El camión se puso en marcha mientras nos dirigíamos para rescatar a Isa, debimos hacer el mayor esfuerzo por parecer humanos frente a las demás personas que abordaban el vehículo sin evitar que algunos cuantos nos miraran por el color pálido de nuestra piel, Leo les mentía diciendo que proveníamos de Canadá a lo cual accedieron y seguían su camino hacia sus asientos; el color de nuestros ojos los ocultamos sin dificultad ya que sólo se tornaban rojos cuando el enojo se hacía presente o nos teníamos que alimentar, en resumen: Leo tenía sus ojos café oscuro, y yo mis ojos gris oscuro. El camino sería largo, así que tomé la mano de Leo en busca de tranquilidad, devolvió el pequeño apretón para darme confianza y fuerza; miré por la ventana el paisaje al salir de la ciudad de Málaga, algo me hizo recordar cuando nos mudamos hacia España cuando tenía doce años... no me sentía nerviosa ya que desde antes era considerada una rara y la burla de todos así que el cambio hacia una nueva vida no sería algo emocionante, o al menos era lo que pensaba... cuando conocí a Leo todo cambió y ahora ésta era mi nueva vida en donde me sentía más viva que nunca; estaba consciente de que esto tenía su precio el cual estaba pagando cada día con los ataques hacia el instituto, mi madre sabía lo que era y confiaba en mi luego de mi conversión para estas alturas estaba segura de que sabía lo que sucedió al igual que el padre de Leo por parte de Gabriel. Entre los campos desiertos se perdía mi mirada mientras comencé a cerrar los ojos y las imágenes llegaron a mi mente antes de poder prepararme:
~ El paisaje era ahora una habitación color turquesa, había una cama a un lado y una silla en medio donde se encontraba Isa atada, y por su rostro expresaba un miedo tan grande que jamás había percibido en ella; Isa era la presidenta de cada club deportivo de la escuela y siempre había mostrado una actitud fuerte frente a todos, el hecho de haber sido secuestrada por un grupo de vampiros que podía matarla en cualquier momento la atemorizaba, a través de ella pude notar la puerta abrirse mientras entraban Ian y Giancarlo para burlarse de su miedo.
- Pensé que por ser hija del director tendrías más valentía, ahora puedo asegurar que eres tan débil como los patéticos de tus amigos y mi hermana.-le decía Ian mientras se acercaba a ella, tenía deseos de borrarle aquella sonrisa de su rostro- No se cómo fue que salí contigo hace dos años.
- ¡Eres un desgraciado, Ian! -gritó Isa- Eres un maldito obsesivo que no acepta que no puede tener todo lo que desea.
- ¡Cállate! -Ian le propinó una bofetada tan fuerte que hizo que cualquier otra palabra que saliera de su boca desapareciera, y su miedo volvió a crecer dentro de ella. Giancarlo sólo miraba aquello.- Sí continuas con esa actitud no me dejarás otra opción que matarte.
El rostro de Isa se mostraba tenso y controlado por el miedo que era inocultable, Giancarlo se inició a acercar a ella mientras Ian se hacia a un lado para darle el paso; alargó su mano tocando cuidadosamente el rostro de mi amiga, se quedó congelada al sentir sus dedos en su piel.
- No creo que fingir valentía te convenga utilizarla con nosotros, querida; lo único que conseguirás es tu muerte. Y no creo que quieras morir, ¿Verdad? -su voz sonaba aterciopelada, suave, mientras Isa tenía sus ojos llenos de lágrimas.
- Se los suplico... no me hagan daño... -su voz se entrecortaba, su ropa estaba manchada de sangre luego de las veces que se habían alimentado de ella, sabía que estaba haciendo un gran esfuerzo para mantenerse consciente.- ¿Por qué hacen esto?
- ¿Sabes por qué? -Lorenzetti caminaba por detrás de su espalda y se puso en cuclillas, susurrando- Porque tus amigos se metieron con la persona equivocada, esos dos creen que se podrían salir con la suya algo que resulta conmovedor, pensar que me podían detener; parece casi cómico pensar que dos adolescentes pueden detener a un viejo experimentado, aún deben aprender demasiadas cosas.
El hombre se veía confiado al pensar que no daríamos con su dirección, eso era lo bueno de poder percibir a los de nuestra especie sin que se dieran cuenta; ver el miedo que le recorría estando con aquellos dos mal nacidos causaban una desesperación al tener que esperar para rescatarla. Un grito fue el que resonó en mi cabeza y lo siguiente que pude observar fue como Giancarlo bebía de ella mientras Ian miraba como perdía la consciencia, Uriel había hecho tantas cosas contra nosotros que causaba mi molestia y mis constantes enfados desde que descubrió que era una dividida.
Cuando se reincorporó noté las gotas de sangre que escurrían por la comisura de sus labios mientras la limpiaba y se dirigía con Ian.
- Eso la mantendrá callada por un buen rato. No hay manera en la que el patético de Leonardo y esa chica puedan llegar hasta aquí, este sitio está totalmente escondido y complicado para poder ingresar para los humanos.
- Aquellos dos son demasiado hábiles, mi señor, ni siquiera el mismo Leo Rinaldi sabe de este sitio, y por la chica no se preocupe... ella no puede hacer nada.- Ian sonrió maliciosamente.
Editado: 18.06.2018