El Guardián de la luz

Capítulo 36

Abrí los ojos agradecida de que solamente hubiese la luz del fuego de la chimenea. Sonreí con cansancio a Mary, sus manos no dejaron de acariciar mi pelo desde que me tumbé en la cama hacía unas horas. Ella y Brooke insistieron en quedarse en mi dormitorio. Brooke se había quedado dormida abrazada a mi. Por desgracia acerté con lo que imaginé que le había pasado. Unos chicos de su Clan, la intentaron violar con quince años, le dejaron de recuerdo una amplia cicatriz en el muslo derecho. Fue su hermano quién los desterró del Clan cuando los vio encima de ella, eso fue lo único que pudo hacer.

Nos hizo jurar que nunca le dijéramos a nadie que, cuando cumplió los dieciocho años, ella y su Duobus Kayla, fueron esa noche a cazarlos. Cazarlos. La palabra exacta que ella usó, la palabra que esos hijos de puta merecieron para su final.

Dos suaves golpes en la puerta hicieron que Brooke se despertara y se incorporara con la mano izquierda alzada hacia la puerta. Mary se la bajó con una sonrisa cariñosa.

–– Es Hunter ––suspiró cansada. Se levantó de la cama y abrió la puerta.

Él entró en el dormitorio, mirando primero a Brooke, después a mí. No llevaba la chaqueta puesta, se había remangado la camisa blanca hasta los codos.

–– Me gustaría que nos dejarais a solas –– dijo con la voz neutra. Brooke me apretó la mano con cariño y después, se arrastró hasta los pies de la cama, para salir del dormitorio. Las tres todavía llevábamos los vestidos.

Mary puso una mano en el pecho de Hunter y le miró a los ojos.

–– Yo hubiese hecho algo mucho peor –– le dio una palmada en el pecho y lo besó en la mejilla, después se giró hacia mí ––. Vendré a verte por la mañana, Rose.

Asentí.

–– Gracias por todo.

Ella me sonrió y cerró la puerta tras de sí.

Yo me quedé sentada en la cama, viendo como él se apoyaba en la pared.

–– Calvin me ha ordenado que te dejase aquí como castigo –– mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Me arrastré por la cama hacia los pies, pero él alzó una mano. Me detuve ––. Cuando comentó que te pasarías el resto de tu vida encerrada en su dormitorio –– se echó a reír, llevándose una mano a los ojos, frotandolos. Yo le miré asustada, él prosiguió ––. Uno puede escuchar un cupo de tonterías, pero luego recordé, mientras él gritaba como un crío al que acaban de ofender, que a mi nadie me ordena nada.

–– ¿Qué pasó? –– pregunté en vilo.

–– Le dije que como volviera a mencionarte, le arrancaría el corazón con una mano –– me sonrió cansado ––. Le enseñé más o menos como sería quemando una silla, Alexander lo echó de la habitación después de eso –– se separó de la pared y caminó hacia mí ––. Mañana por la mañana desayunaremos con ellos dos, os pediréis perdón y –– le corté enseguida.

–– No –– dije mirándole enfadada. Sus ojos ámbar se volvieron más claros cuando apoyó una mano en uno de los postes de la cama y agachó la cabeza, acercándose más ––. No voy a pedirle nada a ese hijo de puta –– me levanté de la cama y me separé de él, le grité enfadada, mis lágrimas nunca llegaron a caer –– ¡Era mi cara, mi cuerpo el que estaban tocando! –– hacía mucho tiempo que mi voz no sonaba con tanto odio.

Cuando Hunter se giró, vi el mismo enfado en su mirada.

–– ¡Ya lo sé! Vi como tocaban a esa chica idéntica a ti, era a ella a quién tocaban ¿Creés que no sentí ganas de vomitar? o de ¿matarlos? –– su respiración se agitó, igual que la mía ––. Yo también vi cómo te miraban mientras la lamían –– dio otro paso hacia mí ––. Querían provocarnos, Rosalie –– se pasó ambas manos por el pelo y después se señaló con el dedo ––. Fue culpa mía decirle a Alexander que estábamos juntos, por eso lo hicieron. Seguramente, antes tenían pensado hacer una copia de Mary. Ella sola hubiese empezado una guerra con ellos.

Traté de tranquilizarme. Tenía que hacerlo o el corazón me estallaría.

–– No voy a pedirle disculpas, Hunter.

Él se sentó a los pies de la cama, me miró con rostro cansado, sus ojos ámbar brillaban por el enfado.

–– Estuviste perfecta –– dijo de repente. Le miré de reojo ––. Actuaste bien, fuiste educada con quién mandaba allí –– sonrió cansado. Yo di un paso hacia él, mi corazón se fue calmando lentamente ––. Pero no quiero seguir hablando de esto ahora, Rose –– señaló mi brazo ––. Quiero que me cuentes por qué, dónde y qué te ha pedido que hagas.

Bajé la vista hacia la marca, la toqué con cuidado. Me senté a su lado, en la cama.

–– Después de la segunda prueba –– comencé, mirándole a los ojos ––. Estaba caminando por el bosque lleno de nieve y en un abrir y cerrar de ojos, aparecí en un campo de rosas –– él asintió. Me agarró el brazo y acarició la marca, su tacto era tibio bajo mi piel ––. Yo creí que ella formaba parte de la prueba, Hunter, no sabía que esto era algo malo –– dije señalando con el mentón al brazo ––. Me curó las heridas y después le pregunté cómo podía devolverle el favor –– él resopló  ––. Me contó que lo había hecho todo por su marido, y que La Tierra del Viento tenían un anillo suyo, y quería recuperarlo –– Hunter alzó la vista, pensativo. Yo proseguí ––. Me dijo que no se enterarían de que les quitaría el anillo, además, lo he visto en la Cámara del Tesoro.




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