No volví a mencionar ninguna palabra desde que había leído mi nombre y el de Anubis en el Memoriae. Gina caminaba a mi lado en silencio por los pasillos de lo que imaginé sería la universidad, o lo que esto fuera. Se suponía que esto era la universidad de Oxford, pero oculta a los ojos de las personas que no eran Custodios.
La imagen que veía por la ventana, mostraba un paisaje que nunca había visto. Desde la altura que me encontraba, podía observar el terreno que rodeaba el lugar. Parecía un bosque que terminaba en una especie de neblina. No conseguía ver que había más allá de los árboles.
–– ¿Bajamos? –– preguntó Gina, rompiendo nuestro silencio por primera vez desde que salimos del despacho del Canciller Mikael. La profesora Agatha, nos había dejado solas para que diéramos un paseo por Oxford. Me di cuenta de que llamaban Oxford a todo el terreno. El edificio principal donde daban las clases, y al resto de edificios que también se parecían al Oxford que ya conocía.
Bajamos varias escaleras hasta llegar a la primera planta. La entrada principal era una maravilla. Las paredes eran de piedra clara, y el techo…el techo era una obra de arte. Había piedras oscuras formando la figura de un lobo de color negro.
Bajé la cabeza para ver a mi Duobus, a Anubis. Él también me estaba mirando. Solo tenía seis meses de vida, pero su comportamiento no parecía el de un animal con esa edad. Quizás fuera…porque él no era un simple animal.
–– Vamos, te enseñaré el resto –– dijo Gina. Volví a concentrarme en ella y en lo que estábamos haciendo.
–– Gracias por ser tan comprensiva –– la agarré del brazo para detenerla. Ella se encogió de hombros.
–– Para mi es un placer formar parte de lo que estás viviendo Rosalie.
La seguí hasta un edificio con una sola planta, en lo alto tenía una gran cúpula. Unas escaleras externas lo rodeaban.
–– Este lugar es donde recibimos el correo en Oxford. El Círculo de Protección solo deja entrar aquello que no quiere herir lo que está en su interior –– me explicó ––. Te lo enseñaré ahora.
Volví a asentir. Gina y Miranda comenzaron a subir por las escaleras y Anubis y yo las seguimos a pocos pasos. Parecía tan alto como un cuarto piso. Enseguida caí en la cuenta de que estaba apoyada en la barandilla sin tener vértigo.
–– Los lugares altos suelen darme bastante miedo, pero no sé por qué aquí, no lo tengo –– dije un poco confusa.
Gina sonrió.
–– Tu Duobus te da fuerza para eso. Anubis es un lobo y tiene vista y oído de cazador. Tú irás teniendo esas facultades poco a poco, hasta que os complementéis del todo –– sonrió ––. Digamos que nuestros Duobus nos dan la valentía para esas cosas que nos dan miedo.
Bajé la mirada y observé a Anubis. Él se había sentado mientras me miraba con la cabeza ladeada. Como si se hubiese hecho la misma pregunta que yo.
–– ¿Tendrá que cazar su comida? –– pregunté.
Gina estalló en una carcajada.
–– Tu Duobus es un cazador nato, ahora es pequeño, pero dentro de un par de meses será grande y su deporte favorito será salir a cazar. Créeme. Miranda es el Duobus más feliz del planeta cuando sale a comer. Seguro que Anubis y ella se harán amigos.
Observé a la Duobus de Gina. Tenía el pelaje casi rojo. Parecido al pelo de su Custodio. Nunca había visto un lobo de cerca hasta que conocí a Anubis, pero Miranda parecía una loba fuerte y astuta.
–– Cuando la miro –– dije señalando con la cabeza a Miranda ––. No puedo dejar de pensar en que os parecéis un poco.
Gina se llevó la mano a la frente y negó con la cabeza.
–– Agatha se olvidó de contarte eso, pero yo te lo explico. Nuestros Duobus nacen con algunas características nuestras, el pelo, el color de los ojos...–– se quedó pensativa unos segundos ––. He leído que hay Custodios que llegan a complementarse tan bien con sus Duobus que hasta pueden ver a través de ellos.
Abrí la boca incrédula.
–– Eso es increíble ––admití.
–– Sí, lo leí el año pasado en la Biblioteca. Solo conseguí leerlo una tarde, porque no volví a ver ese libro nunca más.
Alcé una ceja.
–– ¿Desapareció?
–– La Biblioteca muestra lo que le apetece. Aquí todo tiene vida propia. Hay varios Guardianes custodiando el interior de los salones. Te enseñaré a la primera. Además, es relativamente nueva aquí en Oxford.
Gina subió el último tramo de escaleras y se detuvo en una puerta de madera, su relieve tenía la forma de una rosa. La puerta era muy parecida a la que tenía el Canciller en su despacho.
–– Buenos días, Guardiana –– dijo Gina con un tono de voz dulce, tocando el picaporte con la mano derecha.
Los ribetes comenzaron a girar en círculos hasta formar el rostro de una mujer.
Abrí los ojos como platos. Era igual que la puerta que había en el despacho del Canciller.
–– Buenos días en esta soleada mañana, Gina Evans –– la puerta tenía voz de mujer. Una voz muy risueña.
–– Tenemos una nueva compañera en Oxford y venía a enseñarle tu interior.
Editado: 16.01.2024