El Guardián de la luz

Capítulo 33

A la tarde siguiente, me sentía de buen humor a pesar de lo mucho que Hunter y Mary, intentaron asustarnos sobre lo que podríamos ver en la Tierra del Viento. No tuve la ocasión de hablar en privado con él para agradecerle su práctico regalo. Cuando nos estuvo contando cómo iba a ser nuestra ruta hacia allí, hizo hincapié sobre no usar ni dejar que otros vieran nuestros elementos. Ni Hunter ni Mary querían que nuestros rivales, como ellos los llamaban, conocieran algo de nosotros.

Después de la breve reunión, en la que se nos dijo que teníamos que estar mañana al alba preparados y listos para partir en frente del edificio principal. Mary y Hunter se marcharon sin mediar más palabras con nosotros.

Cole se pasó el camino de vuelta del bosque hacia las caballerizas, en silencio. Brooke nos comentó que iba a ir a montar en caballo antes de la cena, y pensé que era buena idea acompañarla para ver como estaban White y Breeze.

Al llegar a los establos, vimos que no había nadie más. Brooke se detuvo en la segunda caballeriza de la derecha.

–– Me quedo aquí, chicos. Gracias por acompañarme –– dijo contenta. Cogió una zanahoria de unas de las cestas de mimbre que había en la entrada y se la dio al caballo, este se la comió al momento.

–– No hay de qué. Así aprovecho para saludar a unos amigos –– seguí caminando al escuchar el relincho de Breeze. Cole se quedó apoyado en la pared, con el ceño fruncido, se le veía preocupado ––. ¿Todo bien?

Mi amigo me miró asintiendo.

–– Si te digo lo que me preocupa te echarás a reír. Bueno –– miró a Brooke. Ella estaba escuchándolo también ––. El Guardián me dijo que los cortesanos de La Tierra del Viento, jugarían sucio con nosotros –– resopló, apoyando la cabeza en la pared ––. Le preocupa que quieran atacaros, a vosotras dos –– alzó la mano, para que le dejase hablar cuando vio que daba un paso hacia él. Me sorprendió escuchar eso, Brooke también quería opinar ––. Sé perfectamente que las dos os podéis defender de cualquier persona, pero me preocupa que me provoquen y caer.

Comprendí su inquietud. Ir a un lugar donde seguramente nos estuvieran poniendo a prueba en cada momento, era algo que yo no había contemplado. Hunter y Mary habían hecho hincapié durante la reunión, y yo simplemente evité los malos pensamientos, pero tenía que cambiar de chip, cambiar de idea. Si dos personas tan importantes y fuertes como el Guardián y uno de sus Caballeros estaban preocupados, yo tenía que pensar de la misma manera.

–– No nos pasará nada, Cole –– comenzó Brooke, mientras ponía la silla de montar encima del caballo ––. Me he criado en un clan donde los hombres tienen la única voz y el único voto. ¿Es algo que yo comparta? no, pero mi abuela decía que si un hombre estaba contento, creyendo que él tenía razón y la última decisión, su trabajo estaba bien hecho –– acarició al caballo con cariño ––. Cuando mi abuelo murió, mi padre quiso sucederle enseguida. Él tenía apenas quince años. ¿Sabéis que hizo mi abuela? –– preguntó, subiéndose al caballo. Cole y yo, negamos con la cabeza. Nos miró con una amplia sonrisa ––. Darle una bofetada delante del resto de hombres y niños. Desde aquella, ella se encargó del Clan, hasta que mi padre cumplió los dieciocho. Mi abuela fue la primera mujer líder de un Clan.

La miré con una sonrisa.

–– Estarás orgullosa.

Asintió.

–– Mi Clan lo es todo para mí, pero también lo es Oxford. Con esto, quiero decir que, si tengo que comportarme durante un fin de semana correctamente para que nuestro Guardián no tenga problemas con otras Tierras, lo haré –– apretó las piernas para que su caballo comenzase a caminar ––. Pero si alguien me pone una sola mano encima, conocerá la hoja de mi daga –– dijo fingiendo una sonrisa. Su voz sonó dura. Después, salió galopando.

–– Sin duda, esa chica es una caja llena de sorpresas–– dijo Cole en voz baja.

–– Solo ella sabe lo que tuvo que aguantar de los hombres.

A mi me habían intentado violar y a Brooke, algo también le había pasado. Esa voz había sonado a una promesa. Y yo, quería hacerme otra a mí misma. Si alguien tenía pensado hacerme algo en ese viaje, tenía muy claro, que me defendería de cualquiera.

 

Después de la cena, invité a las chicas a venir a mi cabaña, para poder hablar tranquilamente. Sentadas en el sofá, enfrente de la chimenea, Alice nos contó cómo había sido su tarde con Charles, la había llevado a dar un paseo por zonas donde nadie había ido, al menos, un alumno de Oxford. Estuvieron hablando sobre historias de Oxford, sobre la familia de Alice, aunque ella se dio cuenta de que él no hablaba mucho de sí mismo ni de su familia. Nos contó que Charles era muy reservado y que sabía escuchar bien, que era observador con las cosas que ella le contaba, que le hacía preguntas. También él le contó cómo había ganado alguna de las cicatrices de sus brazos. Sin duda, Alice había tenido una buena tarde con él.

Gina me contó también que su relación con Jaime iba viento en popa. Hacía tiempo que no hablaba mucho con ella, me sentí muy a gusto hablando con chicas de mi edad, de temas tan normales como lo era hablar del amor.

–– ¿Y tú, qué? –– me preguntó Gina ––. No me digas que entre el Guardián y tú no está pasando nada, veo como te mira –– su rostro era pura picardía.

Alice, que estaba sentada a mi derecha, se me acercó más.




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