El Guardián de la luz

Capítulo 3

CAPÍTULO 3

 

–– ¿Has escuchado algo de lo que te he dicho, Rose?

Parpadeé varias veces, hasta que volví a concentrarme en Lily. Estábamos cenando con Will en su casa, aunque yo tenía la mente muy lejos de allí.

–– No, perdona, estaba pensando en algo –– contesté. Lily arqueó las cejas, me miró fijamente, quería que le contara lo que me pasaba, así que lo solté ––. Me encontré con una chica que conocí el segundo día que llegué. Estuvimos hablando de mi historia y vio el dibujo que estaba haciendo de Anubis y la casa. Resulta que conoce el lugar.

Ella frunció el ceño.

–– ¿El lugar del dibujo?

–– Sí. Dice que está aquí, en Oxford. Nunca había soñado con algo tan real, bueno, con algo que literalmente fuese verdad.

–– Igual viste el lugar en alguna imagen de Oxford, antes de venir aquí.

–– No, te juro que nunca he visto esa casa, Lily.

–– ¿Te dijo donde estaba? –– preguntó, echando su silla hacia delante para ponerse más cómoda.

–– Sí, he anotado la dirección.

Me miró divertida.

–– ¿Vamos?

Me apoyé en el respaldo de la silla.

–– No creo que sea buena idea.

––Venga, no me digas que no te gusta una buena aventura, doña escritora.

Ahora fui yo la que puso los ojos en blanco.

–– Creo que no estoy preparada para llevarme la mayor desilusión de mi vida. Claro que me encantaría llegar allí y que hubiera un lobo blanco, esperándome. Pero esta es la realidad, Lily. Esas cosas solo pasan en las novelas o en las películas.

Me recliné suspirando.

La puerta del baño se abrió.

–– ¿Estás bien, Rose? –– preguntó Will sentándose al lado de Lily.

Asentí.

–– Una chica le comentó que la casa con la que sueña, existe de verdad y ahora está rallada –– dijo Lily. La fulminé con la mirada.

–– No estoy rallada –– mentí.

–– Claro, por eso tienes esa cara de circunstancia y no dejas de mirar por la ventana.

No quería acaparar toda la atención. No me apetecía que Lily se preocupara, o que Will preguntara más sobre el tema.

–– Las escritoras somos así, un poco dramáticas. Así escribimos mejor –– dije con ironía. Al menos, ninguno de los dos volvió a sacar el tema. Will decidió hablar sobre su viaje a Italia, él y Lily irían en unos meses a Venecia.

― Tengo tantas ganas de ir ― Lily estaba deseándolo.

― Estoy segura de que os lo pasaréis estupendamente. Cuando vuelva a casa deberíais veniros conmigo un tiempo ― comenté.

–– Nunca estuve en ninguna parte de Galicia ― indicó Will.

–– Bueno, podríamos ir. La casa de mis padres está en una zona con mucho turismo.

Me mordí el labio inferior para no soltar una carcajada. Lily era única soltando ese tipo de cosas. Las mejillas de Will se pusieron coloradas al mencionar a sus padres.

–– Supongo que tienes razón, Lily. Ya llevamos varios meses saliendo.

Lily lo miró fijamente.

–– Nueve meses. Un embarazo.

Will asintió.

–– Si quieres podemos ir un fin de semana cuando volvamos de nuestro viaje a Venecia y otro día, conocer tú a mis padres.

Sonreí divertida.

–– Me parece bien, Will –– dijo mi mejor amiga, sonriéndome triunfante.

***

La noche fue mala. Mi mente no dejó de pensar en el papel que estaba pulcramente doblado en el interior de mi bolso. El papel donde estaba la dirección de la supuesta casa que había dibujado. Yo sabía que tenía que venir a Oxford, porque soñaba con la ciudad y la ya famosa casa. Desperté cuatro veces por la noche, hasta que a la quinta vez, observé que mi teléfono estaba iluminado, Eva, la amiga de mi madre, me estaba llamando.

–– Eva, ¿está mi madre bien? –– pregunté al instante. Incorporándome en la cama.

–– Sí, Rose, tranquila. Es solo que tu madre ha tenido una pesadilla contigo, y quiere saber cómo estás.

Cerré los ojos y me lancé hacia atrás.

–– ¿No puede llamarme ella?

Oí su suspiro.

–– Cariño, tu madre está intentando dormir otra vez.

Asentí y abrí los ojos, molesta.

–– Como no.

–– Rose, tu madre está haciendo avances. Es solo que…todavía no está preparada para hablar contigo –– escuché su carraspeo y el ruido de una puerta cerrarse ––. Si estás bien, te dejo dormir y no te molesto más.

No quería ser borde con Eva, ella no tenía la culpa del comportamiento de mi madre.

–– ¿De qué iba la pesadilla? –– pregunté con curiosidad. Mi madre tenía un porcentaje bastante alto de aciertos en cuanto a las pesadillas o sueños que tenía.




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