El Guardián de la luz

Capítulo 19

Llegamos justo a las ocho en punto. El pub tenía una puerta estrecha de madera de color azul y había gente charlando animadamente fuera. No sabía si debía esperar a Jason fuera o dentro del pub.

–– Mándale un mensaje y dile que estamos ya aquí –– dijo Lily.

Me mordí el labio inferior, pensativa. No tenía el teléfono de Jason. ¿Cómo iba a explicarle eso a Lily? Aunque no tuve que explicarle nada. Vi a Jason acercándose. Sonreí al ver que ambos íbamos parecidos, él también llevaba unos vaqueros negros con unas deportivas negras y blancas, un jersey de cuello alto negro y una cazadora de piel. Cuando me vio, una sonrisa iluminó su rostro. Jason estaba muy guapo, tenía el pelo alborotado, como el día que le conocí.

–– Hola –– carraspeó. Se giró a Lily y a Will ––. Tu debes de ser la famosa Lily.

Mi amiga alzó una ceja y sonrió asintiendo. Cuando Jason le estrechó la mano a Will, Lily se giró lentamente con una sonrisa traviesa y asintió con la cabeza.

Moviendo los labios dijo “Me gusta

Sacudí la cabeza y puse los ojos en blanco.

–– ¿Entramos? –– pregunté, pero Will se adelantó y abrió la puerta. Nos dejó pasar a Lily y a mi primero y él comenzó a charlar con Jason sobre lo cerca que quedaba este pub del hotel. Bajamos un buen tramo de escaleras.

Lily me chistó.

–– ¿Qué?

–– Me encanta, lo apruebo, es muy tú –– susurró rápidamente.

Al llegar abajo, el local me encantó enseguida. Parecía un bosque mágico. Tenía una larga barra de madera a la derecha y un espejo detrás donde se veían las botellas, pero lo que más me llamó la atención fue lo que había al fondo. Un árbol, perfectamente tallado en madera, recorría todo lo alto del local, mostrando mesas hacia arriba en forma de espiral. Me acerqué a la barandilla para mirar mejor hacia arriba.

Jason se acercó a mi lado y con una sonrisa burlona me guiñó un ojo.

–– Sabía que te gustaría. Este sería un buen lugar donde escribir.

Asentí.

–– La verdad es que has acertado de pleno. Es perfecto.

Su sonrisa burlona se esfumó.

–– Es curioso verte fuera de Oxford, ahora sí parecemos gemelos.

Me eché a reír.

–– ¿Ves? –– Me separé de él y me giré para que viera que íbamos iguales, él me contempló en silencio ––. Parecemos motoristas.

Ahora fue Jason quién se echó a reír, su sonrisa era contagiosa. No sé por qué, pero le sonreí.

Lily apareció con dos cervezas y nos las tendió a cada uno.

–– Gracias –– dijo Jason ––. He reservado mesa, dadme un momento –– se acercó hasta la barra y le chocó la mano a uno de los camareros.

–– Hacéis una pareja brutal –– empezó Lily ––. Sé que no te gusta nada que te digan estas cosas, pero ¡madre mía, Rose! Mira este sitio. Es muy tú. Ese chico ha dado en el clavo.

Miré a Will para que me echase una mano, pero me miró asintiendo.

Suspiré derrotada.

–– Solo somos amigos, Lily.

Jason llegó y señaló hacia unas escaleras.

Tan pronto nos sentamos, la conversación, simplemente comenzó a fluir.

***

Habíamos cenado unas hamburguesas, y después de tres cervezas, no parábamos de reír. Jason no había parado de preguntarle a Lily por mis trapos sucios, y mi amiga sin tener ninguna piedad conmigo, le contó muchas de ellas. Yo no había parado de reír en ningún momento, Will se metía muchísimo en la conversación y Lily y Jason se habían caído muy bien enseguida.

En ocasiones, pillaba a Jason mirándome con esa sonrisa boba que ponía cuando se divertía o cuando se metía conmigo.

–– Así que se escapó de su casa para ir hasta una fiesta en la otra punta de la ciudad, eso sí que no me lo esperaba –– dijo Jason, llevándose una mano al mentón y mirándome de reojo.

Me encogí de hombros.

–– Fui porque Lily me engañó, me dijo que si no aparecía se enrollaría con David –– negué con la cabeza ––. Y yo odiaba mucho a ese chico. Quería hacer un trío con las dos.

Will cerró los ojos un momento y puso una mueca divertida, bebió un trago de su cerveza para después extender el brazo por detrás de la silla de Lily.

–– Ese David era muy listo.

–– Casi pierdo la virginidad con él, tan solo por cumplir mi promesa –– contó Lily entre risas.

–– Lo hubiera matado si te hubiese tocado –– espeté ––. Cada vez que nos veía en los pasillos del instituto nos lanzaba un beso y yo siempre hacía que lo agarraba y lo tiraba al suelo.

–– Eras una rompecorazones –– dijo Jason, apoyándose en el respaldo de la silla. Se le veía relajado.

–– Puede que alguno haya roto, pero también me lo han roto a mí –– le expliqué.

Él se interesó al momento.

–– Cuéntame.




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