda, un poco ofendido.
–– Perdona, amigo. No sabía que tu honor estuviera en juego.
Mi Duobus se levantó y girándose me miró molesto.
Anubis parecía tener unas cejas imaginarias. Al menos, yo parecía vérselas.
Y en ese momento, me juzgaban.
Cresseida entró en el campo de entrenamiento, ataviada con la misma ropa que llevábamos nosotros.
Nos miró a Jason y a mí con una gran sonrisa y nos señaló para que acudiésemos al interior.
–– ¡Vuestro primer combate! –– exclamó ––. No espero nada de vosotros, simplemente saber que podéis hacer, ver como reaccionáis –– me miró ––. Rosalie no te preocupes por nada, en el momento que vea, que ambos estáis agotados. Detendré el duelo. Te lo digo a ti, porque he visto un par de veces a Jason entrenar aquí y él ya sabe cuales son las normas.
Asentí.
Miré a Jason, no parecía estar preocupado, al contrario, se le veía muy seguro de sí mismo.
–– Ya podéis ir cada uno hacia una punta –– indicó.
El corazón comenzó a latir muy rápido, tenía las palmas de las manos sudorosas.
Hasta que empecé a sentir paz lentamente por todo mi cuerpo. Bajé la vista y sonreí al ver el cuerpo de Anubis pegado a mi pierna. Comprendí que él me estaba tranquilizando.
–– Podemos hacerlo –– susurré. Respiré hondo y expulsé el aire lentamente.
Jason separó un poco las piernas, dejando ambas manos a la altura de su pecho, no estaban estiradas del todo. Le imité. Anubis se separó un poco de mí y al mirarle, vi como su cuerpo se colocaba en una posición de ataque. Parecía no tener miedo de atacar primero.
No me sorprendí al ver ambas manos de Jason con dos bolas de fuego, tampoco me sorprendió sentir el líquido que corría por mis venas. Lo que me sorprendió fue, atacarle yo primero.
Corrí hacia él, lanzando ambas bolas de fuego. Él se agachó y con una sonrisa burlona en el rostro, me las lanzó. Sin darme cuenta, extendí el brazo hacia Anubis y lancé una estrecha, pero larga llamarada hacia mi Duobus. Protegiéndolo. La bola de Jason se estrelló contra mi fuego.
¡Eso me enfadó muchísimo!
Corrí de nuevo hacia él, con ambas manos lanzando llamaradas de fuego. Anubis me adelantó a pesar de que sus patas fueran cortas y de reojo, vi como chocaba contra Káel. Ambos comenzaron a morderse y abrí los ojos al ver la mandíbula que tenían. Eran lobeznos, pero sin duda, ambos eran fuertes. La mirada de mi Duobus me hizo saber que tenía que dejarlo solo.
Me concentré plenamente en Jason. Él también me había lanzado llamaradas. Di un paso más hacia él sin dejar de lanzar mi fuego, ya no le veía.
Solo había fuego y humo.
Aproveché ese momento para detener mi elemento y echar a correr en zig zag, pero él me vio rápidamente y me lanzó otra bola de fuego.
Grité de dolor cuando rozó mi brazo izquierdo.
Estaba enfadada y dolorida.
La mirada de Jason me pedía disculpas, pero no tenía pensado aceptarlas tan pronto. Esto no era un juego, esto era peligroso. Eran elementos que hacían daño a las personas, que quemaban al sentirlas.
Estiré el brazo derecho y abrí la palma de la mano, lanzando todo mi poder.
Editado: 16.01.2024