El Guardián de la luz

Capítulo 42

Desperté lentamente sintiendo caricias que viajaban desde mi hombro izquierdo a la cadera. Recordé dormirme con una sonrisa tonta en los labios. Una sonrisa que tenía en ese mismo momento.

–– Sé que estás despierta –– susurró Hunter.

Abrí los ojos y sonreí un poco cohibida al ver la mirada que me estaba dedicando. Sí, esa mirada era de amor. Intenté disimular la decepción o más bien la tristeza que sería no escucharle decir nunca que me quería, o que me amaba. Esa última palabra nunca nadie me la había dicho y nunca se la escucharía decir a Hunter. Intenté apartar esos pensamientos de ese momento, no valían la pena.

–– ¿En qué piensas? –– pregunté al ver como seguía acariciando mi hombro hasta llegar a mi cadera, con rostro pensativo.

–– En nada –– sonrió, mirándome a los ojos ––. Literalmente nada.

–– ¿Nada de nada?

Se acercó más a mí, poniéndose de nuevo de costado.

–– Ahora que lo dices –– comenzó a acariciar lentamente la curva de mi cintura ––. Ahora esto significa algo importante entre ambos –– me miró expectante y yo asentí ––. Pero he llegado a la conclusión de cuánto me relaja acariciarte así. En como mi dedo índice se eleva un poco al llegar al lunar de tu cadera, cuándo llega ahí se detiene y vuelve hacia arriba, haciendo el mismo recorrido.

Le sonreí.

–– ¿Se lo sabe de memoria? –– ronroneé, acercándome más a él. En ese momento Hunter comenzó a acariciarme la espalda con su otra mano. Me di cuenta de que había amanecido entre sus brazos.

–– Oh sí. Mis dedos son muy listos, saben todo –– arrastró la primera sílaba –– tu cuerpo. Al igual que mis ojos, esos ojos ámbar que tanto te gustan –– dijo moviendo ambas cejas juguetón.

Me eché a reír y le besé. Le besé con tantas ganas que aunque en ese momento habíamos escuchado que alguien llamaba a la puerta, no nos detuvimos.

 

Un rato más tarde, los ojos verdes de Mary se alternaban mirando a Hunter y después a mí. Al cabo de unos minutos, me di cuenta de que estaba feliz por su amigo.

–– ¿Y bien? –– preguntó acercándose a mí con sigilo. Hunter estaba charlando animadamente con la Guardiana del Bosque y con Charles ––. Anoche sentí mi vínculo con Hunter expandirse de una manera nueva. Intuyo que te ha hecho la famosa pregunta.

Respiré hondo.

–– Sí–– respondí con una sonrisa sincera.

Mary se acercó más y me abrazó. Me abrazó con la misma fuerza con la que Lily y yo nos solíamos abrazar.

–– Estoy tan contenta de tener a otra chica en el grupo –– su voz sonó eufórica ––. Quiero saber cómo te lo preguntó –– miró de reojo a Hunter, él y Charles habían dejado de hablar con la Guardiana unos segundos, nos miraron a ambas con una sonrisa y después continuaron con su charla.

–– Pues se agachó y me lo pidió –– arqueé ambas cejas dándome cuenta de lo que parecía ––. Dicho así parece que me estaba pidiendo matrimonio –– solté entre risas.

Mary me miró sorprendida, sacudiendo la cabeza varias veces.

–– ¿Se agachó? pero no entiendo. ¿Hincó una rodilla? –– preguntó sin comprender.

Asentí.

–– Parecía otra cosa. Lo sé –– dije alegremente, restándole importancia.

Ella frunció el ceño, su rostro se volvió inexpresivo durante unos segundos. Me escrutó el rostro detenidamente, después miró a Hunter de reojo, ahí fue cuando vi un cambio en su mirada.

–– Me alegro –– dijo finalmente ––. Lo dicho, Rose. Bienvenida al equipo –– su voz sonó tranquila.

Yo no supe entender bien la manera en la que Mary había dicho eso, no supe si se alegraba de verdad, o estaba sorprendida por algo.

Anubis y Moira se acercaron a nosotras cuándo Damon echó a correr hacia el interior del bosque.

Hunter se giró hacia nosotras.

–– Los Custodios están volviendo –– nos dijo. Después miró a la Guardiana del Bosque ––. Reúnete conmigo al anochecer –– ella asintió y desapareció. Hunter bajó la mirada hacia Anubis y Moira ––. Anubis, serás presentado como Caballero mañana, cuando lo hagamos oficial en el Santuario, ahora ya podéis iros con vuestro Guardián –– su voz sonó neutra. Después de que mi Duobus asintiera y se marchara con Moira, Hunter me miró a mí. Mary me apretó el hombro con cariño y se alejó hacia donde estaba Charles, dejándonos a solas ––. Creo que tú tienes cosas que hacer esta noche.

Asentí.

–– ¿Han llegado mis amigos? –– pregunté. Imaginé que él lo sabría.

–– Sí–– agachó la cabeza y susurró ––. Tengo intenciones de hablar hoy mismo con el Canciller, sobre nosotros.

Yo abrí los ojos atónita, enseguida me puse nerviosa.

–– ¿Y si no lo acepta? ¿Y si lo ve mal y me echan de Oxford? –– pregunté visiblemente alterada.

Hunter puso ambas manos en mis mejillas y sonrió.

–– Nadie va a echarte de Oxford, nunca –– su voz sonaba convencida ––. No soy el primer Guardián que esté–– cerró los ojos y sacudió la cabeza, al abrirlos, el ámbar me miró con tristeza ––. Ya sabes.




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