El Guardián de la luz

Capítulo 28

El campo de entrenamiento se había adaptado a las exigencias de casi doscientos Custodios. Todos podríamos estar sentados y ver a los dos Guardianes pelear. Cambridge estaba sentado enfrente de nosotros, al otro lado del círculo de magia que protegía el campo de entrenamiento. Mary había sido muy amable de guardarnos seis asientos en primera fila, incluso estábamos cerca del Canciller y del resto de profesores.

–– ¿Crees que Hunter le dejará ganar este año? –– le preguntó Charles a Mary. Ella, que estaba sentada a mi lado, se echó a reír con fuerza. Puso una mano tapando los ojos del sol que había y se giró para responder.

–– ¿En serio, Charles? Si este año le deja ganar, yo habré perdido mucho dinero por su culpa.

–– Yo le aconsejé que este año debería perder, o al menos empatar. Cambridge lleva perdiendo cinco años seguidos.

Jaime habló por primera vez desde que nos habíamos sentado.

–– El Guardián ganará seguro, se le ve implacable.

Miré de reojo como Mary y Charles se miraban, ambos no parecían opinar lo mismo que mi amigo.

Un suave cosquilleo en la nuca me hizo sonreír. Anubis estaba cerca. Anoche solo pudo acompañarme hasta casa. Como pude, le entendí que debía pasar la noche fuera, pero tenía claro, que estaría protegiéndome y vigilando desde la distancia.

El Canciller entró en el interior del campo de entrenamiento, seguido de Hunter y de Berel. Los dos iban ataviados con túnicas y pantalones con sus respectivos colores. Ninguno iba acompañado de sus Duobus.

–– ¿Damon no va a pelear? –– le pregunté a Mary.

Ella negó con la cabeza.

–– Cuando un Guardián visita una tierra que no es la suya, ni él ni los suyos deben llevar a sus Duobus. Sería una irresponsabilidad llevar a nuestros Duobus con nosotros cuando salimos de Oxford. Berel nunca ha visto a Damon, ni Hunter al de Berel.

Asentí en silencio.

El Canciller dijo unas palabras para dar comienzo la pelea. No escuché lo que dijo porque solo fui capaz de mirar a Hunter. Se le veía muy concentrado, aunque había una sonrisa burlona en su rostro, pero algo me decía que eso era una simple fachada. No llevaba armadura, solo una espada en la cintura.

Tan pronto el Canciller se marchó. Ambos Guardianes comenzaron a pelear.

Fue Hunter el que comenzó. Echó a correr hacia Berel, creando a la vez un tornado de fuego y viento que avanzó rápidamente hacia su oponente, pero tan pronto el tornado llegó, Berel lo detuvo con un muro de agua. Para mi sorpresa el tornado de Hunter era tan poderoso que consiguió pasar sin problema por el interior del agua. Berel estiró la mano, su rostro parecía indicar que estaba sujetando algo que pesaba mucho. Desvió el tornado unos pocos metros y abrió los ojos sorprendido, al ver a Hunter empuñando una espada. Él sacó la suya y ambos hicieron un baile de pasos y choques de espada que duró más minutos de lo que hubiese imaginado. Ambos tenían muchísimo aguante. Las espadas chocaban con fuerza hasta que Berel intentó tirar a Hunter usando el viento. Este clavó los pies con fuerza al suelo y cerró los ojos a causa de la tierra que llevaba consigo el viento.

Hunter le dio la espalda unos segundos a Berel y abrió los ojos con rostro divertido.

–– Se está confiando –– dijo Mary.

–– Solo quiere sacarle de sus casillas –– contestó al momento Charles.

Ambos estaban nerviosos, no paraban de mover los pies, me di cuenta de que yo estaba como ellos, pero peor estaba Jaime. Él se había levantado de la silla hacía un rato.

Hunter se acuclilló y puso ambas manos en el suelo. No comprendí que estaba haciendo, hasta que lo sentí. Fuera del círculo a penas era un leve movimiento, me agaché y puse una mano en la tierra y sentí la vibración. Abrí los ojos sorprendida cuando vi que en el espacio que había entre Hunter y Berel, una gran grieta separó la tierra por la mitad.

Berel saltó con agilidad hacia un árbol antes de que la tierra destrozase la zona donde él había estado segundos antes.

–– Increíble –– susurré.

Mary me miró con una sonrisa.

–– Esos dos que ves ahí, podrían destruir la Gran Isla si quisieran.

Berel bajó del árbol y sonrió con cara de lunático.

–– Hunter, ¿me enseñas tan rápido todos tus elementos? –– preguntó mientras cerraba los ojos y abría ambas palmas de la mano.

–– Mis elementos son los mismos cada año, Berel. ¿Acaso no recuerdas cómo cada uno de ellos te vencieron? –– nuestro Guardián le miró con la cabeza ladeada. Se le veía bien, todavía con fuerza, pero su respiración había cambiado.

Mary suspiró y se llevó una mano a la cabeza, negando.

Berel abrió los ojos en el instante en que dijo con una amplia sonrisa.

–– Tus elementos son siempre los mismos, pero mis hechizos cambian cada año.

En ese mismo instante, de sus manos salieron dos potentes rayos. Fueron directos al pecho de Hunter. Una nube de polvo cubrió nuestra visión.

Me levanté de la silla en el mismo momento que Mary. Busqué en su rostro si eso que acabábamos de ver era algo normal, pero su rostro preocupado indicaba todo lo contrario. Enfrente de nosotros, los Custodios de Cambridge le daban ánimos a su Guardián.




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