No podía creer lo que había presenciado. Días atrás, Leo había mencionado que era posible encontrar a la persona que es tu mitad, tu alma gemela... La persona que estaría ligada a ti por siempre.
Jack se había reencontrado con su prometida: Claudia era la reencarnación de Alessandra.
La chica lo miró por algunos instantes antes de observar las imágenes que le transmitía de una ocasión en particular: un campo verde cerca de una pequeña cabaña de verano; él la tomaba por la cintura mientras flores aparecían por su alrededor y las plantas crecían, Jack apareció ante ella un collar exactamente similar al cual le mostró en el salón de Literatura, colocándolo sobre su garganta. Se mostraban felices por el hecho de estar juntos...
- ''Juntos para siempre, Jack'' -le decía mientras le acariciaba el rostro.
- ''Pase lo que pase, siempre estaremos juntos, Alessandra... Mi bella gitana''.
Luego de que aquellas imágenes terminaran, Jack tomó la mano de Claudia, confirmando que era ella su alma gemela... Ella le devolvió el apretón segura de sí y dándole un abrazo, el chico acarició sus cabellos dulcemente.
- ''Mi Alessandra, mi gitana..'' -le susurró- ''Finalmente te encontré''.
- ''Pensé que jamás te vería de nuevo'' -respondió- ''Debí mantenerme contigo después del incendio...''.
- ''Te he encontrado, eso es lo que importa''.
Se mantuvieron así por un tiempo largo antes de regresar con las investigaciones respecto a Lorenzetti... ¿Podría ser posible que aquello resultara? Ha pasado una semana exactamente que conocí al chico y no tenía idea sobre aquello, quizá él mismo sabía que encontraría a la elegida, y que mejor que en una hechicera...
Regresé de nuevo a aquella prisión, mirando a los tipos acabados por aquella chica misteriosa la cual desapareció de la nada, volví a enfocarme en lo que era prioridad: Encontrar a Isabelle. La oficina estaba en la tercera planta de aquel sitio, caminé con la esperanza de no encontrarme de nuevo con Damián, sabía que sus intenciones ahora serían decisivas una vez que informara a Giancarlo.
- ¿Estas perdida, pequeña inútil? -aquella voz no me sorprendió. Ese tono frío, no debí adivinar a quien pertenecía.
- No. La perdida eres tú... -volví la vista hacia dicha persona, seria- Aleyda Wolff.
Estaba justo frente a la chica que Ian sedujo para convertirla y ponerla en mi contra, ahora verla en persona no me sorprendía el cambio que tuvo. Me miraba con burla y malicia.
- Oriana tenía razón, se siente increíble ser como nuestro amo.
- Te dejaste influenciar por Ian tan fácilmente, no fuiste capaz de resistir hasta que pudiera sacarte.
- ¿Y tú no? -cuestionó- Es decir, pudiste haberte ido con o sin los que están aquí; eres 'La Elegida', ¿No?
Su tono iba siendo cada vez más frío, no dejé de mirarla, desaprobando aquello que había dicho; sin que se diese cuenta, la ataqué con un golpe telepático que la mandó hacia el otro extremo del pasillo, ni siquiera lo vio venir cuando me vio frente a ella tomándola del cuello y golpeando su rostro de un puñetazo; llevó su mano a la mejilla observando el pequeño chorro de sangre saliendo de su labio inferior. Soltó una risa maniática.
- Acabas de golpear el rostro de una modelo juvenil, maldita.
- Y tú, acabas de hacer enfadar a la mejor estudiante de defensa personal.
- Si que eres una bast...
Antes de que terminara aquella frase escuché su grito, un grito de dolor que profirió al sentir una carga recorriendo su cuerpo; su expresión era aturdida y de confusión al no entender lo que sucedía, también me quedé impactada ante dicho acto sin reflejarlo en el rostro.
- Odio admitirlo, pero eso te lo has merecido... -la miré mientras Aleyda se debilitaba y cayó inconsciente, la levanté para llevarla al cuarto de donde salí en un principio y la dejé ahí cerrando la puerta.
Continué mi camino hacia la oficina de Giancarlo luego de vencer momentáneamente a aquella chica, las cosas se estaban saliendo de control: lo que más me llamaba la atención era el poder mirar al antiguo Leo, Damián... ¿Qué hacía él en este plano terrenal de nuevo? Pues no creía posible siquiera el hecho de poder regresar, descarté un juego mental pues sería demasiado evidente; debía guiarme por las palabras que me había dado... Por más que le daba vueltas al asunto no sabía el significado.
En ese momento sentí una mano tapando mi boca y me sujetaba por la cintura incapaz de moverme; no sabía quien era mi captor esta vez, hasta que se acercó encima de mi cabello susurrando...
- Aquí estabas; eres una señorita demasiado problemática... Espero que disfrutes lo que tengo preparado para ti.
Era la voz de Giancarlo, y me arrastró hacia el lugar donde se encontraban Gabriel y el Señor Linares; con la misma fuerza me arrojó por los aires, hice algunos movimientos para poder caer de pie y mirar a aquel hombre quien me miraba con odio y a la vez, con burla. Miré a mi hermano e intenté acercarme hacia ellos sin poder hacerlo. Estaba inmovilizada.
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vampiros, vidas pasadas, novela juvenil con un poco de accion
Editado: 27.12.2018