El Guardián de la luz

Capítulo 45

Ver a Hunter inconsciente me hizo darme cuenta de lo que podíamos estar a punto de perder y yo no estaba dispuesta a dejar caer Oxford. Sabía que mis elementos no podían vencer a Berel, yo sola no podía vencer a un Guardián, y él lo sabía.

Berel estaba tumbado en el suelo, agotado, herido, pero no inconsciente como Hunter.

Damon fue el primero en despertar, sus ojos de color ámbar me miraron fijamente, vi miedo, dolor y amor en ellos y entonces caí, caí en la cuenta de quién me miraba detrás de ellos.

–– Hunter.

Inteligente, valiente… Sabía que me acabarías pillando en algún momento. ¿Estás herida? Me he roto una costilla y mis elementos están agotados.

Su voz sonó débil en mi mente.

–– Me hice un esguince, pero puedo hacer lo que me pidas. Dime cómo ayudarte.

He peleado contra Berel muchas veces y sé cuando está haciendo trampas. Fíjate bien en él y descubre lo que está haciendo, necesito unos minutos para que mis elementos descansen.

Silencio, después Hunter volvió a hablarme a través de Damon.

En cada oportunidad que he tenido, pude ver como peleábais, Rose. Tú y Anubis vais a ser mucho más fuertes que todos nosotros, pero ahora, Mary tiene razón, necesito que vigiléis mi cuerpo y el de Damon.

–– Haré lo que quieras.

Lo único que quiero es que tanto Anubis como tú, os mantengáis detrás de un escudo, a salvo. ¡Cuidado!

En un acto reflejo estiré las manos y mis elementos me protegieron contra una llamarada de fuego, Anubis, se metió detrás de mí. Él también sabía que nuestro momento de combatir se había acabado.

Está cansado, quiere asustarte.

Dejé de sentir presión y bajé las manos. Berel se estaba levantando, con la mirada puesta en mí.

–– ¿Por qué no te rindes? Si lo haces ahora, os daré un puesto a tu Duobus y a ti. Ambos podréis quedaros en Oxford –– dijo con la voz cansada, se le veía agitado.

Lo miré fijamente, recorrí la mirada por su cuerpo, analizando su estado. La sangre le caía por el rostro, tenía una herida en la frente y en la armadura tenía una abolladura en un hombro. Cintura para abajo parecía estar bien, aunque cuando se puso del todo en pie, vi que cojeaba. Al menos los dos teníamos el mismo problema. Ninguno podía correr.

–– ¿Rendirme? ¿Acaso tú lo harías? –– pregunté aguantándole la mirada.

Berel alzó el cuello y sonrió, después sacudió la cabeza.

–– No, pero yo soy Guardián y tú una simple Custodio, todavía no eres ni Caballero –– esta vez escuché un tono de superioridad en su voz. Miré a Mary de reojo, Moira estaba sobre ella, protegiéndola, seguía tumbada, pero su pecho se movía, estaba viva ––. Ella no podrá ayudarte –– dijo señalando a Mary ––. Solo estamos tú y yo, Rosalie, los dos sabemos que no puedes contra un Guardián.

Tenía que darle tiempo a Hunter para que recuperara fuerza, necesitábamos entretenerlo.

–– Lo sé. Sé que no tengo nada que hacer contra ti –– di un paso hacia delante, aguantándome el dolor del pie. Su Duobus se puso detrás de él ––. Hace unos meses no sabía nada de la existencia de este mundo, nada de los elementos ni mucho menos acerca de los Custodios y Duobus, pero voy a intentar aguantar, Berel. Lo haré porque pienso defender Oxford, porque pienso defender el lugar que me brinda una nueva vida, una nueva ilusión.

Me miró fijamente a los ojos, después bajó la mirada hacia Hunter y Damon.

–– Tu corazón es noble, eres valiente, Rosalie, y eso lo admiro, por eso cuesta perder a Custodios como tú o como Charles.

Apreté los puños y elevé la voz, furiosa.

–– No menciones su nombre –– siseé ––. Murió por tu culpa, Alice también murió por tu culpa.

–– Voy a darte un par de consejos Rosalie, no te servirán de mucho, pero Hunter no podrá dartelos –– le señaló con una sonrisa tranquila ––. Le va a costar tiempo levantarse y nuestra conversación terminará mucho antes ––. Tu vida como Custodio será breve, pero tienes que saber que perder hombres, mujeres en una batalla, en una guerra, soldados en realidad, era el día a día de nuestro mundo, de nuestra realidad.

–– Se te ve afligido de perder a tus Caballeros, o a Kate, o a Nelson –– solté con ironía.

Berel se echó a reír, su risa para mi sorpresa fue real.

–– Yo soy su Guardián –– su voz sonó tranquila ––. Geralt y Jhon juraron protegerme, proteger Cambridge y han muerto haciendo lo que debían. Así es como todos terminaremos algún día, Rosalie. Yo moriré protegiendo Cambridge o conquistando otras tierras, al igual que tú y Hunter moriréis ahora protegiendo la vuestra.

Anubis gruñó detrás de mí. Él tampoco quería morir, tampoco quería dejar morir a Hunter y Damon.

Lo miré por encima del hombro y le sonreí. Sus ojos de color azul me dijeron lo que yo ya sabía.

Pelearíamos, pelearíamos hasta que Hunter y Damon tuvieran la suficiente fuerza.

Me giré de nuevo hacia Berel, los dos, en una perfecta sincronización, estiramos nuestros brazos y abrimos las manos.




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