El Guardián de la luz

Capítulo 25

A Anubis no le hizo mucha gracia que me fuera sin él, pero yo quería seguir las reglas y esas eran “Los Duobus se quedan en Oxford”. Cuando me marché, supe que Anubis se quedaría toda la noche sentado mirando hacia el Puente de los Suspiros, esperando mi regreso.

Mientras caminaba por las calles de Oxford, iluminadas por la luz de las farolas, me topé con un escaparate donde tenían un televisor apagado. Me resultó extraño verlo, hacía tanto tiempo que no veía la televisión que me di cuenta de que me había sido fácil no convivir con la tecnología, aunque sí echaba de menos el teléfono para saber de mi familia. El televisor me devolvió mi reflejo. No había rastro de mis mechones blancos o grisáceos, cada día más abundantes, o de mis ojos azules más claros. Enfrente de mí, solo había una chica rubia, de ojos azules que me contemplaba en silencio. Me abroché bien el abrigo y me puse la capucha tan pronto sentí la primera gota de lluvia. Me despedí de la mujer que me miraba reflejada en el cristal del televisor. Estaba segura de que todavía seguía dentro de mí.

Cuando abrí la puerta del apartamento de Lily, ella me recibió con una sonrisa dulce. Estaba tumbada en el sofá con una manta, mientras comía palomitas.

–– Tardaste tanto que he empezado a ver la peli sin ti –– dijo con voz cariñosa.

Todavía no sabía muy bien cómo funcionaba mi ausencia, pero parecía que lo hacía perfectamente.

–– Sí, me he entretenido, perdona.

Ella me miró con dulzura y le dio dos palmaditas al sofá.

–– Puedes contármelo.

La miré confusa mientras me sentaba a su lado y le daba un abrazo, después cogí palomitas de su bol. Que ricas estaban. Mi paladar por fin probó algo distinto a lo que comía en Oxford. Ella me pasó el bol y seguí comiendo.

–– No te entiendo –– respondí.

–– Rose, te has marchado a dar una vuelta para llamar a Eva. Sé que las cosas con Sara están todavía delicadas, la muerte de Jacob todavía es muy reciente.

Se me cayó el bol.

Mi corazón se aceleró y las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos.

Lily me miró sorprendida y negó con la cabeza. Me abrazó con fuerza.

–– Perdona, Rose. Pensé que ya estabas mejor, lo siento mucho.

Me quedé inmóvil. Jacob había muerto. El marido de Sara, uno de los mejores amigos de mi padre y de mi madre. Mi madre…cómo estaría ella ante esa noticia. Y Sara…

Tenía que llamarlas.

Me levanté de golpe, Lily se separó de mí, mirándome fijamente.

–– Voy un momento a llamarla, necesito hablar más con ella –– dije mientras iba a mi habitación. Todo estaba absolutamente igual que como lo dejé.

Me senté en la cama y saqué el teléfono de mi cazadora. Las manos me temblaban. Como no sentí esto…cómo no pude darme cuenta de lo que estaba pasando. Las lágrimas cayeron por mi rostro, mi vista estaba borrosa. Los cerré un instante y me tumbé en la cama. No podía llamar a Sara en este estado… no podía.

No sé cuánto tiempo pasé tumbada, llorando y mirando al techo. Cuando las lágrimas me abandonaron, agarré el teléfono.

Llamé a Sara.

Ella no tardó en cogerme.

–– Rose, cariño. ¿Estás bien? –– su voz, tierna como siempre.

Tragué lentamente y recé para que mi voz sonase decente.

–– Estaba pensando en ti, Sara. Quería saber cómo estabas –– al menos, no había temblado al hablar.

Oí como suspiraba al otro lado del teléfono.

–– Ha pasado un mes y todavía no me lo creo –– me tapé la boca para que no me escuchara romperme a llorar de nuevo. Un mes…hacía un mes que Jacob había muerto ––. Es curioso como aún, sabiendo que le quedaba poco tiempo, todavía mi mente no es capaz de asimilarlo. Debería estar acostumbrada, primero Richard, luego tu padre y ahora Jacob –– dejó de hablar un segundo ––. Al menos ahora los tres están juntos. Jacob quería ser enterrado cerca de tu padre, ¿sabes?

Una punzada de dolor me atravesó el corazón.

–– No, no lo sabía. Creí que había hecho mal en enterrar a mi padre en Galicia. Ya sabes que mi madre se enfadó por ello –– dije lentamente.

–– Tu padre tenía que haberse enterrado en Inglaterra, pero tú no sabías nada cariño. Lo hiciste muy bien. Tu padre vivió sus últimos años aquí, estoy segura de que lo aceptaría de buen grado. Eva mandó traer los restos de Richard aquí. Así los tres podrían estar juntos.

Parpadeé lentamente.

–– No sabía eso.

–– Claro que sí cariño, te lo dijo ella hace unos meses, pero con tanta mala noticia es normal que te olvidaras.

Fruncí el ceño dolida. Me estaba perdiendo demasiada información. Necesitaba hablar con el Canciller para que me diese opciones.

–– Me había olvidado, perdona.

Sara suspiró agotada.

–– La vida tiene que seguir Rose, que le vamos a hacer. No estoy sola, sabes que siempre os tendré a vosotras. Ni Eva ni yo quisimos tener hijos, así que tú eres hija de las tres.




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