El Guardián de la luz

Capítulo 30

No dormí bien durante la noche. Me desperté más de cinco veces soñando con el maldito agua. Soñé que me ahogaba en tres de esos sueños, los otros dos, simplemente no podía subir a la superficie. Anubis tampoco durmió bien, me di cuenta de que mis sueños, o más bien, mi mal humor, se veían reflejados en él. Ambos parecíamos dos huraños desayunando en el comedor.

–– ¿Una mala noche? –– preguntó Cole, sentándose a mi lado. Finrer, su Duobus se tumbó al lado de Anubis.

–– Las pesadillas me ganaron esta vez –– respondí.

–– Mi abuela me preparaba siempre leche caliente antes de irme a la cama, para evitar los malos sueños.

Alcé una ceja y asentí.

–– Suena a un buen consejo.

Cole sonrió. A él sí que se le veía descansado.

–– ¿Preparada para las pruebas?

Me encogí de hombros.

–– No mucho, si te soy sincera. Al menos me gustaría saber en qué consisten.

–– Algo me dice que no nos lo dirán –– le dio un fuerte bocado a su manzana ––. Finrer lleva pegado a mi desde que me desperté. Supongo que sus instintos están también en alerta.

Asentí de nuevo.

–– Anubis está igual –– dije bajando la mirada hacia mi Duobus. Llevaba un buen rato mirando hacia la puerta del comedor.

Gina y Jaime se sentaron en el banco de enfrente. Sus Duobus, Miranda y Dante se unieron a los nuestros.

–– ¿Qué tal te fue ayer con el Guardián, Rose? –– preguntó contento Jaime.

Negué con la cabeza.

–– Nada interesante.

Por el rabillo del ojo, vi como Cole sacaba de su mochila un libro antiguo, con la tapa desgastada.

–– Lauren me lo prestó –– comentó Cole, mirándome con una sonrisa.

–– ¿De qué trata? –– quiso saber Gina, quitándose la capa, estaba húmeda así que debía de estar lloviendo.

–– No lo tengo muy claro, está en latín y no lo domino mucho todavía. Dijo que me servirá de ayuda en el futuro.

Alice llegó corriendo, Hannah se acercó a los Duobus.

–– ¡Tengo noticias! Charles me contó que la prueba se hará hoy por la mañana. Hannah y yo vimos a varios Custodios ir hacia la Biblioteca.

Cole, Jaime y yo nos levantamos a la vez. Nuestros Duobus se incorporaron al momento. El corazón comenzó a acelerarse. Pasé una pierna por el banco y tan pronto me disponía a correr junto con Cole y Jaime, Alice nos detuvo.

–– Tenéis que ir solos, sin Duobus.

Anubis, Finrer y Dante gruñeron a la vez.

Alice sacudió la cabeza.

–– Lo siento, eso es lo que Charles me contó.

Me agaché para acariciar a Anubis.

–– Estaré bien, esto es Oxford. Hunter está aquí –– le dije en voz baja.

Preocupación. Eso era lo que estaba sintiendo mi Duobus.

–– Aquí nunca nos pasó nada malo, Anubis. Hoy no será el primer día tranquilo.

Un cosquilleo en mi corazón, fue su respuesta.

Le di un beso entre sus orejas y salí corriendo del comedor, junto con los chicos.

No tardamos mucho en llegar a la Biblioteca, Mary estaba fuera, su pelo rojo lo llevaba atado en una simple coleta. Su Duobus, Moira, nos miró de reojo tan pronto estuvimos enfrente de ellas.

–– ¡Bienvenidos a la primera prueba, Custodios! –– exclamó mirándonos con entusiasmo ––. Entraréis de uno en uno, debéis usar vuestros instintos para salir, recordar que no lucharéis entre vosotros, ni habrá algo que os pueda herir. Los diez primeros serán clasificados para la segunda prueba.

Ninguno de los tres habló. Me di cuenta de que estaba muy nerviosa, tenía que calmarme.

–– Cole, tu primero –– dijo Mary con cierta sensualidad en sus palabras.

Miré a mi amigo, se le veía tranquilo y decidido.

La puerta de la Biblioteca se abrió sola y Cole, entró sin mirar atrás. Tan pronto la puerta se cerró. Mary señaló con el mentón a Jaime.

–– Tu turno.

La puerta volvió a abrirse. Sin embargo, Jaime sí que me miró antes de entrar. Parecía tan nervioso como lo estaba yo. La puerta se cerró tras él.

Respiré hondo. Mary me sonrió con picardía.

–– Confío en ti, Rose –– me miró fijamente. Sus ojos parecían fuego ––. Solo dos mujeres haréis las pruebas, estoy segura de que ambas las pasaréis. Demuéstrales a todos, hombres y mujeres, pero sobre todo a ellas, que los tiempos han cambiado.

Le devolví la misma mirada salvaje.

–– Lo intentaré.

Traspasé la puerta tranquila y serena, aunque me intentase engañar a mí misma.

 

La Biblioteca estaba en calma. Solo se escuchaba el sonido de la madera, consumiéndose por el fuego.

–– ¿Cole? ¿Jaime? –– en mi mente sonaba más relajada. Me enfadé conmigo misma por sonar desesperada y no segura. Tenía que ser más segura, confiar en mis decisiones y en mí misma.




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