Durante aquel viaje había escuchado a Leo hablar del hombre que lo condenó en vida, su historia, cada ataque que había ocasionado en los últimos meses...
Ahora, lo tenía frente a mi.
Isa estaba paralizada del miedo, sollozando, mientras me abrazaba cada vez más fuerte con el fin de que la alejara de aquel hombre; me mantuve firme en todo momento sosteniendo la mirada cuando inició a hablar.
- Así que, tú eres la famosa muchacha que causó todo este desorden... -coloqué a Isa detrás de mi en plan defensivo para que no la tocara, Giancarlo me miraba mientras recorría mi alrededor- No puedo creer que una humana como tú haya desatado el caos, atreviéndose a regresar.
- Di cuanto quieras -le hice frente- No te tengo miedo.
- Eso es lo que dices chiquilla, es una pena que una estudiante inútil haya empezado una guerra la cual no tendrá fin; y especialmente la que alejó a Leonardo de mi lado.
- Tú me alejaste de ella -dijo Leo de nuevo en pie y se acercó hacia él- Eso no te lo perdonaré nunca, maldito.
- No digas estupideces, ¿Crees que me puedes superar? Qué equivocado estás -miró a Leo con la misma mirada que me había dirigido a mi- Aún eres demasiado joven para que te atrevas a ponerte frente a mis especialidades de pelea, fácilmente te puedo matar a ti y a éstas dos -señalándonos a nosotras- Bien sabes de lo que soy capaz de hacer... te recomiendo que no me provoques.
El rostro de Leo mostraba un odio y coraje tan grandes que pocas veces había sentido en él, estar frente a ese hombre causaba miedo, ¿Pero en él? Venganza, muerte. Giancarlo volvió la vista hacia mi acercándose poco a poco, quedando a escasos centímetros de mi rostro.
- Todo por defender a ésta pobre e inútil niña, claramente ordené la muerte de cada jovencita en ese edificio, pero tuviste piedad por ella -su mano alcanzó mi rostro, era demasiado fría, sin embargo no dejé que me distrajera- No tienes idea del error que cometiste al haber regresado, ¿Te agradó ver el ataque a tu escuela?
- Eres un cínico. Sabiendo perfectamente que el asunto es con nosotros fuiste muy lejos; pensaba que un caballero fino como tú no necesitaba terminar con la vida de gente inocente.
- Ten cuidado con lo que dices, querida, te puede costar un castigo -me dijo con rencor- Estando en mi residencia se hace lo que yo digo, un intento que hagan y se despiden de aquella señorita.
- A ella no la tocarás -lo enfrenté, mi miedo había desaparecido y lo enfrentaba mi coraje- Observé cada cosa que le hicieron, y les haré pagar. Por todo.
- ¿Debo tomarlo como una amenaza? -cuestionó con un poco de burla- ¿Crees que tú podrás vencerme?
- Sé que puedo. No permitiré que mates a ninguna persona más.
Le propiné un pequeño empujón dejando desconcertados a cada uno en aquella habitación, estaba desafiando al vampiro más fuerte de todos... Sabía perfectamente lo que hacía, me encontraba alerta para cualquier ataque; escuché su risa burlona.
- Veamos si eres capaz de hacerme algún daño, jovencita, no puedo esperar tanto de una recién convertida.
- He desarrollado cada habilidad, cada don.. Suficiente para destruirte.
En menos de un segundo me dirigí hacia donde se encontraba, esquivó el movimiento con la mano y de nuevo me dejé ir hacia él logrando rozarle; se dio la vuelta para darme un golpe a la altura del hombro haciéndome retroceder, me quejé por un momento pero de nuevo fui directo a golpearlo.
Sin embargo adivinó mi movimiento tomándome del brazo y azotando al suelo en donde permanecí unos segundos poniéndome de pie y dispuesta a atacar; desaparecí de su vista intentando dar el golpe sorpresa.
- No durarás tanto en combate... -dijo él, desapareció antes de que pudiera notarlo y cuando lo hice estaba frente a mi arrojándome hacia la pared en donde caí sin pensar en levantarme.
Miré lentamente a los demás: Isa estaba en el rincón de aquel sitio muerta de miedo, Leo observándome en el suelo sin poder hacer nada en ese momento, e Ian me fulminaba con aquellos ojos azules llenos de odio y rencor; miré como Giancarlo se acercaba a mi con un aire triunfoso y con una mirada que expresaba burla por lo que acababa de intentar.
- Ahora me percato de que eres exactamente igual que Leonardo en el coraje, en mantenerse siempre en la pelea -se puso a la altura de mis ojos- Ahora veo porque te dejó viva, pero no será por mucho tiempo.
- ¿Qué ganabas con que muriera en ese tiempo? -sentí como algo escurría por la mejilla, era sangre que estaba saliendo de un lado de la cabeza sin prestarle atención; Giancarlo se percató y alargó un dedo impidiendo que cayera y llevándolo a su boca- Yo nada te he hecho, ni siquiera sabía de tu existencia, no hasta el día de hoy.
- No recuerdas nada por lo que veo -dejó el rojo de sus pupilas cambiando a un verde oscuro- No recuerdas tu vida pasada.
- Sé lo que intentaste hacer contra todos en aquel internado.
- No me refiero a lo que sucedió en 1311, claramente no recuerdas nada... Andrea.
- ¿Andrea? -cuestioné sin estar segura de mantener aquella conversación, se acercó a mi rostro- No tengo idea de porqué me acabas de llamar así.
Editado: 18.06.2018