El Guardián de la luz

Capítulo 24

Abrí ambos ojos tan pronto sentí algo húmedo tocando mi cabeza. Me giré de golpe y me topé con unos dientes grandes. Umbra bajó la cabeza y me acarició con cuidado. Volví a girarme para ver a la yegua. Tanto White como el potrillo dormían.

–– Sí, creo que sobro en esta imagen –– dije en voz baja. Me levanté lentamente y le di unos suaves golpecitos a Umbra en su fuerte cuello.

Busqué por los establos, pero no había nadie. Ni siquiera Anubis.

Al salir de las caballerizas, vi a Hunter con mi Duobus y el suyo. Los tres tumbados en la hierba, mirando al cielo, en realidad, mirando a la luna. Me acerqué sigilosamente, pero Hunter giró la cabeza y me dedicó una pequeña sonrisa.

–– Únete a nosotros –– estiró el brazo y le dio unos golpecitos a la hierba –– esta noche la luna brilla con fuerza y el tiempo nos acompaña. La Guardiana del Bosque está celebrando el nuevo nacimiento.

Me tumbé a su lado ante la atenta mirada de Anubis. Él estaba enfrente de nosotros, tumbado al lado de Damon. Hunter volvió a mirar al cielo y posó ambas manos en su vientre.

–– ¿No tienes frío? –– pregunté. Me di cuenta de que yo no había cogido la capa, en realidad había buena temperatura para ser finales de Noviembre. Corría una brisa suave y cálida.

–– No, estoy tan cansado que no siento mi cuerpo –– dijo girando su rostro para mirarme –– ¿Cómo está la pequeña familia?

Giré la cabeza y le miré a los ojos.

–– Contentos y cansados. White y el potrillo están durmiendo, Umbra me ha echado con mucha elegancia.

Hunter soltó una risita.

–– Estará feliz y orgulloso. Cuando mi Guardián se marchó, White estuvo muy triste, adelgazó muchísimo, se negaba a comer, hasta que un día la vimos comer al lado de un caballo, no hace falta mucha imaginación para saber que ese caballo era Umbra. Todavía no era mío, él me eligió mucho más tarde. White es la hija del caballo de mi Guardián, es fuerte y rápida. El potrillo será igual de rápido y fuerte que Umbra y ella.

–– ¿Umbra te eligió? –– pregunté.

–– Así es. Nosotros no elegimos nada, Rose. Vivimos con las decisiones que toma el destino –– me miró largo y tendido.

–– Yo creo que nosotros formamos nuestro propio destino. Por mucho que ya esté escrito, creo que siempre está la opción de poder modificarlo.

Hunter alzó ambas cejas.

–– Lo hablamos dentro de unos años, a ver qué ha cambiado de tu vida.

–– Para empezar, yo no tenía ni idea de lo que era un Custodio y mucho menos un Duobus y para terminar, controlo dos elementos. No tenía nada de eso en mi cumpleaños pasado, ni a mediados de este año –– dije pensativa.

–– ¿Cuándo es tu cumpleaños?

–– En Enero. El veinte de Enero –– respondí. Hunter flexionó un brazo y lo llevó a su cabeza, poniéndose cómodo. Me di cuenta de que poco a poco comenzaba a parpadear más lento. –– Por cierto –– él abrió los ojos ––. ¿Cómo le vas a llamar al potrillo?

Hunter miró al cielo unos segundos.

–– ¿Por qué no se lo pones tú?

Le miré confusa.

–– Porque tú eres el Guardián y además Umbra es tuyo.

–– Y tú una Custodio que puede decidir lo que quiera –– respondió con una sonrisa burlona en el rostro.

Me gustaba este Hunter.

–– No creo que te guste –– le miré de reojo. Él alzó el mentón, para que lo dijese ––. Breeze.

–– Breeze –– dijo pensativo ––. Porque nació en una noche de brisa.

–– Igual te parece una tontería.

Vi duda en su mirada.

–– No lo es. En realidad, ahora sabiendo que tiene nombre, puedo descansar mejor –– una sonrisa vacilona iluminó su rostro cansado. Hunter volvió a cerrar los ojos otra vez, esta vez duró más.

–– Creo que deberíamos irnos. Necesitas descansar –– dije poniendo una mano en el suelo para levantarme. Hunter abrió los ojos y agarró mi mano con suavidad. Sentí los callos de su mano en la mía, me di cuenta de que en la mía también se estaban empezando a formar.

–– Espera un rato –– su mirada parecía decir “por favor”. Volví a tumbarme. Me soltó la mano y volvió a ponerla en su vientre ––. Si me voy a dormir, mañana será Lunes. Y esta semana…no es de mis favoritas.

Arrugué el ceño.

–– ¿Qué pasa esta semana?

Hunter puso los ojos en blanco. Ese gesto me sacó una sonrisa.

–– El viernes llega Cambridge. No me apetecen cenas de gala, ni música ni aguantar a nuestros visitantes. Tengo tareas pendientes, por estar –– sacudió la cabeza ––. He dejado obligaciones pendientes –– dijo finalmente.

–– ¿Tienes que pelear contra su Guardián?

–– Sí, eso es lo único que me alegra –– se frotó los ojos ––. Berel y yo llevamos años enfrentándonos –– Yo abrí la boca para preguntarle cuántas veces había ganado, pero Hunter debió de ver mis intenciones ––. Yo. Siempre gano yo, Rose. Bueno, en mis dos primeros años me ganó él, pero la sensación de perder no me gusta. El Canciller siempre me dice que un año lo gane yo y otro gane él, pero nunca me llego a plantear tal cosa.




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