El Guardián de la luz

Capítulo 2

CAPÍTULO 2

 

Oxford había amanecido con nubes y lluvia, pero eso no nos impidió salir a la calle con un paraguas cada una, y recorrer los rincones más bonitos de la ciudad. Nos sacamos cientos de fotografías, fuimos a varios cafés, y bebimos cerveza. Oxford se veía perfectamente en un día, pero sabía que no me podría aburrir de esta ciudad, ni de sus increíbles edificios.

–– Siempre me gustó este lugar –– dijo Lily. Estábamos debajo del Puente de los Suspiros.

A mi me gustaba por la historia de mis padres.

–– ¿Algo que quieras contarme? –– pregunté chocando mi hombro con el suyo.

–– Te parecerá una tontería, pero aquí fue donde vi a Will por primera vez.

Alcé una ceja, con curiosidad.

–– Creí que le habías conocido dentro de una biblioteca.

Ella sonrió con ternura.

–– En realidad nos vimos por primera vez aquí, solo que él dice que no se acuerda. Will venía mirando unos papeles, concentrado en su lectura y yo estaba hablando con mi madre por teléfono, mientras buscaba donde estaba mi apartamento. Obviamente chocamos, pero simplemente me pidió disculpas sin mirarme y se marchó.

Sonreí, acordándome de mis padres.

–– Bueno, al menos os volvisteis a encontrar.

–– Sí, y yo no suelo creer en las casualidades –– dijo apoyándose en la pared. Nos mantuvimos en silencio un buen rato, cada una pensando en sus cosas, hasta que Lily lo rompió ––. A veces me acuerdo de tu madre y de la historia que nos contó de pequeñas.

Apoyé la cabeza en la pared y asentí.

–– Estaba pensando en lo mismo.

–– ¿Crees que tiene razón?

Me encogí de hombros.

–– Mi madre decía que solo bajo el Puente de los Suspiros, se podía ver al amor verdadero. Ella vio a mi padre aquí mismo y tuvieron un matrimonio feliz. Tú viste a Will aquí, así que os irá bien.

Mi amiga me dedicó una amplia sonrisa.

–– ¿Vamos a comer algo? –– preguntó enganchandose a mi brazo.

–– Nunca le diré no a la comida.

Después de comer, le conté a Lily lo que llevaba escrito. Ella era mi lectora número uno, siempre fiel a mis ideas locas y a mis historias inacabadas, sobre todo las del principio, cuando comencé a escribir con diecisiete años.

–– Entonces –– comentó Lily, terminando su café ––. Anubis y la protagonista, Helena. Se harán compañeros, porque estaban predestinados a encontrarse y ambos tendrán que encontrar un libro mágico. ¿No hay ningún protagonista malo? ¿el típico oscuro y peligroso? ya sabes el que vive en la oscuridad.

Me eché a reír.

–– Mi padre me dijo que la oscuridad siempre busca un camino hacia la luz. Siempre nos enseñó a no temerla, para eso nos llevaba al bosque, Lily.

–– El día que me perdí en él –– Lily negó con la cabeza, poniendo los ojos en blanco ––. Me dijo eso mismo, que nunca temiera a la oscuridad, yo le dije que prefería tener una linterna para iluminar el camino la próxima vez –– sonrió al recordar ese momento con mi padre ––. Después de eso me preguntó con su voz grave “¿Cómo verías entonces las estrellas que tanto te gustan si no es en la oscuridad, Lily?” Recuerdo que le dije que si no había algo intermedio, y me dijo que solo tenía que juntar la oscuridad con la luz. Con esa respuesta me mantuvo callada un buen rato, aunque nunca llegué a saber la respuesta –– dijo en un susurro, más para sí. Sabía que Lily recordaba a mi padre con mucho cariño, tanto como si fuera el suyo.

Miré a mi amiga con ternura. Yo sí sabía la respuesta.

–– Sombras.

Lily asintió, pensativa.

–– Recuerdo la canción que nos cantaba cuándo hacíamos la búsqueda del tesoro  –– comentó ––. Por mucho que odiara el bosque, me encantaba el día de la búsqueda.

Ladeé la cabeza. Intenté recordar.

–– Me acuerdo su tarareo, pero no me acuerdo de la letra –– suspiré.

–– Yo me acuerdo del principio. Decía “En las profundidades del bosque, solo hallarás, el tesoro perdido si sabes mirar ” –– sonrió con ternura ––. Gracias a él nunca temí los lugares oscuros –– se quedó pensativa un momento, después preguntó ––. ¿Y si le preguntas a tu madre?

Abrí los ojos como platos y la miré como si estuviera loca.

–– Mi madre no tiene la cabeza para recordar nada, apenas recuerda lo que hace durante el día.

–– Mándale un mensaje a una de sus amigas, al menos sabrás alguna novedad.

Me mordí el labio inferior.

–– Odio que seas la voz de la razón.

Lily me miró con cariño.

–– Pregúntale a Eva si hay alguna novedad. Quizás estando con ellas, se abra más.

Le escribí un rápido mensaje a Eva, la amiga de mi madre, y volví a guardar el teléfono.

–– Mi padre murió hace cinco años, Lily. Lleva cinco años echándome la culpa cuando yo no tuve nada que ver, no estaba ni con él en el coche –– bufé ––. Ese día perdí a los dos, a mi única familia.




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