El Guardián de la luz

Capítulo 21

Tenía la boca seca de tanto hablar durante el desayuno. Jaime me había preguntado cientos de cosas sobre mis entrenamientos con Hunter. Lo quería saber todo sobre el Guardián y yo lo único que quería era desayunar bien para estar lista en mi duelo con Cole. Cuando mi contrincante del día me salvó diciendo que él también entrenaba con Hunter, Jaime se olvidó de mí durante media hora al menos.

Jason apareció en el momento en el que mi grupo de amigos y yo, nos marchábamos hacia el campo de entrenamiento.

–– ¿Preparada? –– me preguntó con una amplia sonrisa, chocando suavemente su hombro con el mío.

Lo miré asintiendo.

–– Cole controla muy bien ya sus dos elementos, estoy segura de que perderé, pero lo intentaré.

–– La última vez, si no recuerdo mal, empatasteis.

Bufé.

–– Sí, porque Cole se despistó. Ahora estará atento a todo, además, es el mejor de todos nosotros.

Jason alzó una ceja y asintió.

–– En eso llevas razón.

No había vuelto a ver a Jason desde Londres, pero me resultó agradable verle de nuevo. Estaba muy guapo, últimamente le veía mucho más guapo que antes.

Cole, que iba delante de mí, se detuvo, llevándose las manos a la cabeza. Yo también me detuve al ver su reacción. El campo de entrenamiento estaba abarrotado de Custodios. Hunter estaba hablando con Cresseida e imaginé que todos estaban allí para verle a él, no a Cole y a mi.

–– ¿Sabes que no vienen por nosotros, verdad? –– le pregunté con una sonrisa divertida a Cole.

–– Lo sé. Me encanta que el Guardián venga a vernos, pero su presencia atrae a todos. Me resulta algo …incómodo batirme así en duelo.

Asentí.

–– Te entiendo perfectamente.

Jason estalló en una risa.

–– ¿Ese que va corriendo es Jaime? –– preguntó entre risas. Gina se giró poniendo los ojos en blanco.

–– Su obsesión con el Guardián es demasiada –– suspiró mi amiga con una sonrisa.

Anubis y Finrer también nos estaban esperando. Cuando llegamos al campo de entrenamiento, Cole y yo entramos directamente a él, nuestros Duobus nos seguían a nuestro lado.

–– ¡Bienvenidos! –– exclamó Cresseida alzando la voz ––. Hoy, Cole y Rosalie se batirán en duelo. Ambos han estado practicando con el Guardián y nos mostrarán lo aprendido.

Abrí los ojos sorprendida. ¿Qué tenía yo que mostrar? Si no había aprendido nada más. Miré de reojo a Cole. Se le veía relajado. Bajé la mirada para ver a mi Duobus. Anubis tenía la mirada clavada en Damon, al igual que Finrer.

Suspiré.

–– ¿Preparados? –– nos preguntó Cresseida antes de girarse hacia Hunter ––. ¿Algo que quieras objetar, Guardián?

Hunter asintió y dirigió su mirada ámbar hacia nosotros.

–– Combatiréis sin armas. Cuerpo a cuerpo.

Cole y yo asentimos y nos separamos el uno del otro. Como habíamos hecho otras veces.

Anubis ya estaba preparado. Tenía la cola erguida y su boca abierta mostrando sus poderosos dientes.

–– ¿Listo amigo?

Mi Duobus asintió. Y con su afirmación, creé una pared larga y alta en el momento en el que Cole nos lanzó una potente llamarada.

Su fuego chocó contra mi pared en llamas. Comencé a avanzar hacia delante manteniendo mi elemento con precisión.

Anubis echó a correr hacia un lado cuando sintió acercarse a Finrer.

Comencé a ver humo en lo alto de mi pared de fuego. Cole lo estaba intentando apagar con su elemento de agua.

Me eché hacia atrás y moví ambas manos para que mi pared fuese cogiendo forma de remolino.

Cole me lanzó un chorro de agua fuerte al rostro para desconcentrarme.

Grité de rabia al no poder ver nada. Solo podía cerrar los ojos.

Llevé mi mano izquierda a la cara, para que el agua no me impactara directamente en la nariz y pudiese respirar mejor. Con la mano derecha intenté guiar a mi remolino de fuego. Abrí un ojo y vi a Cole con una sonrisa de triunfo en el rostro. Tenía ambas manos estiradas, el cabronazo me estaba lanzando todo su poder.

Corrí lo más rápido que pude con la presión del agua dándome en todo el cuerpo.

Giré la mano derecha rápido hacia Cole, y este, sorprendido dejó de lanzarme agua.

Sentí un hormigueo en los pies que se iba intensificando poco a poco hasta llegar a mis tobillos, subiendo por mis piernas.

Me lamenté al saber que mi pie derecho no se había curado como había supuesto.

Cole se deshizo de mi remolino, creando una pared de agua. Así que cada vez que mi remolino de fuego se acercaba a él, se iba debilitando con cada toque.

Di saltitos para que mis piernas no se quedasen dormidas, miré hacia mis pies, pero era imposible, no paraba de subirme el hormigueo. Moví los dedos de los pies y otro tanto, nada era capaz de pararlo.




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