El Guardian Del Fuego y La Doncella De La Nieve.

 Ecos de los antepasados.

Mucho antes de que ellos nacieran, los reinos ya habían sido moldeados por la fuerza de sus ancestros.

En el reino del fuego, las historias hablaban de guerreros que portaban la llama sagrada, capaces de incendiar bosques enteros con un simple gesto. La familia de él había custodiado esa fuerza por generaciones, cuidando que nunca se desbordara. El reloj de bolsillo que siempre llevaba era más que una costumbre: era un símbolo heredado, un recordatorio de que el fuego debía respetar la disciplina, o se volvería contra su propio portador.

En el reino de la nieve, las crónicas contaban que antiguas doncellas de cabello oscuro habían caminado entre glaciares y tormentas de hielo sin sentir frío alguno. Las mujeres de su linaje eran consideradas casi míticas: guardianas de la calma, capaces de proteger al pueblo de las heladas más mortales. La suya era una herencia silenciosa, sin símbolos ni objetos, porque el hielo mismo era su única marca: estaba en su piel, en sus ojos, en cada suspiro que helaba el aire a su alrededor.

Ambos crecieron escuchando historias de sus antepasados, aunque nunca se les contaba la verdad completa. Entre los dos reinos existía un secreto bien guardado: tiempo atrás, fuego y nieve habían intentado unirse. El resultado fue tan devastador que las familias juraron mantener sus mundos separados por siempre.

Pero el destino, silencioso y persistente, parecía tener otros planes para ellos.




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