El Guardián de la luz

Capítulo 29

Jaime había narrado diecinueve veces cómo había sido su entrenamiento con el Guardián. Hunter se había lucido con él, le había vuelto a mostrar en una escala pequeña todos sus elementos y su forma de luchar. Jaime había tenido uno de sus mejores días tan solo por ver a su querido Guardián luchar contra su amigo Cole. Jaime me resultaba tierno, hacía que mi adormilado instinto maternal se despertara tan solo para escuchar sus historias con Hunter.

Gina, Alice y Jaime se habían marchado hacía unos minutos con Charles para dar un largo paseo a caballo y mostrarle a Gina que podía montar a caballo como una gran amazona en pocos días.

Vi el viento antes de que ella se materializara.

–– Buenas tardes, Rosalie –– dijo la Guardiana del bosque. Le hice una reverencia antes de que ella me la hiciera a mí. Esta vez sí lo hice para meterme con ella.

–– Buenas tardes, Guardiana.

–– Odiarás las reverencias.

Alcé una ceja.

–– No creo, le estoy empezando a coger el gusto a hacerlas –– respondí. Ella casi puso los ojos en blanco.

–– El Guardián me envía para comunicarte que se retrasará unos minutos, y que debo acompañarte hacia donde él está.

No escondí en mi rostro el fastidio que me dio que Hunter se retrasara, estaba ansiosa por saber a dónde iríamos.

–– Claro, el Guardián es un hombre muy ocupado.

Ella me miró de reojo cuando comenzó a caminar a mi lado.

–– Lo es. El Guardián siempre tiene algo que hacer y aun así…saca tiempo para todos.

Me quedé callada al escuchar el tono de voz que ella había utilizado. La había notado enfadada.

–– ¿Todo bien Guardiana? –– pregunté.

Me fijé en que llevaba el pelo en una trenza, igual que yo. No era la primera vez que la veía llevar algo parecido a mí, o igual. Oculté una sonrisa, quizás sí le cayese bien después de todas nuestras pullas por las reverencias.

–– Todo lo bien que puede ir después de que mi bosque y yo echásemos a Cambridge.

Me quedé quieta un momento, aunque ella no se detuvo. La alcancé al momento, caminando más rápido.

–– ¿Querían hacernos daño?

Ella resopló.

–– Eso parece. Si no, no se habrían marchado de esa manera.

Supe que habíamos llegado a un lugar especial tan pronto lo tuve delante. Era un río que, al cruzarlo, daba a un puente donde no se veía el final. Una niebla grisácea lo tapaba. Y no era la misma niebla que el círculo de protección.

–– ¿Crees que volverán?

La Guardiana negó con la cabeza.

–– No les dejaremos entrar. Nadie entrará aquí –– dijo con la voz rasgada. Se giró hacia nuestra derecha y cuadró los hombros. Enseguida apareció Hunter ––. Guardián, la he traído como pedisteis. El Canciller será avisado tan pronto crucéis el puente. Recomiendo no pasar más de dos horas fuera.

Lo sentí antes de verlo. Busqué y tiré por el hilo que nos unía. Anubis estaba aquí.

–– Gracias Guardiana, tendré en cuenta todas tus recomendaciones –– dijo Hunter con voz tranquila. Tenía puesta la misma ropa negra de siempre. Aunque esta vez, su túnica lisa de entrenar, la había cambiado por una donde se veía el relieve del rostro de Damon. La misma que había llevado en la cena del viernes.

El Duobus de Hunter fue el primero en llegar, después Anubis.

Hinqué la rodilla en el suelo para acariciarle en el momento en el que él se acercó a mí.

–– ¿Qué haces aquí, amigo? Creí que tendrías que estar fuera todo el día –– dije dándole un abrazo. Sentí todo su cariño al instante.

–– Vamos a salir fuera de los límites de Oxford y no quería que Anubis se volviera loco preguntándose dónde estabas –– respondió Hunter.

–– ¿A dónde?

Él simplemente se giró hacia la Guardiana del Bosque.

–– Volveremos pronto. Charles está en los establos y Mary con el Canciller.

Ella simplemente asintió. Hunter se inclinó hacia delante, haciendo una pequeña reverencia. Ella, sorprendiéndome, me hizo una reverencia y se marchó.

Hunter frunció el ceño.

–– ¿A que ha venido eso? –– preguntó con una cálida sonrisa.

–– Siempre me la hace cuando me ve y yo a ella. Creo que es nuestra manera de hacernos reír, además ¿No ves que últimamente me copia la trenza? –– dije sin darle importancia.

–– Siempre que la veo la lleva puesta. Debes de ser una fuente de inspiración en cuanto a moda se refiere. Aunque hoy no vas a luchar y la llevas puesta –– comentó entre risas, aunque esta vez vi algo más en su mirada que no supe descifrar.

Me levanté del suelo y acaricié por última vez a Anubis. Hunter se giró hacia su Duobus.

–– Volveremos pronto, Damon.

Él simplemente asintió.

Hunter me señaló el puente y ambos caminamos a la vez hacia él. Me fijé en que estaba relajado, tenía los brazos detrás de su espalda y caminaba con paso tranquilo. Me giré para ver a Anubis, él estaba sentado, esperando paciente, al igual que Damon a nuestro regreso.




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